12 de diciembre de 2015
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Carlos Esteban Garcés es director del Área de Ciencias de la Religión de La Salle y estos días ha visitado Albacete con la intención de acompañar a los profesores de Religión para informarles sobre el currículo de esta asignatura en la nueva ley de educación, la LOMCE.
“Aunque una parte de la sociedad no lo considera importante”– nos dice– “considero que es tremendamente relevante para la persona plantear la posibilidad de que Dios habita en su interior. Si a edad temprana los más jóvenes lo descubren, su vida se ensanchará y se hará más grande, es lo que humildemente pretendemos en estas clases con los niños”.
Desde luego es un tema recurrente de plena actualidad, un asunto muy discutido siempre en la sociedad y en los medios de comunicación, el tan traído y llevado modo en el que la Religión debe ser tratada en cada una de las leyes de educación aprobadas en España.
Nos cuenta Esteban Garcés que “erróneamente se asocia a un privilegio de la Iglesia desde los tiempos de la dictadura franquista y este planteamiento, casi cuarenta años después, contamina la situación actual porque en realidad existe con todas las religiones pero muchos sectores lo contemplan como un ejercicio de poder sobre lo público, lo que dificulta poder mantener un discurso sano y real. Es básicamente un hecho educativo y esto es lo que tenemos que depurar, conseguir que la sociedad entienda que en ningún caso se suprime la libertad de los alumnos ni de las personas en general”, remarca.
Pero nuestro invitado de hoy, además de haber estudiado en profundidad la forma en que se ha abordado a lo largo de la Historia el tratamiento de la Religión en las aulas, también es profesor, así que sabe de primera mano lo que aporta a los alumnos. “Los edifica por dentro, sin duda, los cultiva, y ello se funda en las raíces de su personalidad, En palabras del gran Ortega y Gasset, es cuidar el cimiento, el estrato más profundo de las creencias en una persona. Esta fe, para nosotros, incluye la idea de Dios. Así, todo el mundo debería tener un estrato profundo, aunque no sea la creencia de Dios y lo que nosotros hacemos en la escuela es ampliar las raíces de las personas para que den estabilidad en un futuro a alumnos que serán ciudadanos. Si son emocionalmente estables, si son capaces de poseer una imagen ajustada de sí mismos, tendrán sentido interior, serán más felices y contribuirán a crear un clima social más sano”, afirma convencido.
Y es que sobre los aspectos renovados de la Religión llevada a las aulas estamos oyendo hablar mucho y con diferentes perspectivas en las últimas fechas, una confusión trasladada a la opinión pública que no ha facilitado precisamente el papel que los Obispos han podido jugar en esta nueva etapa. “No es cierto que los obispos hayan pactado con el gobierno la forma en que la religión deberá ser abordada en la escuela a partir de ahora, ni mucho menos. El nuevo tratamiento ha sido impuesto de manera unilateral por el Ministerio de Educación y aunque la actual será una solución tendente a mejorar las clases de religión, créanme– insiste Esteban Garcés- nosotros la valoramos negativamente porque no es fruto del acuerdo o del diálogo. La Religión queda debilitada en la LOMCE por mucho que se intente trasladar que responde a una mejora de la clase de Religión en la escuela pública o en la concertada, lo cierto es que no ha sido así”.
Entonces, ¿cómo explicar a la sociedad que no ha habido un pacto, un acuerdo, ni siquiera un diálogo por parte de los Obispos, que según nos cuentan, han vivido este cambio entristecidos por no haber podido lograr una situación mejor? Nos responde con sinceridad. “Habrá que abordar este asunto de manera natural, explicándolo con transparencia y sin complejos. No ha habido acuerdos ni con los partidos de izquierdas ni con la Iglesia”, asegura.
En la nueva Ley de Educación, el currículo contempla cuatro grandes aspectos lo cual constituye una verdadera renovación como síntesis teológica que, según Esteban Garcés, “nos va a permitir conectar con los alumnos y su realidad social actual”.
Después de escuchar con atención, el resumen final parece ahora más nítido; la clase de Religión en los próximos años no pretende otra cosa más que trabajar desde dentro de las personas para que puedan mejorar ellas mismas y por ende a la sociedad, “acercaremos de este modo la utopía del Reino que creemos”, afirma convencido.