28 de marzo de 2010
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Con el Domingo de Ramos, comienza la Semana Santa y con ella las procesiones. Por este motivo hablamos con José Valtueña, Presidente de la Junta de Cofradías de Albacete.
– ¿Qué mensaje te gustaría enviar a todas las personas que en los próximos días participarán de una u otra manera en los desfiles procesionales?
– La procesión debe empezar en la Parroquia, en los oficios. No es posible salir a la calle a anunciar algo tan importante como es la Pasión, muerte y resurrección de Cristo, sin haberse preparado adecuadamente.
Me gustaría invitar a todo el mundo a que esté muy atento a lo que sucede en las procesiones: que asistan y participen en las mismas con respeto y que intenten meditar lo que las imágenes quieren transmitir.
Cuando las procesiones pierden su sentido, cuando las desnudamos de la fe, y olvidamos nuestra raíz que es el mismo Cristo; caemos en el peligro de transmitir un mensaje equivocado, poniendo el énfasis en lo que realmente es secundario.
– Asistimos en la actualidad a un rechazo importante de todo lo que tiene que ver con Dios y la Iglesia. Las Cofradías de Semana Santa como Asociaciones de Fieles que son, ¿están sufriendo también esta realidad?
– En general, podríamos decir que estamos asistiendo a una purificación de las Cofradías, pues las personas que participaban en las procesiones como un modo de diversión han ido dejándolas. Quedan por lo tanto en nuestras filas aquellos nazarenos y costaleros que viven con mayor profundidad su fe, perteneciendo a la Cofradía.
Por otra parte hemos visto como (aunque la asistencia de público en los desfiles procesionales sigue siendo muy importante) se han incrementado las quejas de algunos vecinos a los que de alguna manera les «molestan» las procesiones. En estos casos, los cristianos debemos hacer valer nuestros derechos para ocupar las calles de nuestro pueblo, manifestando libremente nuestra fe en las mismas.
Hoy más que nunca, debemos ser fuertes y permanecer unidos en la fe, para cumplir con fidelidad y sin medias tintas nuestra tarea de catequizar en la calle.
– A nivel más personal: Además de Presidente de la Junta de Cofradías de Semana Santa, este es tu tercer año como seminarista diocesano. ¿Es posible escuchar la llamada de Dios al sacerdocio viviendo la fe en una Cofradía?
– Dios habla de muchas maneras y utiliza los medios que quiere. Ciertamente, la imagen del Santísimo Cristo de la Agonía y la de Ntra. Sra. de la Amargura que se veneran en la Catedral y a cuya Cofradía pertenezco desde que tenía doce años, han sido sustento de mi fe durante muchos años. Ese crucificado ya agotado por el esfuerzo físico y amoratado por mis propios pecados, me ha hecho meditar largamente sobre el regalo de la vida y la manera en que debe entregarse. En momentos de tristeza me acercaba a su capilla y mirándolo comprendía que mis problemas carecían de importancia. El Cristo de la Agonía me invitaba a seguir entregándome, haciendo de las dificultades un motivo más para superarme y darme a los demás. A su lado, la Madre de la Amargura agarrada a la cruz, me repetía una y otra vez la misma lección: «A pesar de todo lo mal que te vayan las cosas, espera en el Señor».
Tuve la suerte de descubrir que esa fe, aunque buena, se quedaba pobre; por lo que, aun manteniendo estas experiencias, comencé a profundizar: La vida en la Parroquia, la pertenencia a las Escuelas Pías y tantas experiencias hermosas con cientos de personas que el Señor ha puesto en mi camino, han sido el complemento ideal para que hoy sea (como digo siempre) el hombre más feliz de la tierra. No puedo concebir mi vida fuera de la Iglesia, fuera del servicio a los demás.