19 de septiembre de 2012
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Simón Ki es un sacerdote de Burkina Faso. Fue ordenado sacerdote el año pasado. Vino por primera vez a Albacete hace siete años, enviado por su Obispo (Monseñor Toé) para que le hicieran una revisión de corazón. Gracias a la ‘Fundación Recover’ -Hospitales para África- fue operado en la Clínica Capio por el Dr. Aldámiz. La operación resultó un éxito completo porque hace vida normal. En la revisión hecha hace unos días le ha dicho que está estupendamente.
Una catequista que también colabora en la Fundación Recover estuvo en África hace unos meses y visitó la parroquia de Simón. Viendo la situación tan precaria en la que están los niños en la escuela y en la catequesis propuso a la parroquia que el proyecto que financian los niños que reciben la primera Comunión este año en la parroquia se destinara al proyecto que envió Simón. La generosidad de los niños y sus familias se desbordó y superó la cifra del proyecto enviado por Simón.
– ¿En qué consiste el proyecto?
– Consiste en construir dos aulas para niños de catequesis. Ahora damos la catequesis a la sombra de un gran árbol. Tampoco hay sillas, ni agua, ni servicios. Con este dinero construiremos las aulas con servicios y agua; compraremos asientos, libros y algún material para la escuela y para la catequesis.
Es un gran proyecto para los niños de la parroquia. Aprovecho este momento para agradecer a la parroquia de S. José, a los feligreses y, sobre todo, a los niños que han tomado la Primera Comunión este año, su generosidad que por la gracia de la Comunión les ha llevado a compartir lo que tienen con otros niños de Burkina.
– ¿Cuántas parroquias atiendes en tu diócesis?
– En la parroquia de Oury estamos dos sacerdotes y tenemos a nuestro cargo 24 pueblos. Durante todos los días de la semana los vamos visitando y celebrando la Eucaristía. En dos semanas visitamos todos los pueblos.
Los domingos, en los pueblos que no podemos visitar, el catequista se encarga de hacer la Celebración de la Palabra de Dios y distribuir la Comunión (con la estructura de la Misa pero sin Consagración).
Cuando vamos a los pueblos a celebrar la Eucaristía se reúnen allí no sólo los cristianos de ese pueblo sino que también se unen los de los pueblos cercanos con su catequista (algunos vienen andando varios kilómetros). La Eucaristía es una fiesta en la que se comparte la fe y se experimenta la hermandad. Después de la misa también compartimos la comida, la bebida, la danza. Es la gran fiesta.
– En Burkina y en toda África parece que el creyente es más espontaneo, más natural al expresar su fe en las celebraciones…
– Es posible porque allí en las celebraciones cualquiera se levanta y hace su comentario a la Palabra de Dios y la gente muy sencilla y sin ningún estudio expresa, dice, cosas muy sensatas y muy buenas para todos. Cantamos mucho y expresamos con el canto los sentimientos que vivimos. A veces le tenemos que decir a la gente: vamos a cortar ya los cantos porque tenemos que ir a otros pueblos. También a la hora de rezar decimos lo que sentimos y lo que el Señor nos inspira. Por ejemplo: en la oración de los fieles nunca leemos (como aquí); cada uno dice fuerte lo que quiere que pidamos todos a Dios. Se puede expresar uno mejor o peor pero a nadie le da vergüenza rezar lo que siente en su corazón.
– El catequista en Burkina tiene una tarea más intensiva que aquí.
– Sí; por lo que veo aquí, se parece más al diácono permanente. El catequista y toda la familia se desplazan a los cursos de formación. Una vez formados hacen la Promesa ante el Obispo. La atención a la Iglesia es la dedicación principal del catequista. Es el que decide cuando no estamos nosotros. Se encargan de la catequesis, de las celebraciones de la Palabra, etc. El catequista es casi imprescindible.
– A final de este mes vuelves a Burkina. Vas a estar, en total, dos meses en Albacete ¿qué experiencia te llevas de lo que has visto como cura?
– En los meses de agosto y septiembre la gente aquí está de vacaciones y hay menos actividades, pero me llevo la experiencia de la misa diaria en una parroquia. En Burkina es más difícil crear la costumbre de la misa diaria. Una de las causas es que no puede haber esa constancia del sacerdote todos los días… En la parroquia donde más he estado ha sido en la de S. José en la misa de 10 de la mañana. Los que vienen (un grupo grande), vienen sinceramente. Me imagino que en otras parroquias también. Me ha gustado la fidelidad de la gente todos los días a las diez de la mañana, como una familia en la que terminas conociendo a la mayoría. Me he sentido acogido y han estado siempre muy cercanos a mí. Al terminar la misa muchos pasaban a saludar, a preguntarme cosas o a darme la opinión sobre la homilía. Eso me ha gustado mucho. Me han tratado con confianza. Me ha gustado su constancia, su fe y su manera rezar. En la Confesión he visto su exigencia de conciencia, su sinceridad. He notado que buscan verdaderamente a Dios. Quieren estar más cerca de Él.
Quiero aprovechar este momento para dar gracias a Dios por este tiempo que he pasado en Albacete, gracias al Sr. Obispo y a todos los sacerdotes: a algunos ya los conocía de antes (cuando vine hace siete años), a todas las personas que he conocido y, especialmente a los niños que han hecho posible el Proyecto de Primera Comunión con el que construiremos las dos aulas con todo lo que se necesita en cada una de ellas. GRACIAS A TODOS.