3 de agosto de 2006

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El Consejo de Ministros de la Unión Europea aprobó el pasado lunes, día 24, un programa de investigación que prevé la financiación de proyectos que comportan la destrucción de vidas humanas en su fase embrionaria. La Iglesia está a favor de la investigación científica que sirve al ser humano, pero une su voz a la de todos aquéllos que, en nombre de la ética, denuncian programas científicos que atentan contra la vida humana.

La decisión tomada implica un compromiso éticamente inaceptable. No se financiará la destrucción de embriones, pero sí la investigación con células madre embrionarias, cuya obtención exige la destrucción de embriones. Ni siquiera se determina una fecha límite para la obtención de las células, de modo que un mismo investigador podrá primero destruir embriones para obtenerlas y, a continuación, solicitar una subvención de la Unión Europea para investigar con el «material» obtenido.

Esta normativa es gravemente injusta, porque atenta contra el derecho fundamental a la vida de seres humanos en los primeros estadios de su existencia. Pero además es innecesaria, porque hay otras vías de investigación con células madre adultas que no presentan problemas éticos y que ya han dado lugar a resultados clínicos esperanzadores.

Lamentamos que se haya desperdiciado esta ocasión para que Europa hubiera aparecido ante el mundo como verdaderamente amiga de la vida de todos los seres humanos.