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22 de diciembre de 2006

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No se ha hecho de rogar. A la primera petición atiende solícito para contestar nuestras preguntas. Desde el primer momento que estás con él, crea empatía. Es cercano y afable. Así nos lo habían definido la buena gente de Cáceres y así lo constatamos.

– ¿Dónde va a celebrar la Nochebuena?
La pasaré en familia ya que mis hermanos me han querido acompañar en estos días tan especiales de Navidad y tan especiales por ser la primera navidad en Albacete. Pero también quiero estar con algunos grupos representativos de la pobreza y marginación: por la tarde iré a la prisión, a La Torrecica. Y por la noche celebraré la Misa del Gallo en el Cerrico, en la parroquia de Nuestra Señora de la Estrella.

– ¿Qué navidades guarda en su corazón con un recuerdo especial?
En este tiempo vienen a la memoria todas las navidades que uno ha vivido, porque la Navidad es entrañable de por sí. Llevamos en el corazón las navidades de siempre, cuando vivían mis padres, en familia… Pero hay dos navidades que han quedado marcadas de una manera especial en mis tiempos de párroco. Estaba cenando una Nochebuena con la comunidad de religiosas salesianas que había en la parroquia. Me avisaron que un chico alcohólico estaba en situación de coma etílico, y como la gente sabía que este muchacho hablaba frecuentemente conmigo, me llamaron. Estuve acompañando a aquel chico y a su familia durante toda la noche. Recuerdo otra navidad que, cuando iba a empezar a cenar, me avisaron que a un feligrés, camionero, que regresaba a su casa con la ilusión de celebrar en familia la Navidad, le había dado un infarto y murió de una manera fulminante un poco antes de llegar a su casa. Pensé que ésa era la familia con la que debía estar en una noche tan señalada; ésta era la comunidad que el Señor me había encomendado. Pasé la Navidad acompañándoles en el dolor. La he recordado muchas veces porque, a pesar de que no hubo villancicos ni adornos navideños, creo que ha sido la noche que más cerca he estado del pesebre de Belén.

– Cambió la cuna por el ataúd…
Sí. Ya sabes que en algunos iconos griegos, la cuna tiene forma de ataúd. Es una forma de anunciar que aquél que viene, es el mismo que entregará su vida por nosotros. La cuna de Belén está anunciando la cruz del Gólgota.

– Después de 13 años de vida en parroquia, qué le dice a todos los fieles como actitud imprescindible en la comunidad parroquial.
En el mensaje de la homilía de mi toma de posesión yo os invitaba a todos a abrir las puertas de la casa, las puertas del corazón a Jesucristo, a ese Dios que viene. No es el dios que mete miedo o el dios del terror; es el Dios de la ternura, de la misericordia, que quiere tanto al hombre que se hace lo que somos nosotros para hacernos partícipes de lo que Él es. Esta es mi invitación. Sería muy triste que celebráramos la Navidad con todo tipo de viandas, luces y postres exquisitos y se nos olvidara lo fundamental: “Dios con nosotros”.

– Después de su experiencia de rector de Seminario… ¿Qué le pide a los jóvenes?
Animo a los jóvenes que están actualmente en el Seminario a que se fíen del Señor y sigan adelante, que perseveren; son una esperanza para la Iglesia. Si somos medianamente fieles, el Señor nunca defrauda. No digo que nos evite las cruces, que forman parte de la condición humana y de todo aquel que ama, sino que las superen. También me gustaría que todos los jóvenes que sientan en su corazón la llamada del Señor al sacerdocio, le hagan caso. Sí, el señor llama. Pero como he dicho en ocasiones a los jóvenes: “Es que no le escucháis, porque como estáis siempre con los móviles hablando y poniendo mensajes, no podéis oír al Señor. Pero si hacéis silencio, veréis como escucháis su voz. Él cuenta con vosotros…”.

– En la Conferencia Episcopal está en los temas de marginación, de asuntos sociales, de inmigración…
La Navidad ablanda el corazón y endulza el alma. En Navidad todos nos sentimos llamados a ser más solidarios. Me gustaría que estos sentimientos que despierta en nosotros la Navidad no se esfumaran con el paso de estos días sino que la Navidad fuera como un resorte que los hace más firmes, más sólidos en nosotros para vivirlos después, a lo largo de todo el año. Porque aunque vivamos en un mundo de abundancia de todo y donde parece que la mayoría no carece de nada, muy cerca de nosotros hay todavía marginación y pobreza, hermanos sin techo, ese Tercer Mundo del que tenemos que seguir escuchando su grito de hambre, de petición de ayuda…
Os reitero a todos mis mejores deseos: ¡Feliz Navidad!