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14 de enero de 2018

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]os obispos recuerdan que “a cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia. Esta solicitud ha de concretarse en cada etapa de la experiencia migratoria: desde la salida y a lo largo del viaje, desde la llegada hasta el regreso. Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que están llamados a responder con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras -cada uno según sus posibilidades- a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas”. Conocemos, pues, cuatro realidades de trabajo con inmigrantes que se están llevando a cabo en la Diócesis de Albacete.


ASENTAMIENTOS DE AFRICANOS A LAS AFUERAS DE LA CIUDAD

No acabaría nunca de contar anécdotas y casos en los que me he sentido un verdadero privilegiado por poder haber sido útil a alguien que se sentía perdido en un país distinto, que habla lengua distinta, con unas costumbres distintas. Un país en el que esperaban encontrar el paraíso y en el que se han topado con lo más parecido al infierno.

Además de ayudas de tipo psicológico, anímico o espiritual, también les ayudo con cosas de tipo material: ropa, mantas, medicinas, comida, calzado, etc. Hay cosas que consigo gracias a la ayuda de personas que colaboran conmigo con dinero o con ropa o comida, otras las tengo que comprar con mi dinero.

En la cultura africana de donde ellos vienen, la figura del padre es muy importante. Y aquí, a tantos kilómetros de sus padres, muchos se sienten como huérfanos. Para muchos de ellos yo soy “el padre”, “mon père”, “papá”, “baba”, distintas formas de nombrar la misma realidad: “mi padre”.

Con este testimonio, que puede parecer de pura autocomplacencia, sólo pretendo transmitir que es posible hacer algo por ellos, hacerles presente el amor de Dios Padre que, lógicamente, ellos no conocen por su religión y su cultura, pero que pueden llegar a intuir a través de nuestras obras, fruto del amor de Dios hacia nosotros.

Miguel Giménez Moraga

 


 

LAVANDERIA SOLIDARIA JUSTICIA Y PAZ

Desde la lavandería solidaria de Justicia y Paz, por donde pasan, no personas en riesgo de exclusión social sino los grandes excluidos, somos conscientes de que para ellos es fundamental tener redes de apoyo social ya que son estas personas las que corren un gran peligro y no suelen disponer de otro punto de apoyo para evitar su muerte no solo física sino sobre todo social a causa de la estigmatización que conlleva su situación de gran vulnerabilidad. Nuestro objetivo es ser uno de esos puntos de apoyo.

“Lo peor es la soledad, no tener con quien hablar de las cosas que te ocurren, en la salita (lavandería) siempre hay alguien que te escucha, y el hecho de llevar la ropa limpia hace que en la calle no te miren mal y no piensen que eres un ladrón” (varón portugués, 40 años).

“Yo perdí la fe en las personas, mi refugio fueron los perros, pero los voluntarios suponen un apoyo emocional, me respetan y me han hecho recuperar la confianza en las personas además ir limpia me da seguridad” (mujer rumana, 51 años).


GRUPO VIVE JESÚS (Parroquia de San José)

Somos el grupo “VIVE JESÚS” de la parroquia de San José de Albacete. El grupo lo componemos hermanos de distintas edades y nacionalidades. Alabamos al Señor con cantos, compartimos la Palabra de Dios. Los primeros jueves de mes tenemos Adoración al Santísimo.

Es muy triste y es una pena enorme tener que dejar nuestra casa, nuestra familia, nuestra tierra y volar a otro país para buscar trabajo y poder abrirte paso en la vida. Parece que ser forastero es como pedir permiso a cada persona que vive en ese pueblo o en esa ciudad para que te dejen vivir y trabajar.

Por eso nuestra alegría es mayor cuando llegamos a una parroquia y nos abren las puertas de par en par y nos hacen sentirnos como en casa, formando un grupo más de la parroquia. Muchos de nosotros llegamos a esta parroquia buscando trabajo en la Bolsa de Trabajo y además del trabajo se nos invitó a entrar y a formar parte de la familia parroquial.

Gracias al grupo hay hermanos que hemos dado un paso más en nuestra fe y hemos recibido distintos sacramentos como adultos: Eucaristía, Confirmación, Matrimonio tras un proceso de formación y profundización en la fe.

Formar parte de este grupo nos hace sentirnos familia y ayudarnos mutuamente; por eso damos continuamente gracias a Dios y a nuestra parroquia.


PISOS DE ACOGIDA DE LAS HIJAS DE LA CARIDAD

Nos cuesta abandonar los caminos que ya conocemos, aventurarnos a transitar por senderos nuevos. En septiembre se me encomendó una nueva misión; hacerme cargo del proyecto de migrantes que las Hijas de la Caridad tienen en Albacete.

Me viene a la cabeza las palabras del papa Francisco: debemos “salir” y dejar “salir” porque la misión requiere un desprenderse para dejar que Jesús, se haga presente en cada persona.

Como vicenciana sé que hay que socorrer a todas las miserias humanas. Así que desde el primer momento me pongo a caminar con ellos, me cuentan las aventuras que han pasado hasta llegar aquí, dejar la tierra, su familia, viaje penoso; su único objetivo es buscar un futuro mejor para ellos y poder ayudar a sus familias.

Al llegar se encuentran que no pueden trabajar, no tienen permiso de residencia, la mayoría llegan sin documentación, siento la necesidad de estar cercana a ellos de acompañarles, apoyarles, tanto en lo material como en lo espiritual, sacar lo mejor de cada uno y así lograr una relación de ayuda mutua.

Con este servicio quiero hacer realidad el compromiso que las Hijas de la Caridad hemos tomado como reto “fui forastero y me acogiste”.

S. María Luisa Sopeña