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22 de octubre de 2017

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Albaceteño, ama su tierra y a sus gentes. Le encanta las tradiciones manchegas y la Feria. Por las parroquias donde ha pasado ha dejado huella. Misionero en Guatemala y ahora en Nicaragua. Un valiente, un testimonio de vida y de misión. Miles de misioneros españoles esperan nuestra ayuda en el DOMUND. Fco. Javier Pla García es uno de los centenares de misioneros albaceteños repartidos por el mundo.

– A grandes rasgos como es el lugar donde estás de misionero
– Desde diciembre del año pasado estoy en la Moskitia, una región que abarca parte de la costa Atlántica de Honduras y toda la de Nicaragua. Es una área muy aislada y llena de lagunas y de ríos. De hecho, la mayoría de las parroquias cuentan con lanchas para las visitas misioneras. El 80% de la población es de la etnia miskita y el resto de tawakas, mayangnas, garífunas y mestizos. La zona está muy abandonada de los servicios públicos y la mayoría se dedica a la agricultura y pesca de subsistencia.

– ¿Cuál es tu tarea?
Este primer año para mí es de inserción tanto al Vicariato Apostólico de Bluefiels, en Nicaragua, como al grupo de misioneros del Instituto Español de Misiones Extranjeras que llevan años trabajando aquí. Estoy en la parroquia de Ntra. Sra. de Guadalupe en La Esperanza, en el río Coco o Wangki con un sacerdote Miskito y le ayudo en la atención pastoral de las comunidades y saco tiempo para el estudio de la lengua. Acompañar a las comunidades en su vida de fe nos exige conocer su cultura, su lengua y su manera de enfrentarse a la vida. Es aquí donde sembramos el Evangelio para que crezca con sus formas propias y pueda dar los frutos de fraternidad y de paz que contiene. Esto es lo que llamamos proceso de inculturación.

– ¿Hay cosas que te quitan el sueño?
– Pues aquí lo que más quita el sueño son los mosquitos y el calor, jajajajaja. A los primeros se les soporta y en la cama se les ahuyenta con mosquitero, y en cuanto al calor, pues la verdad es que me gusta más que el frío. Aparte de bromas, lo cierto es que uno aquí se encuentra con muchas situaciones de pobreza, injusticia y miseria que son para quitar el sueño, pero uno suele irse a la cama con mucho sueño y sí, con muchas situaciones duras, pero también con la experiencia de la fortaleza de la gente, con su gran fe y con la poquita fe que uno tiene y que se fortalece al compartirla en estas comunidades. Gracias a Dios duermo muy bien.

– ¿En la diócesis estamos de misión, que nos dirías en este curso pastoral?
– Yo acabo de salir de la Diócesis y sigo con cariño el proceso de la misión diocesana. Allí las parroquias estamos muy acostumbradas a «dar servicios religiosos a quien los pide» y eso es lo que creo que se quiere romper. Yo creo que ya hay agentes de pastoral que llevan tiempo buscando y viviendo una pastoral más misionera. La misión es salir a compartir la vida y sembrar el Evangelio. Por eso creo que todo lo que siembre el Evangelio más en nuestros corazones y en nuestras comunidades y todo lo que sea compartir con la sociedad sus anhelos y sus luchas, nos harán una Iglesia más misionera. El papa Francisco, en su mensaje para este año dice: «La misión dice a la Iglesia que ella no es un fin en sí misma, sino que es un humilde instrumento y mediación del Reino». Este hombre creo yo que siempre da en la diana.

– Estamos en la Jornada del DOMUND, el lema es Sé Valiente, la misión te espera… Háblanos de ello.
– Pues si la misión es ir donde se necesita la Luz del Evangelio, hay que pedir esa valentía, y eso es la vocación misionera que da el Espíritu Santo por el Bautismo y la Confirmación. Valentía para salir de la propia comodidad y egoísmo y atreverse a llegar a todas las periferias donde se sufre la oscuridad del empobrecimiento, la violencia, la injusticia, el vacío y la desorientación. Se necesita más gente. No hay misión sin misioneros.

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