19 de mayo de 2013
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Cuatro jóvenes, –dos de ellos laicos, los otros dos, sacerdotes–, miembros del grupo musical La Voz del Desierto (LVD), de la Diócesis de Alcalá de Henares, nos dieron su testimonio cristiano y compartieron con nosotros la alegría de la fe, en su participación en la VI Jornada Educativa organizada por el Secretariado Diocesano de Enseñanza. “Dios se vale de todos nosotros para que le acerquemos a Él, que es la Salvación, a muchos que están alejados. Hemos de salir a la calle a evangelizar, al encuentro del otro; nosotros lo hacemos a través de la música”, comentaron.
La música de La Voz del Desierto no es para ser cantada en una misa, sino para escuchar en el coche, en MP3, en conciertos… las letras se fundamentan en la Palabra de Dios, en la oración, en la tradición de la Iglesia y en definitiva, en la vivencia cristiana de sus componentes, laicos y sacerdotes. El grupo ya tiene editados tres discos y está trabajando en el cuarto. Su música tiene calidad artística, gusta mucho, especialmente a los jóvenes.
Estos cuatro jóvenes de La Voz del Desierto intercalaron sus testimonios con la interpretación de varias de sus composiciones. Dani, cantante del grupo, que es Ingeniero Técnico de Comunicación, tiene la experiencia de ver cómo los jóvenes, en un momento dado, anhelan y quieren al Señor, y esto es precisamente lo que pretenden suscitar con su música. “Queremos que los jóvenes se pregunten quién es Él, que surja en su corazón esa necesidad para ver de dónde proviene nuestra alegría, porque un cristiano no puede estar triste”.
Por su parte, José, el batería del grupo, estudiante de Química, nos contó que “conozco a muchos jóvenes que tienen mi edad que lo que más quieren es fiesta, chicas…, y esta música les ayuda a no despegarse de la Iglesia. Ves que les ayuda, que Dios está ahí. Para nosotros, La Voz del Desierto, es un medio de evangelización e intentamos hacerlo bien”. Pero “sólo escuchando música cristiana, no se vive –recalcó José–. Yo veo que a Cristo… o le llegas al 100%, o no vives. Mi vida, sin Cristo, no sirve. A los 14 años me convertí; antes me decía “aquí falta algo, aquí falta felicidad, alegría, y ahora, digo que Dios me ha metido en un lío y que si me voy de Ti, no soy feliz. Entonces, ¿Para qué vas a andar, si puedes volar?”
Sobre sus compañeros en el grupo que son sacerdotes, opina que “es espectacular que lo sean”: Dios les da la felicidad así, y a cada uno cuando responde a su propia vocación, “porque haciendo aquello que Tú me pidas, eso me va a hacer feliz”. Es un enriquecimiento: Jesús, Tú me das esto, y esto, para Ti. “Es una experiencia genial”.
Rapo (Alberto), guitarrista del grupo, sacerdote en Alcalá de Henares, nos explicó que “nuestra actividad principal es el Ministerio Sacerdotal y La Voz del Desierto forma parte de nuestro servicio. Tratamos de acercar a la gente a Dios, y les decimos: una vez que te has encontrado con Cristo, pues celébralo, ve a la Iglesia”.
Julio (toca el bajo, y es sacerdote de los pueblos Brea de Tajo y Extremera). Explicó que la idea de formar el grupo surgió de una conversación que tuvo en el Seminario con Curry, joven que quiso seguir los pasos de su amigo sacerdote sobre el que se hizo la película La Última Cima. La iniciativa fue asumida por la Delegación de Infancia y Juventud de la Diócesis de Alcalá de Henares, para animar los Encuentros Diocesanos de Jóvenes. Viendo la fuerza que tenía la música en la presentación del Evangelio a los jóvenes, sus componentes han seguido desarrollando esta tarea y están al servicio de la Iglesia y a disposición del obispo de la Diócesis a la que pertenecen.
Por otra parte, Rapo, como contribución a este Año de la Fe, habló de cinco pilares sobre los que ha de asentarse nuestra vida cristiana: “1.- La Oración, que ha de ser constante, perseverante, sostenida en la Palabra de Dios y celebrada en la Liturgia. 2.- La Eucaristía como centro de la vida cristiana. 3.- La Confesión: Hemos de acudir periódicamente a ella y que un sacerdote nos acompañe, asesore, en el camino espiritual. 4.- La Formación en la Fe: Ojalá todos pertenezcamos a un grupo de formación donde poder vivir y crecer en la fe. Y 5.- Una Iglesia pobre para los pobres: La atención caritativa, sobre todo, a los más necesitados”.