9 de agosto de 2009
|
179
Visitas: 179
El día 11 de Agosto, la Iglesia celebra a Santa Clara de Asís. En Albacete contamos con dos conventos de Clarisas en Hellín y Villarrobledo. En el convento de Santa Clara de Villarrobledo nos encontramos a la Hermana Yolanda, joven religiosa a quien le pedimos que nos hable del carisma de su congregación.
¿Quién es Santa Clara?
Una bella joven de la nobleza de Asís que ante la predicación y ejemplo de vida de San Francisco fue movida por Dios a iniciar en la Iglesia un modo concreto de seguimiento de Cristo pobre y crucificado. A los 18 años, en 1212, abandonó a escondidas su palacio para vivir su desposorio con Cristo en virginidad y pobreza. Pronto otras jóvenes de Italia y otros lugares de Europa siguieron su ejemplo. Así fueron poblando la geografía de numerosos monasterios. Hoy en día las clarisas somos la orden contemplativa que más miembros tiene en la Iglesia. Santa Clara es patrona de los navegantes, vidrieros, jueces del buen tiempo y de la televisión.
¿Qué relación hay entre Santa Clara y San Francisco?
Santa Clara se definió a sí misma como plantita del Padre San Francisco y él para hablar de Santa Clara le llamaba “la Cristiana”. Si de Francisco se dijo que era el Evangelio viviente. Francisco con esta expresión parece aplicárselo a Santa Clara. Ella lo ve como Padre, plantador y guía en el camino de seguimiento a Cristo. En la historia de la Iglesia son dos nombres inseparables que dieron origen a la espiritualidad franciscana.
¿Qué caracteriza vuestra espiritualidad?
La Fraternidad y la pobreza. Somos Hermanas Pobres de Santa Clara, cada una de nosotras dejamos nuestra familia biológica para ser miembros de una nueva familia espiritual: En modo genérico la Orden de las Clarisas y más concretamente la Comunidad. La clarisa se siente hermana de cuanto Dios ha creado, porque experimenta a Dios como Padre. Confiadas en Él, renunciamos a toda propiedad, eligiendo un estilo de vida austero. Además es característico de nuestra Orden Franciscana la sencillez y la alegría.
¿Por qué encerradas? ¿No seríais más eficaces fuera?
Nuestra opción de vida sólo se entiende desde la Fe, pues apunta hacia la trascendencia. La filosofía que rige nuestra sociedad y los medios de comunicación es la del “comamos y bebamos que mañana moriremos”, el disfrutar todo lo que el cuerpo aguante a costa de lo que sea. Esta es una cultura de muerte, pero pocos caen en la cuenta de ello. El hombre tiene una dignidad muy grande, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Va llegando a la plenitud de su ser en la medida, que actúa conforme a su dignidad de Hijo de Dios.
Nuestra vida es signo y testimonio de la existencia de un Dios que es amor. Podríamos decir con el Evangelista San Juan. “Nosotros lo hemos visto (con la mirada de la fe) y damos testimonio”. Pero también hacemos algo muy grande e importante por la humanidad: Rezar, pedir a Dios por todas sus necesidades, no sólo temporales, sino espirituales.
¿Eres feliz?
Sí, mucho. He tenido la inmensa suerte de conocer a Cristo y enamorarme de él. Veo la vida como un don inmenso de Dios, también la fe, la vocación, la historia de salvación que lleva conmigo y con toda la humanidad. Sólo tengo motivos para darle gracias. También en los momentos de prueba Él está ahí dando sentido a toda mi vida.
¿Tiene algo que decir vuestro estilo de vida a los jóvenes de hoy?
Hay valores que intentamos cultivar en nuestra vida: el silencio, creando espacios que favorezcan el encuentro con el Señor, el cultivo de la fe mediante la formación y el estudio de la Palabra. En la mayoría de los jóvenes esto es un campo completamente desconocido, un universo por descubrir. Además decimos con nuestra vida que debemos de tener altos ideales: Gastar la vida por el que no pasa DIOS, es uno de ellos. Hoy se habla poco de la gratuidad, pues impera una mentalidad de consumo, utilitarista y materialista.
¿Quieres dejar algún mensaje de despedida?
Sí, hay quien piensa que estamos aquí por miedo al mundo, no huimos, la humanidad está presente en el corazón de la clarisa, con sus gozos, dolores y preocupaciones. Vivimos separadas para favorecer un clima que ayude y facilite la oración, pero no aisladas. También quisiera invitar a los jóvenes a reservar cada día un ratito para hacer silencio en el corazón y fecundar ese silencio con la lectura de la Palabra de Dios.