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11 de marzo de 2014

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]D[/fusion_dropcap]urante el pasado fin de semana una expedición de jóvenes de nuestra diócesis marchamos hacia tierras del norte, a Navarra, para vivir la experiencia de las Javieradas. Salimos el viernes a las 10.30 desde la punta del parque donde realizamos una oración con los que vinieron a acompañarnos mientras el autobús aguardaba la partida. Fue un momento precioso el rezar en la calle ante la mira da atónita de los viandantes mientras cantábamos, rezábamos y nos despedíamos de nuestros amigos y familiares.

En el autobús nos presentamos todos, nos conocimos con bromas, risas que iban quitando el miedo y nos abríamos a la confianza del otro. Al despuntar al Alba, ya estabamos en SOS del Rey Católico (lugar de nacimiento de este rey) donde pudimos rezar laudes preparados por el hermano Bernardo que nos iba quitando las legañas para acoger el nuevo día con ojos renovados y ver lo que ese día Dios nos iba a regalar. Desayunamos un cafe calentito en el bar mas madrugador del pueblo, visitamos el monumental casco histórico con sabor a medieval y marchamos hacia Javier. En la pequeña villa de Javier comenzamos por donde todos empezamos en la iglesia, por la pila bautismal. En la pequeña iglesia de la Asunción San Francisco fue bautizado, delante de ella rezamos el credo.

Posteriormente visitamos una exposición de las Misioneras de Cristo Jesús donde nos explicaron características de los distintos continentes donde se encuentran en misión. Una de las misioneras de origen africano nos cantó con un tam-tam cantos de la tierra de su origen. Posteriormente visitamos la exposición de las Reducciones de los Jesuítas en Paraguay donde nos explicaron la historia de grandes hombres, los jesuítas, que quisieron cambiar el mundo del mundo Neolitico de los indígenas con un modelo cristiano de vida y que la ambición de los gobiernos destruyó el precioso ideal de las Reducciones. De ahí pasamos al Castillo de Javier, residencia del Santo en su infancia. En ese lugar podimos conocer la vida del santo: vida familiar, encuentro con San Ignacio, misiones en Africa, Asia, el milagro del cangrejo. Pero lo que mas disfrutamos fue de la oración en la capilla con el Cristo de la sonrisa. Fue un momento preciso de oración compartida. Finalizamos la visita en la basílica, edificada sobre el lugar donde nació Javier.

Después del almuerzo en Sangüesa, visitamos el Monasterio de Leire donden vive una comunidad de Benedictinos de clausura y pudimos ver el templo de los comienzos del románico. La tarde la terminamos en un paseo por Pamplona visitando la capilla de San Fermin y la ruta del encierro. Marchamos pronto a la cama ya que nos tocaba madrugar para ir al Via Crucis al día siguiente. A las 5.30 sonaba el despertador en el colegio de Santa Catalina de las hijas de la Caridad de Pamplona. Las Hijas de la Caridad a las que agradecemos su gran hospitalidad y enorme corazón, nos prepararon un gran desayuno para andar la caminata del Vía Crucis. Al llegar al punto de partida en Sangüesa, nos ofrecieron llevar la pancarta y las cruces de madera que acogimos gustosamente. Fue gracioso ver como los jovenes de Albacete llevaban la pancarta con el sello de Diócesis de Pamplona y Tudela. Le gastamos una pequeña broma a nuestro obispo: Hicimos una foto y se la enviamos a D. Ciriaco diciéndole que nos habíamos cambiado de diócesis y él nos contestó: “¡Que más quisieran los navarricos!”

El Via Crucis, con sus tradicionales estaciones, fue muy original en su concepción. Quien nos acompañaba fueron el Papa Juan Pablo II (que hizo la reflexión de la primera y última estación) y el Papa Francisco que hizo el resto. A través de la megafonía los Papas nos animaban en cada estación a seguir, orar, trabajar por los demás, pedir a la Virgen, reflexionar sobre nuestra propia vida. Fue un Via Crucis excepcional. Al terminar en la explanada del Castillo todos juntos celebramos al Eucaristia con el Arzobispo de Pamplona y Tudela en un clima juvenil que nos recordaba a las JMJ. Y bueno vuelta a casa con parada obligatoria en Zaragoza para rezarle a La Pilarica por el regalo de la Javierada que tanto bien nos ha hecho para seguir caminando en la preciosa aventura de ser seguidor de Cristo.

En el autobús hicimos una puesta en común de la aventura de la Javierada y bueno aqui van algunas citas:

La experiencia de convivir juntos los jóvenes da una realidad de familia — P. BERNARDO, LETUR

 Mi primera experiencia diocesana como seminarista. Pedir delante del Cristo de la sonrisa me emocionó.— ÁLVARO, SEMINARIO

Merece la pena cada uno de vosotros y la ilusión de seguir a Jesus de Nazaret.— J.J. TÁRRAGA, SAN PABLO

Estar con los jóvenes de mi diócesis por primera vez me ha emocionado. En las peregrinaciones te das cuenta del don de la fe. Rezad por nosotros. — ROQUE SEMINARIO

El levantarnos y vernos las caras con poco sueño, la hospitalidad de las Hijas de la Caridad y la convivencia del grupo me ha encantado. — AITOR, SAN JOSÉ

Gracias a Dios que nos ha reunido. Mis mejores momentos: El Cristo de la sonrisa y el credo en la pila bautismal. — ANTONIO, EL PILAR

Me han encantado los momentos de convivencia dentro del autobus. — CRISTINA

Me vais a faltar vosotros esta semana. El compartir, hablar, esta gran mini·jmj. — PABLO, LA ASUNCIÓN

Cuando me lo dijo José Agustín no lo dudé y no ha sido una experiencia increíble. — LAURA, HELLIN

Gracias a estas vivencias retomamos nuestro compromiso cristiano de anunciar el evangelio cada uno en su “misión particular”… universidad, amigos, el trabajo… — ELENA, SAN PABLO

Cada uno ha sido sal y luz.— JUAN ANDRES, LA ASUNCIÓN

Llevar la cruz me ha hecho pensar en las personas que estan llevando una cruz muy dura: paro, enfermedad, separación. — ANTONIO, SAN JOSÉ

Una experiencia bonita. — ALMUDENA. LAS ANGUSTIAS

En el Via Crucis he podido hacer silencio y reflexionar sobre mis cosas. — ALFREDO, SAN JOSÉ

Fotos y más información en www.pjalbacete.org