20 de febrero de 2011
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Jesús Fuster Pérez, nació en Valencia hace 32 años, fue ordenado presbítero hace tres años y este es el cuarto curso que está en Albacete.
– ¿En qué Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) has participado?
– El Señor me ha regalado la posibilidad de participar en tres JMJ, Paris 1997, Roma 2000 y Colonia 2005.
– ¿Con qué disposición fuiste a la JMJ de París?
– En agosto de 1997, con 19 años, había conseguido una de las ilusiones de mi vida, tener moto, me sentía más libre, pero no sabía vivir sin ella. Acababa de terminar mi primer año en la universidad estudiando filología clásica (latín y griego), pero me había ido regular tirando a mal. Me costaba bastante estudiar porque no sabía qué hacer con mi vida, me gustaba una chica pero también me atraía ser presbítero para educar cristianamente niños y jóvenes. Llevaba dos años en una comunidad cristiana, pero seguía pensando y sintiendo que mi vida era un desastre, no veía sentido a lo que hacía, los estudios, salir por las noches de fiesta, quedar con amigos, la moto, el fútbol, nada me hacía ser feliz.
– ¿Con quién fuiste a la JMJ?
– Me fui con 300 jóvenes de la parroquia Santo Tomás, apóstol de Valencia, donde había hecho las catequesis del Camino Neocatecumenal. Antes de ir a París pasamos por Ars y Lisieux para conocer la vida del santo cura Juan María Vianney y de santa Teresa del Niño Jesús. Me quedé impactado de la sencillez y de la santidad de Dios en la vida de estas personas.
– ¿Qué experiencia tuviste durante la peregrinación?
– Durante el viaje experimenté la soledad, aunque estuviera con amigos o con todo el grupo me sentía sólo, en el encuentro con el Papa éramos un millón de jóvenes y sin embargo estaba a solas. A lo largo de esos días hablé con la chica que me gustaba, era la oportunidad que había estado esperando, pero cuando estaba con ella me seguía sintiendo sólo, no quise utilizarla para llenar el vacío interior que sentía.
– ¿Qué tal las actividades de la JMJ?
– Muy bien, Jesucristo se hizo presente en esa soledad a través de la Palabra de Dios, las catequesis, los encuentros con jóvenes, las celebraciones, la confesión, el diálogo con amigos y las palabras del Papa, de los catequistas y presbíteros que nos acompañaban.
– ¿Qué escuchaste en la Vigilia y la Eucaristía con el Papa?
– Jesús de Nazaret me preguntó ¿qué buscas?, lo cual me ayudó a descubrir la esperanza de vivir la auténtica y verdadera felicidad que deseaba. En mi también resonaba otra pregunta, la del apóstol Juan, maestro ¿dónde vives?, pues el Señor había grabado en mi corazón la convicción de que sería feliz haciendo su voluntad.
– ¿Te encontraste con Cristo en la JMJ?
– El Señor Jesús me contestó: ven y verás, sígueme y te haré feliz, quédate conmigo y encontrarás lo que buscas. Al día siguiente de la Eucaristía con el Papa, hubo en un encuentro de jóvenes con Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal, después de escuchar el Evangelio y la predicación, nos invitó a que si algún joven sentía la llamada de Dios al presbiterado se pusiera en pie como gesto de disponibilidad, entonces el Espíritu Santo en mi corazón me dijo que me levantara y me dio fuerzas para superar la debilidad que sentía.
– ¿Y después de la JMJ qué?
– A partir de esa experiencia comencé a poner en práctica estas palabras del Evangelio: Fueron, vieron y se quedaron con él… Hablé con un presbítero, fui un mes de experiencia a un seminario compartiendo su vida, después volví a casa de mis padres, tras medio año de madurar la decisión pedí entrar, vi durante año y medio en qué consistía vivir con Jesucristo y me quedé. Por eso para mí la JMJ es un encuentro con el Señor, en medio de la Iglesia, que me va renovando para que algún día llegue a ser cristiano según la voluntad de Dios.