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21 de septiembre de 2014

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Un año más, los días 10,11y 12 de septiembre, los curas de Albacete con nuestro Sr. Obispo, nos hemos reunido en la Casa Sacerdotal para celebrar nuestra Convivencia del inicio de curso con el fin de prepararnos e intentar conocer mejor los objetivos del nuevo año pastoral. Los dos primeros días han sido de reflexión sobre diferentes temas que nos afectan de lleno en nuestro quehacer pastoral y la mañana del tercer día estuvo dedicado a una reflexión sobre la vocación cristiana, a la vez que celebrábamos con gozo las bodas de oro sacerdotales de siete compañeros y las bodas de plata de otros cuatro más.

Comenzaron los trabajos con la presentación del recién estrenado Catecismo de la Conferencia Episcopal, titulado “Testigos del Señor”. Hemos tenido la suerte de que nos hiciera la presentación del mismo Juan Luis Martín, Director nacional del Secretariado de Catequesis, que es uno de los que más han trabajado en su elaboración. Este Catecismo está pensado para niños que ya han hecho la primera comunión, de los diez a los catorce años, para que sigan su formación cristiana. La Comunión no puede ser un punto y final, sino que los niños y adolescentes tienen que seguir formándose para que tengan una verdadera experiencia de Jesús. Esto pretende el nuevo Catecismo.

Nos hizo comprender el ponente el dolor que se sufre cuando tantos niños desaparecen de la Parroquia al llegar a este momento. Tenemos un gran reto por delante. El problema, nos decía, está sobre todo, en la familia. No se puede hacer nada sin los padres. El Catecismo va dirigido a los niños, pero son los párrocos, los padres, catequistas y educadores cristianos quienes tienen que conocerlo a fondo. Al lado del Catecismo está la Guía para ayudar en el acompañamiento de los niños y en esta Guía ha trabajado también José Antonio Pérez, Delegado de Catequesis de nuestra Diócesis. El Catecismo está estructurado en cinco bloques, que marcan un itinerario muy claro a seguir: Jesús es la Luz, la Palabra, la Verdad, la Vida y el Camino.

En esta primera tarde la Delegación de Juventud nos presentó el proyecto del futuro Movimiento Juvenil Diocesano, Cristo Joven, que es un ambicioso plan de hacer que todos los adolescentes y jóvenes encuentren cauces de participación y de seguir caminando en su formación humana y cristiana.

En el segundo día el tema fue sobre la Familia, ya que este tema ocupa un lugar muy preferente en nuestras programaciones pastorales, y que está de rabiosa actualidad ya que los dos próximos Sínodos de Obispos con el Papa tratarán de este tema. El matrimonio, responsable de la Zona Centro, del Movimiento Familiar Cristiano, Alfredo e Inmaculada, vinieron a exponernos las claves de este Movimiento, que lo tenemos en Albacete, pero que necesita reavivarse más para ayudar mejor a familias. Partiendo de sus experiencias personales, conscientes de los ambientes duros en que vivimos y de los bombardeos que sufre la Institución Familiar, nos hicieron ver que es posible trabajar juntos, es posible educar a nuestros hijos en cristiano, crear plataformas de encuentro y conseguir que las familias cristianas estén más unidas y así responder mejor  a sus responsabilidades.

A continuación Matías Martín, Consiliario y Jorge Navarro, Delegado de Familia, nos presentaron lo que será el futuro C.O.F (centro de orientación familiar) que existe en muchas diócesis y que se abrirá próximamente en la nuestra, y que tanto bien pueden hacer a todas aquellas familias que tengan dificultades. Llevan ya varios años de trabajo para ponerlo en marcha, cosa que llegará muy pronto. A continuación el Vicario General nos presentó el programa pastoral de este año. También los religiosos de Albacete, a través de sus representantes de CONFER  nos presentaron las diferentes actividades y proyectos en marcha para celebrar tanto el Año de la Vida Consagrada, como el V Centenario del nacimiento de Santa Teresa.

Y ya entramos en el tercer día. Fue el más intenso y cargado de emociones. En primer lugar D. Eusebio, obispo de Tarazona de Aragón, nos habló de lo que debe ser una verdadera pastoral vocacional. Este religioso ha pasado más de treinta años en Roma en el Dicasterio de Vida Consagrada, y ha trabajado un montón de documentos sobre el tema vocacional. Tenemos que llegar, nos decía, en nuestras tareas pastorales a que todos nuestros fieles, niños, jóvenes, mayores se pregunten: “Señor, ¿qué quieres de mí?”. No se trata de encontrar chicos para que sean curas o chicas para que sean religiosas, que la Iglesia necesita. Se trata de hacer que todos los bautizados vivan su vida como vocación, como respuesta a lo que Dios quiera de mí, sea la vida matrimonial sea la vida religiosa. En esta sociedad materialista e individualista es difícil intentar vivir así, pero es posible responder a la llamada de Dios. Esto nos decía D. Eusebio. Lo que queda del relato nos va a confirmar que sí es posible vivir una vida como vocación.

BODAS DE PLATA Y ORO SACERDOTALES
Y llegó el gran momento, cargado de una gran emotividad cuando los diferentes sacerdotes, que celebraban sus bodas de oro y de plata, nos fueron relatando lo que había sido su vida hasta hoy. Es imposible poder transmitir en palabras lo que fueron expresando con el corazón en la mano. Pero si puedo recordar algunas cosas que se repitieron: En primer lugar un gran gozo y una inmensa acción de gracias por lo que había sido su vida. Eran conscientes de sus muchos errores y pecados, pero tenían conciencia de que en las dificultades siempre la gracia del Señor estuvo a su lado. Habían encontrado en su vida mucha gente que les habían ayudado en su caminar: el seminario, los obispos, compañeros sacerdotes, feligreses, madres que habían estado a su lado, familiares… Como leivmotiv se fue repitiendo aquello de que había merecido la pena consagrar su vida al Señor. Un poquito latía en ellos aquel salmo que dice: “¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?”.

Terminamos la mañana como una solemne Eucaristía, en la Iglesia del Seminario, en la que habían vivido experiencia muy bonitas otros tiempos. El Sr. Obispo nos invitó a todos a dar gracias a Dios por la vida de estos compañeros sacerdotes y les dijo cosas muy hermosas que por falta de espacio no puedo relatar. Terminamos con una comida fraterna, al final el Sr. Obispo les dio una placa conmemorativa de sus bodas sacerdotales. Una mañana para no olvidar y llenarnos todos de esperanza al ver que merece la pena entregar toda nuestra vida a Jesús.