11 de enero de 2016
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]Q[/fusion_dropcap]ueremos decirte Señor que nuestro corazón está agradecido, que haber conocido a D. Miguel forma parte de nuestra vivencia cristiana. Gracias Señor por todos los frutos que ha dado en su vida y que seguirá dando en las personas y familiares que lo rodeen: en su esposa, sus hijas y sus nietos, en sus compañeros, en esta comunidad… Gracias Señor por la vocación de D. Miguel, por su vida sacerdotal entregada y vivida junto a esta comunidad parroquial, la única con la que, como sacerdote, ha compartido la alegría del Evangelio y el servicio atento y solícito hacia los más necesitados. Gracias Señor por toda su labor pastoral junto a nosotros, en especial por el cariño, cercanía y ternura dada a los enfermos de la comunidad y a sus familiares, por tantas y tantas horas vividas y oradas en este templo para que también pudiéramos acercarnos a rezar, a confesar…
Gracias Miguel por haberte entregarte a la vida siempre con amor sincero, responsable, fiel y comprometido. Porque en cada momento has sabido ser y hacer lo que Dios pedía de ti. Miguel, gracias por decirle “sí” a Dios, gracias por fiarte de Él y comprender que la vida tiene caminos que a veces no entendemos, sufrimientos difíciles de asimilar y mucho trabajo por hacer, pero siempre, y en todo, sostenidos por la mano de Dios. Gracias por escuchar en el aquel lago la voz de Quien lo puede todo en todos. Queremos hacerte llegar el cariño de aquellos que te han conocido a través de la Pastoral de la Salud. ¡Cuantas veces nos han preguntado por ti! “¿Cómo está D. Miguel? ¿Y D. Miguel?”. No se olvidan de ti, porque es casi imposible olvidar el cariño y la ternura que se recibe en momentos difíciles. También sus familiares nos han pedido que te diéramos un abrazo y que te digamos que rezan por ti. Ellos tampoco pueden, tampoco podemos, olvidar, las veces que nos has preguntado con cariño por nuestro familiar enfermo. Porque así es usted: cariño, ternura, amor…. Corazón abierto a la docilidad del Espíritu, presencia de Dios hecha gesto visible a los ojos y al corazón humanos.