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23 de diciembre de 2016

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El pasado viernes 9 de diciembre, por la noche, tuvo lugar en Albacete la celebración del envío misionero del sacerdote Javier Pla.

El marco era de lo más apropiado: una pequeña capilla a rebosar de gentes venidas de distintos lugares, presidiendo el obispo de la diócesis con una docena de sacerdotes y, detrás de la reja, una comunidad de carmelitas contemplativas cantando…

Según José María Rojo, director general del IEME, Instituto Español de Misiones Extranjeras, de esta manera tan sencilla, sin ruido, sin alharacas, la “Iglesia de Albacete” estaba enviando a la misión al sacerdote Javier Pla, quien ya ha aterrizado en Honduras, decidido a iniciar su segunda etapa misionera en la Mosquitia centroamericana, la primera fue de casi 10 años en El Petén, Guatemala”.

Feligreses de varias de las parroquias que Javier había atendido los últimos años se hicieron presentes para dar ese empujón final a quien les representaría en la misión universal. El obispo de la diócesis, Mons. Ciriaco Benavente, quien presidía la celebración, les dijo que, “aunque siempre es difícil para un pastor desprenderse de un sacerdote, lo hacía con alegría sabiendo que la diócesis de Albacete se iba a enriquecer con la ida de Javier a la misión”.

¿Y por qué en un convento de clausura? El protagonista lo explicó diciendo que la relación con ese convento venía de familia, desde tiempos de su abuela; más aún, señaló hacia un rincón donde en un confesionario —por primera vez— él había confesado, a quien sería luego Mons. Larrauri, que quería ser sacerdote…

Entre bromas el director general del IEME, también presente, dijo que Javier lo que buscaba era asegurarse un buen paquete de oraciones que, seguro, le harían falta en la misión. Y es que Javier ha decidido llevar a cabo esta segunda etapa unido a los misioneros del IEME, cauce para sacerdotes diocesanos que desean ir a la misión. “Irá así unido a nosotros, a través del IEME —una semana antes había hecho su compromiso misionero en la fiesta de San Francisco Javier— pero enviado y respaldado por su iglesia de Albacete. ¡Suerte Javier y a parlotear el misquito cuanto antes!”, añade José María Rojo.