1 de junio de 2014
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Vivimos en la era digital. Es el tiempo de la Red: Internet, la Red de las redes sociales -Facebook, Twitter, Tuenti, Youtube, etc.-, que domina de tal manera los sistemas de comunicación que todo pasa por ella y es ya el ambiente en el que se desarrolla nuestra entera existencia. Desde la Red y por medio de la Red el ser humano busca, se relaciona, discierne, convive y comparte sus respuestas y sus preguntas. También las que tienen como centro el Evangelio. Entonces, ¿Cómo evangelizar en el tiempo de la Red? ¿Cómo lograr que la Iglesia no resulte un «container» que se mantiene encendido como un televisor que «habla» sin comunicar? Son retos exigentes, pero nuestra tarea no lo es menos, asegura Antonio Spadaro.
“Evangelizar en el tiempo de la Red”, es el tema de la ponencia que Antonio Spadaro, director de «La Civiltà Cattolica», pronunció en el I Congreso Internacional sobre Evangelización Digital (en el que hubo representación de la diócesis), en Madrid, en la que definió los cuatro retos más importantes que tenemos para vivir la fe en el ambiente digital:
1. Capacidad de buscar y encontrar a Dios. Vivimos bajo un bombardeo de imágenes y de sobreinformación. El problema ya no está tanto en localizar el mensaje que interesa, sino en ser capaz de reconocerlo como importante para mí y significativo según las múltiples respuestas que me llegan. Hoy día, lo importante es reconocer las preguntas importantes, las fundamentales y así lograr que en nuestra vida quede abierta la vía a través de la cual Dios nos pueda aún hablar.
El anuncio cristiano corre el riesgo de presentar un mensaje junto a los otros, una respuesta más entre tantas otras. Entonces, más que presentar el evangelio como el libro que contiene todas las respuestas, tendríamos que aprender a presentarlo como el libro que contiene todas las preguntas idóneas, y la gran palabra que hoy tenemos que descubrir es una vieja noción del vocabulario cristiano: el discernimiento, reconocer entre las muchas respuestas que hoy recibimos, cuáles son las preguntas importantes, las verdaderas y profundas.
2. El derrumbe de las programaciones. Está cambiando también la modalidad del disfrute de los contenidos. Si quieren ver algo concreto, los jóvenes lo buscan y lo encuentran cuando lo necesitan. Además, el ver supone una selección y la posibilidad del comentario y la interacción. Mons. Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales, afirma que «estamos aprendiendo a superar el modelo del púlpito y de la asamblea que escucha por respeto a nuestra posición. Tenemos que expresarnos a nosotros mismos con la intención de implicar y convencer a los otros, quienes a su vez comparten nuestras ideas con sus amigos, followers y partners del diálogo». Por lo tanto, la vida de la Iglesia está llamada a asumir una forma cada vez más comunicativa y participativa.
3. Capacidad para testimoniar la fe. La verdadera novedad del ambiente digital está en su naturaleza de «social network»: en la Red no sólo aparecen las personas y los contenidos, sino que brotan las relaciones. Comunicar ya no equivale a transmitir, sino a compartir. Es decisivo la categoría y la praxis del testimonio. El hombre de la Red se fía de las opiniones que aparecen como testimonio. Por consiguiente, el testimonio hay que contemplarlo dentro de la lógica de las redes participativas como un «contenido creado por el usuario».
En este sentido, el cristiano que vive sumergido en las redes sociales está llamado a una autenticidad de vida muy exigente, que pone a prueba directamente el valor de su capacidad de comunicación. «Cuando las personas se intercambian informaciones, participan ya de una condivisión de sí mismas, de su visión del mundo, de sus esperanzas, de sus ideales», nos dijo Benedicto XVI.
En su Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2014, el Papa Francisco ha definido el poder de los «media» como «proximidad». La Red elimina las barreras del espacio y del tiempo. Comunicar, significa, por lo tanto, compartir un mensaje dentro de redes de aproximación, quiere decir contactar con la otra persona siendo conscientes del contacto. La Iglesia en la Red está llamada, no a una transmisión de contenidos religiosos, sino a una «condivisión» del Evangelio. Está llamada a compartir la Buena Noticia.
4. La capacidad de interiorización: La vida espiritual del hombre contemporáneo está influida por el mundo en el que las personas descubren y viven las dinámicas de la Red, que son interactivas y penetrantes. El hombre de hoy considera válidas las experiencias en las que se le pide participar, involucrarse.