22 de junio de 2008
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ESCLAVA DEL SEÑOR… Y DE LOS ANCIANOS
La Hermana Mª Magdalena Alemán Vázquez, hizo su profesión solemne el pasado 24 de mayo en las Hermanas de la Caridad y de la Providencia de Hellín.
Nos acercamos a la Residencia de Madre María Luisa donde esta religiosa vive para que nos cuente un poco lo que ha sido su vida y su vocación religiosa. Procede de Santiago de Sula (Honduras). En aquella ciudad fue muchos años misionero un sacerdote nacido en Hellín, Julián Hernando, ya fallecido. La Hermana nos recuerda que le conoció siendo niña y recuerda el bien que hacía este sacerdote en la animación de grupos cristianos.
– ¿Cómo se despertó la vocación religiosa en ti?
– Como es natural, todo viene del Señor. Tengo que reconocer también lo que influyeron mis padres y mis hermanos. Tengo una hermana mayor religiosa. Mi padre era coordinador de una comunidad cristiana. Dicho de otra manera era el responsable de que en la aldea hubiera celebraciones de la Palabra y otras actividades. De alguna manera era responsable de que en nuestro pueblo se viviera una verdadera vida cristiana. Había que empezar, pues, por dar ejemplo en la familia.
Por otra parte, desde niña, yo sentía una cierta admiración por las religiosas. “¡que bien, me decía, las monjitas están muy cerca de Dios!”. Este poder estar cerca de Dios, yo lo vivía como un valor muy grande. Así pues yo quería esto para mí. Y mis padres animaban, alentaban estos sentimientos.
– Y ¿por qué las Misioneras de la Caridad y de la Providencia?
– Fueron las hermanas que conocí más cerca. Además me gustaba el carisma de la Congregación, el de Madre María Luisa. Eso de hacerse pequeña ante Dios, dejarse amar, para poder amar a los demás. Me gustaba su acción caritativa y pastoral. Todo hecho en la humildad, en la sencillez, en el silencio como una verdadera ofrenda de amor.
– Al venir de Honduras a España, ¿qué es lo que más te ha llamado la atención?
– Encuentro una diferencia en el vivir la vida religiosa allá y acá. Aquí hay mucha más frialdad religiosa. La familia parece que se ocupa menos de la formación cristiana de sus hijos. Claro, que mi caso fue especial. Como he dicho antes, mis padres se preocuparon mucho. Dado el cargo que tenía en la comunidad mi padre tenía que empezar dando ejemplo.
-¿Y cómo te sientes en este barrio, el de «Las Cuevas” un barrio muy pobre, muy difícil por muchas razones?
-Me siento muy bien. Las religiosas debemos tener espíritu de pobreza, así pues el ambiente nos ayuda a vivirlo mejor. Me siento muy feliz. Por las noches estoy estudiando y veo que soy más feliz que otras gentes que parece que lo tienen todo. Así pues yo prefiero esta vida, pues siento que cuanto más cerca estoy de Dios, más feliz soy.
-¿Qué haces para estar cerca de Dios?
– Pues ofrezco todo mi trabajo en atender a los ancianos y enfermos con todo cariño. En nuestro horario la oración es importante. Nuestra vida es muy activa y servimos a los ancianos pero siempre aprovechamos a tope la oración de la mañana con los laudes y la misa. Por la tarde rezamos el rosario con los ancianos y buscamos tener un rato muy largo de oración. Sin este trato con el Señor nuestra vida no sería la misma, nos faltaría el sentido profundo.
– Has dado el paso definitivo, el SÍ para siempre, definitivo, para toda la vida. ¿Tranquila, contenta?
– Sí mucho. Recuerdo las palabras de Juan Pablo II, “no tengáis miedo a ofrecer vuestra vida a Cristo”. Mis padres me acaban de escribir y me dicen:” hija mía, sigue adelante. Nosotros estamos rezando por ti”. Hay muchos que están rezando por mi, sacerdotes, religiosas, amigos… ¿Qué mas quiero?
Bien, que el Señor te bendiga y tu Sí siga produciendo frutos para la Iglesia, para el Reino de Dios.