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5 de febrero de 2017

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Florencio Abajo Núñez es el director de La Casa de la Biblia y el Director General de los Operarios. Ha estado recientemente en Albacete impartiendo un curso para animadores de grupos bíblicos. Ciento ochenta y cinco personas participaron en este curso y ahora están animando numerosos grupos de Lectio Divina en toda la Diócesis.

¿Por qué es importante leer la Palabra de Dios a la luz de la fe?

La lectura creyente de la Biblia: La hace un creyente cuando respeta el texto y busca lo que éste dice de verdad. En segundo lugar, cuando hacemos una lectura desde la vida y para la vida. Sin apearnos de nuestra historia, de nuestra vida, de nuestros problemas o alegrías, de nuestra familia, de nuestro trabajo, sino que lo hacemos desde ahí. Una tercera clave es la comunidad, hacemos una lectura eclesial y con otros creyentes y finalmente, desde la fe. Es una lectura creyente y orante.

¿Qué importancia tiene la vida en la Lectio Divina?

La vida juega un papel fundamental. En la Lectio Divina no buscamos conocer mejor la Biblia, sino conocer mejor el proyecto que Dios tiene para cada uno de nosotros. Se pretende conocer mejor nuestra vida y el plan que Dios nos va marcando día a día.

¿Cómo es nuestro conocimiento de la Biblia?

Tradicionalmente -los fieles católicos- hemos estado alejados de la Escritura. Hasta el siglo XV porque el analfabetismo era enorme y a partir de ahí aparece la imprenta, hay muchas biblias pero viene la Reforma Protestantes y la Contrareforma. 

Los protestantes hacen mucho hincapié en la Escritura para sus procesos teológicos y sin embargo los católicos, a lo mejor como reacción, la dejamos un poquito de lado.

A finales del siglo XIX, especialmente tras Concilio Vaticano II, a través de la Constitución Dogmática Dei Verbum se insiste mucho en que la Sagrada Escritura ocupe un lugar central tanto en la vida como en la misión de la Iglesia, en la vida de los creyentes y en el apostolado que llevamos adelante. 

Tenemos ya los animadores y ahora falta apuntarse, la gente que va a hacer esta lectura, animar a que busquen estos grupos

El encuentro con la Palabra, con el Señor, cambia la vida. Este encuentro lo hacemos habitualmente los domingos en la Eucaristía donde nos encontramos con Él. Realmente salimos renovados.

Desde el Concilio, en el capítulo VI de Dei Verbum, se propone esa doble mesa de la Palabra y de la Eucaristía en la celebración de la Santa Misa. Se nos recuerda que no es solamente contemplar y alimentarnos de la Eucaristía, de Jesús Eucaristía, sino también alimentarnos y contemplar el misterio de Dios hecho palabra en Jesucristo.

Esto nos llega fundamentalmente a través de la Escritura, comprendiendo que el Evangelio es una buena noticia que se nos dirige a cada uno de nosotros. Algunos textos bíblicos son muy fáciles accesibles, otros más oscuros y ‘complicadillos’, pero todos nos hablan de nuestra propia historia y nos ayudan a caminar cada día mejor como creyentes. Nos ayudan a ser mejores personas: más transparencia del rostro de Dios entre los demás hombres.

Y este año vamos a trabajar el Evangelio de Marcos

El Evangelio de Marcos es una delicia, es el más antiguo del Canon de la Biblia. También es el más breve, apenas 16 capítulos.

Si cualquiera se pone a leer este Evangelio, en apenas una hora y cuarto o una hora y media, con una lectura calmada, tranquila, se lee el Evangelio y es una experiencia gratificante a más no poder, un deleite. Leer un Evangelio de seguido en una tarde es una maravilla.

¿Qué peculiaridades tiene?

Es el Evangelio que presenta de una manera más vívida y con más naturalidad, el rostro de Jesús. Lo presenta de manera procesual, dinámica y al lado de esta presentación de Jesús, que es el centro del Evangelio, va presentando también las distintas actitudes que debe tener el discípulo.

Para comenzar a leer la Biblia, como creyentes, empezar por el Evangelio de Marcos es una delicia, porque por un lado nos dice a quién seguimos y nos lo dice con mucho detalle, intentando desvelarnos su identidad y en segundo lugar nos presenta al discípulo, es decir, cómo tenemos que seguirle.