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8 de marzo de 2009

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La mujer, el espíritu de lucha y una fecha en el calendario, pretenden dar luz y vida al día de la mujer trabajadora.

La mujer y el trabajo siempre han estado unidos. Este día, tiene su razón de ser porque esa unión no se selló con la alianza de la igualdad. Esta llamada a la reflexión nace por todo lo contrario, creo que un solo día no es suficiente para tanta denuncia acumulada. La mujer en el trabajo no es valorada, no es justamente pagada. Por el contrario: sí se le ve acosada, explotada y casi siempre humillada. Afortunadamente hay excepciones, pero es un tema que desgraciadamente está muy generalizado.

Cuántas mujeres han perdido su empleo por quedarse embarazada, por dar vida y razón de ser a nuestra existencia. Cuántas mujeres son acosadas sexualmente, cuántas obligadas a llevar ropas con las que no se sienten identificadas, Cuántas mujeres saben la hora que comienzan su trabajo, pero no la de su término. Cuántas trabajan si estar afiliadas en la Seguridad Social. Cuánto trabajo sumergido pasan por unas manos que al final de su vida laboral se verán vacías. Cuantos trabajos rechazados y mal pagados son el sustento de ellas. Cuántas mujeres por el mismo trabajo cobran menos que los hombres. Cuántas trabajadoras del campo, tienen como maquillaje en su cara la huella que el sol ha dejado y en sus ojos la mirada del desamparo económico. En cuántas mujeres no hemos descubierto valorado sus dones, sus talentos y con nuestro rechazo han abierto las puertas de la prostitución como un trabajo fácil.

Cuántas situaciones de injusticia conocéis con nombre y apellido que aquí no terminaríais de enumerar. ¿Cabe todo esto para recordarse en un solo día? Tal vez tendríamos que alargarlo un poco: ¿una semana?, ¿un mes?, ¿el año de la mujer trabajadora?

Algunos estaréis leyendo esto y pensando quizá lo que algunas veces decimos vulgarmente «no está el horno para bollos». Esta crisis que estamos viviendo manda al paro a miles de hombres cada mes y esto quita protagonismo a la importancia de la dedicación de esta fecha a la mujer y ella bien se merece que se le recuerde en esta día. De la crisis saldremos como ha ocurrido otras veces. Pidamos a Dios que nos ilumine a todos para que sea lo antes posible, pero si la crisis persiste, nuestras conciencias y nuestros corazones egoístas deberían impedir que la mujer siga teniendo como heredad la desigualdad; veremos como se va empobreciendo: trabajo-mujer, trabajo-crisis mujer inmigrante.

Para que esto cale en nuestra sociedad, hemos de empezar desde nuestra propias casas, en nuestra propia familia, donde aún, en muchos hogares, vemos a los hombres y jóvenes «a culo sentado» (perdón por la expresión) que esperan ser servidos por el «ama de casa», la mujer, sin que ellos muevan un dedo para colaborar en las labores domésticas. En casa todo lo hace «ella», aunque trabaje.

Debemos empezar desde hoy a lograr que un día se empiece a celebrar, digo bien: a «celebrar», no el día de la mujer trabajadora sino «el día de la igualdad en el trabajo», donde el hombre y la mujer vivan en un mismo grado de dignidad, el que como persona humana necesita, Desde aquí debe salir esa antorcha que vaya llevando luz a las instituciones, a nuestros gobernantes y a todo aquel que aunque no crea que somos hijos de un mismo Padre- Dios, si somos hermanos de una misma causa.

Termino con una reflexión personal: La igualdad llegará cuando nos demos cuenta de nuestras propias diferencias con relación a los otros y tratemos de subsanarlas.