7 de diciembre de 2007
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El día de la Inmaculada Concepción, la Hermana María de la Trinidad hizo su Profesión Temporal en el Convento de las Carmelitas Descalzas de Albacete.
Nos comenta lo que significa para ella hacer su Profesión.
Habiendo terminado ya mí tiempo de noviciado, quiero reflexionar con vosotras lo que es para mí, profesar.
Supone responder mediante mi profesión a la llamada de Dios que, por su infinita misericordia, me propone gastar mi vida en estar con Él. Me invita, por tanto, a seguirle e imitarle en su amor y oblación al Padre, con la gracia de su Espíritu, en pobreza, castidad y obediencia, en la vocación de carmelita descalza y en el estilo concreto de Comunidad.
Espero llegar así, mediante la profesión de los Consejos evangélicos a la unión de amor con Él y, unida a su Sacrificio Redentor y a los méritos de la Santísima Virgen María y de todos los santos, ofrecerme por su santa Iglesia, y por todas y cada una de las almas, en las que los Tres –Padre, Hijo y Espíritu Santo- habitan y aman tan ardientemente.
Para mí, llegar a ser religiosa y pertenecer a esta comunidad de Carmelitas Descalzas, significa que pueda imitar el estilo de vida del propio Cristo y pueda vivir entre vosotras.
Trataré de imitar a Nuestra Madre, la Santísima Virgen María, que fue la primera en decir sí a la Trinidad, en el momento de la Anunciación. Dijo sí a la voluntad del Padre dejándose hacer; dijo sí al Hijo acogiéndolo en su seno purísimo; y dijo sí al Espíritu Santo dejándose cubrir por su sombra.
Cuando veo los votos como una tarea, mi primer impulso es sentir miedo ante una obra tan grande, pues sé lo pequeña y pobre que soy. Pero al verlos también como un Regalo de Dios, confío en que Él mismo realice en mí su voluntad y sea Él mi perseverancia.
Acordaos de pedirle al Señor que mi libertad sea siempre para Él.