26 de marzo de 2017
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Ricardo Grzona es argentino, es conferenciante bíblico de la editorial Edelvives, especialista en pastoral y en catequesis y también experto en animación bíblica.
Desde luego ha sido todo un placer contar con él, por vez primera en Albacete, para participar en el Encuentro de la Misión Diocesana que tuvo lugar el pasado 4 de marzo.
Un importante y multitudinario acto que resultó todo un éxito de convocatoria además de una gran oportunidad para escuchar y aprender de destacadas personalidades del mundo eclesial y social. Entre ellos, nuestro protagonista de hoy.
Nos habla Grzona de la enorme importancia de la Palabra de Dios en esta Misión: “Cuando hablamos de la Palabra, nos referimos evidentemente a Nuestro Señor Jesucristo que es la palabra eterna que el Padre pronuncia para salvarnos, por lo tanto, en esta Misión con la Palabra, lo que tenemos como punto final de referencia es el encuentro con Jesucristo que nos lleva de la mano de la Iglesia en estos 20 largos siglos de caminar a poder rehacer, revivir y retomar esa Palabra que da vida al Pueblo de Dios”.
Pensamos que no hay Iglesia sin salida, sin estar en continuo movimiento, ésta es la Palabra que nos anima a salir y en este sentido Ricardo alude al papa Francisco, quien en sus discursos dice preferir una “Iglesia herida o accidentada por salir” a una “Iglesia enferma por estar encerrada” en una auto referencialidad: “Nos hemos estado mirando a nosotros mismos, a lo que hemos creado en todo este tiempo, pero también debemos fijarnos en una gran cantidad de gente que está lejos de conocer nuestra realidad y de quienes, sin darnos cuenta, nos hemos alejado. Es por eso que el Papa reivindica una Iglesia en salida a lo que él llama la Periferia Existencial”.
Y no se refiere Grzona únicamente a la gente marginada social o económicamente si no a cualquier persona apartada en una periferia donde no haya tenido la oportunidad de vivir un encuentro con el Absoluto, el Señor Jesús, de ahí que en ese ámbito concreto podamos encontrar “a un estudiante universitario o a una familia acomodada que nunca ha tenido y no conoce un encuentro con Jesucristo”, añade.
La idea es por tanto presentar el Evangelio con la frescura de siempre, como la Buena Noticia o la Gran Novedad, en un intento de acercarlo a los demás.
¿Y, cómo hacerlo? Es esta, para Ricardo, “la pregunta del millón de de euros”.
Razón tiene, pues el cambio debe partir de lo metodológico, de la forma y manera en que la Iglesia se dirige a las personas y el proceso es costoso.
Nos cuenta también Grzona que el inicio de esa comunicación surge de la cultura del entendimiento de cada uno: “A muchos jóvenes les gusta la música y deberíamos esforzarnos en divulgar la Palabra con buena música, con ritmos y estilos bien diversos cercanos a los gustos de los jóvenes. También les apasiona pintar, el arte urbano de los grafitis, el teatro, el cine, etc… Pensemos que no existe una metodología única para evangelizar, que hay que presentar el Mensaje en el idioma que ellos pueden entender y sentir más vivamente”.
Contagiosa es la pasión con la que Ricardo anima a conocer la Biblia y así lo demostró en la conferencia titulada “Te doy la palabra” que pronunció recientemente en nuestra ciudad. Pero también lo hace en la charla que mantenemos con él y no cesa en su ilusionante empeño que resume en pocas palabras, “la alegría de evangelizar” y ejemplifica el sentido de su idea en no acometer esta importante responsabilidad como si transmitiéramos un concepto, si no como una vivencia de encuentro que tenemos con Nuestro Señor Jesucristo. “Nadie puede salir a evangelizar como si se acabara de tomar un zumo de tres limones, con una cara agria, hay que hacerlo con cariño, con un buen estilo y una gran sonrisa, dedicándonos especialmente a aquellos que desean recibir nuestro mensaje”.
La intención es clara pues ante todo interesa la persona, aquella que se encuentra en una necesidad cualquiera, por eso, la forma de evangelizar debe estar basada en la alegría y en poder transmitir el encuentro mantenido con Jesús que nos ha cambiado la vida.
Ricardo Grzona se ha sentido feliz en Albacete y estaría encantado de poder volver en una próxima ocasión “para mantener nuevamente encuentros alegres donde el Señor Jesús sea en centro de todo y el motivo por el cual nos reunimos”.
Será un placer volver a escucharlo y aprender de él.