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13 de abril de 2014

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Sonia y Moise provienen de otros continentes –América y África-, y son diocesanos de Albacete (España), pues se han establecido en esta ciudad y viven nuestra misma fe católica. Nos cuentan cómo se celebra la Semana Santa en su tierra natal, con tradiciones y costumbres diferentes a la nuestra, pero igualmente en familia, en las comunidades cristianas, y en las parroquias, en torno a los cultos y oficios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. La Semana Santa es para ellos “una invitación a todos a romper el aislamiento que supone ir “cada uno a su bola”, para salir a vivir esta gran fiesta compartiendo de todo con todos, con fe y alegría”.

De la Semana Santa de Albacete, Sonia y Moise destacan que es muy hermosa; única por ser española e impresionante por los desfiles procesionales y por la gran labor de las Cofradías y Hermandades, así como por la extraordinaria participación de miles de jóvenes y familias. En especial, les conmueve la Procesión del Silencio en la noche del Jueves Santo, que parte desde la Iglesia de la Purísima de Albacete.

Sonia Noemir Ferreira proviene de Barros Blancos (Uruguay), y vino a Albacete en el año 2005. Como en su tierra natal el olivo es escaso, se toman ramas de laurel para bendecir y festejar el Domingo de Ramos. En Semana Santa, se acampa a las orillas de los ríos; se pesca y se caza, y se hace una convivencia de familia.

En las casas, es costumbre no comer carne ni Jueves ni Viernes Santos, y la comida típica es bacalao con tomate y garbanzos. En Pascua se reúne toda la familia y se pone en el centro de la mesa un huevo de chocolate, que los niños esperan. “Allá no hay estas procesiones tan bonitas que hay acá. Sí que se sale de las capillas con una cruz de madera y se hacen cantos; se está alrededor por las calles y se vuelve a entrar a la capilla. También se sale para hacer el Vía Crucis”.

“Aquí… es diferente, -nos comenta-. La Semana Santa se vive mucho: la gente se prepara todo el año para este momento, con un cariño y devoción muy grandes. Lo veo por la familia de mi nuera, que es de muy cerca de Albacete, de El Bonillo, Y lo que más me llama la atención es la cantidad de gente joven que participa”.

En Uruguay, la Semana Santa coincide con la Semana del Turismo; se hacen exposiciones y las Domas, en el Rural del Prado. Se toman tortas fritas, con el mate.

Sonia tiene también el recuerdo del Padre Denis, que recorría en un ciclomotor todos los pueblos para estar con los más necesitados e invitaba a la gente a ir a la iglesia. “La Iglesia en mi país desde siempre ayuda muchísimo a la gente pobre que no tiene medios”.

“Los ricos se quedan pobres en la fiesta del compartir”

Moise Bassene Coly proviene de Ziguinchor (al sur de Senegal, en el oeste de África), y vino a Albacete en el año 1997. En su ciudad natal, los jóvenes van a por ramos de palmeras, que reparten a las familias y a los amigos para celebrar el Domingo de Ramos. Cada iglesia tiene su plaza, donde se encuentran los fieles y “hacemos una procesión con cantos y expresiones de alabanza al Señor, porque es un día de mucha alegría. Celebramos la misa y salimos también alegres, a compartir la comida que hacemos en las casas. Y como en Uruguay, “los santos -las imágenes- no se sacan de la Iglesia, salimos a la calle con una cruz grande”.

“Como comida típica, preparamos Hingaye, para el Viernes Santo, con harina de maíz miller, crema de cacahuetes, harina de pan de mono, nuez moscada y azúcar. La tomamos después del Via Crucis del Viernes Santo, y la compartimos con toda la gente “como un regalo que sale del corazón”. También en Viernes Santo se escenifica en la plaza de la Catedral las estaciones del Vía Crucis.

“En el Sábado Santo y Domingo de Resurrección, en las casas se prepara mucha comida y nos invitamos unos a otros a entrar, a comer y beber. Hacemos música y bailes. Es la fiesta del compartir. Y los ricos se quedan pobres, porque casi nadie acude a su casa, a la que hay que tocar el timbre y miran desde dentro a ver quién llama. En las casas más humildes hay más alegría y más fiesta”. Nos cuenta Moise que “todo es muy bonito, porque creemos en Dios: la gente se da, nos animamos unos a otros; compartimos con fe y no sólo la comida, pues si mi vecino no tiene ropa para que pueda ir bien vestido, también se la damos”.