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22 de junio de 2015

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La puesta en práctica de las propuestas del documento “Iglesia, servidora de los pobres”, la nueva instrucción pastoral de la Conferencia Episcopal Española, está promoviendo que se pongan en duda y se cuestionen creencias o situaciones que se dan por sentadas e inamovibles en la sociedad, sobre los pobres, las causas de la pobreza, la crisis, la economía y la política.

Por ejemplo, la creencia extendida en la sociedad de que “la pobreza es consecuencia de un fatalismo, o que es que tiene que haber pobres”. Pues no es así, porque la pobreza, que está afectando con especial intensidad por la crisis económica a las familias: los jóvenes, mayores, y a la infancia; a la gente del campo y la mar, y a los emigrantes, es evitable, hay recursos para todos, y los principales obstáculos para erradicarla no son técnicos, como así se viene dando a conocer a la opinión pública, sino éticos, sociales, económicos y políticos. Es necesario que conozcamos las causas que la generan para luchar contra ellas y combatirlas”.

Así lo afirmó el delegado de Acción Caritativo-Social de la Diócesis de Albacete, José Vicente Monteagudo Rodenas, en el acto de presentación de este documento en el salón de actos del Obispado de Albacete, celebrado el pasado día 3 de junio, junto con los representantes de Cáritas, Confederación de Religiosos y Religiosas (CONFER), Justicia y Paz, Manos Unidas y la Familia Vicenciana.

Otra de las creencias que se dan por sentadas y que la aplicación de este documento está cuestionando, es la de la autonomía absoluta del mercado: “se nos da a entender que el mercado lleva su marcha y no hay que tocarlo, pero sí que nos toca a nosotros y aquí nadie es culpable de nada”.

“Esta es una idolatría que genera una economía sin rostro, en la que se sacrifica lo humano al dinero y la política al rendimiento, de tal manera que el rendimiento económico se convierte en fundamento de la existencia”, señaló José Vicente Monteagudo, indicando que “Iglesia, servidora de los pobres”, pone de manifiesto la necesidad de recuperar la dimensión ética de la economía, poniendo lo humano en el centro. Esto exige no separar la gestión económica tendente a crear riqueza, de la política que debe crear justicia, redistribuir y arbitrar”.

Causas más profundas que las materiales
Asimismo, entender la crisis como algo técnico y no moral es otra de las creencias que quedan cuestionadas con la aplicación de este documento. A lo largo del contenido de “Iglesia, servidora de los pobres”, se demuestra que la crisis económica tiene como trasfondo una crisis moral muy grande, una crisis del sentido de lo humano, y se destaca el tema de la corrupción como un mal moral, planteándose la necesidad de una regeneración moral: de un mayor aprecio del bien común y de favorecer la cohesión social”.

En definitiva, el documento pone al descubierto que los problemas sociales y económicos tienen causas más profundas que las materiales: en el origen de la crisis actual hay una crisis previa más honda sobre la que está sustentada el orden económico actual, que es la negación de la primacía de lo humano que está en paralelo con la negación de la primacía de Dios en la vida personal, que genera esas estructuras de pecado, personal y social. El orden económico está establecido sobre el afán de lucro, y el beneficio como fin último genera pobreza. Por tanto, urge la necesidad de recuperar una economía basada en la ética”.

Paralelamente, “Iglesia, servidora de los pobres” da propuestas a favor del desarrollo integral de la persona y para afrontar las raíces de las pobrezas, defendiendo la vida y la familia como bienes sociales fundamentales e instando a afrontar el reto de una economía inclusiva y de comunión.

Crecientes desigualdades
Los obispos de la comisión de Pastoral Social, en esta instrucción pastoral que fue presentada el 24 de abril de 2015, piden especialmente a quienes trabajan en la acción social y caritativa de la Iglesia, “que continuéis en el esfuerzo por superar la situación y mantengáis viva la esperanza”, ante la necesidad de los cristianos como miembros activos de la sociedad civil, de dar una respuesta eficaz “ante las crecientes desigualdades sociales y económicas y las demandas cada día mayores que los pobres nos presentan”.

En este sentido, el obispo de Albacete, Ciriaco Benavente Mateos, explicó que “Iglesia, servidora de los pobres”, describe y analiza la situación de las familias y personas golpeadas por la crisis, e identifica las causas ahondando en ellas, para terminar ofreciendo unas propuestas de actuación, y que “tal como se dijo cuando fue presentada, esta instrucción pastoral no nace desde ideologías políticas, económicas o sociales, sino desde el Evangelio y desde esa concreción del Evangelio que es la doctrina social de la Iglesia. No es un documento contra nadie, sino la voz de la Iglesia que quiere hablar a los fieles, que quiere iluminar la situación de los problemas que tiene nuestro país con una serie de propuestas esperanzadoras desde la fe, para servir mejor a esta sociedad y para intentar la transformación de esta sociedad”.