1 de septiembre de 2019
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El viernes 9 de agosto, después de muchos meses de trabajo y esfuerzo, por fin levantaba sus persianas la Tómbola de Cáritas. Lo lleva haciendo 67 años ininterrumpidamente, desde 1952, y fiel al mismo objetivo: conseguir fondos para el mantenimiento de sus programas de acción social y poder seguir acompañando así a tantas personas que lo necesitan.
Son muchos los que recuerdan la Tómbola en sus inicios: entonces era una barraca desmontable que deambulaba por diferentes puntos del paseo de la Feria hasta que en 1993 se establece definitivamente en el edificio que todos conocemos. A lo largo de estos años la Tómbola ha ido creciendo y evolucionando, adaptándose a los nuevos tiempos: iluminación, pantallas, limpieza, almacén, sonido… Este año, las persianas de las casetas de ventas lucen un nuevo aspecto, mimetizadas además con nuestras más profundas tradiciones y con el refajo manchego. La Tómbola de Cáritas ha sido escenario de miles de anécdotas e historias de vecinos de la provincia y de visitantes, y a lo largo de este tiempo se ha convertido en un espacio abierto, de encuentro, donde hacer un alto en el camino, respirar y conocer más de cerca el trabajo de la Institución.
Aunque antes eran muchas las Tómbolas que diferentes Cáritas promovían en el país para financiar sus proyectos, a día de hoy solo las de Albacete y Pamplona, a nivel diocesano, continúan. En Albacete, además, municipios como La Roda, Hellín, Peñas de San Pedro, La Gineta, Tarazona de la Mancha, Ossa de Montiel, El Pozuelo o Alborea continúan con iniciativas similares en sus respectivas localidades.
Este año La Tómbola de Cáritas ha puesto a la venta 552.665 boletos, cantidad similar al año pasado, de los cuales 135.065 contienen premios directos, que son de lo más variado, y van desde las tradicionales latas de conserva o material escolar con las que nació, a estancias en hoteles o casas rurales, cenas para dos en restaurantes de Albacete, gafas de sol o masajes. Este año la Tómbola sigue apostando por productos de la tierra, incluyendo premios como vino, queso o cerámica manchega, y por productos elaborados en los talleres de Cáritas y de la Fundación El Sembrador y sus empresas de inserción (plantas de Viveros El Sembrador, desayunos en café-Tienda Romero, Vales de Ropa en Koopera-Fuera de Serie…). Pero todos los boletos, y no solo los que contienen premio directo, son importantes, pues con ellos también se puede optar a otros premios.
Con ellos se puede completar la palabra Cáritas y optar a alguno de los premios a elegir (pequeños electrodomésticos, utensilios de cocina, etc.); también se puede reunir las palabras Cortijo y Covaroca, y disfrutar de una estancia de fin de semana en este albergue ubicado en la Sierra de Las Cabras, en Nerpio, empresa de inserción impulsada por Cáritas y la Fundación El Sembrador; y optar a alguno de los tres sorteos y conseguir un juego de electrodomésticos, una consola, una moto o hasta un coche.
Detrás de cada boleto no solo hay premios. Hay formación, empleo, dignidad, apoyo y esperanza para todas las personas a las que Cáritas acompaña cada año. El pasado año la Tómbola obtuvo unos beneficios de 165.232 euros, por lo que se convierte en un recurso importante de financiación para la Institución para poder seguir apoyando y acompañando a miles de personas a las que todavía no ha llegado la recuperación económica.
La Tómbola es posible gracias a la colaboración de cerca de 350 personas voluntarias, que se implican en tareas de gestión, coordinación y venta de boletos, el apoyo y la generosidad de cerca de 200 empresas colaboradoras y la solidaridad de la sociedad en general, y de la albaceteña en particular que cada año se implican y se ilusionan con este proyecto que repercute directamente en las personas más vulnerables.