16 de septiembre de 2013
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El domingo, 22 de septiembre, a las 17,30 horas en la Santa Iglesia Catedral, el Obispo de Albacete, Ciriaco Benavente, ordenará sacerdotes a cuatro jóvenes para la Iglesia de Albacete. Fernando Zapata, arquitecto y natural de Villarrobledo; José Valtueña, fue empresario y es natural de Albacete y los frailes Carlo Venosino y Bernardo Cugno, religiosos italianos, que ejercer su ministerio en Letur.
Fernando,¿ha merecido la pena todo lo que habéis dejado atrás por vuestra decisión de entrar en el Seminario?
Indudablemente. El Señor es muy grande y mi vida ha cambiado al cien por cien. Y es curioso, porque estaba haciendo lo que se supone que es lo que más me gusta, que es dibujar, la Arquitectura. Mi familia viene de arquitectos, de ingenieros y me he criado en un estudio de Arquitectura. Era la ilusión de mi vida. Sin embargo, cuando ves que necesitas algo en la vida… te empiezas a preguntar qué es lo importante; ahí aparece el Señor, la parroquia, la ayuda de la familia y tienes que cambiar por el Señor. Ni me arrepiento, ni echo de menos lo de antes. Alguna vez cojo el lapicero, pero ya está. Ahora toca ayudar a construir el Reino de Dios.
Hno. Carlo, ser sacerdote ¿por y para qué?
Creo que no es tiempo de preguntas y respuestas, pues lo que nos pasa es más allá de lo que se puede comprender. Dios lo ha hecho por qué y para qué, ¡no lo sé!. Creo que solo es por amor y para amar.
En el amor de Dios para nosotros está la respuesta. Acoger su amor. Creo que nuestra respuesta puede ser el compromiso amoroso, de entrega total por Dios y para todo hombre, para Dios y para los hombres. Una actitud para ofrecerse: ¡aquí estoy Señor, para que tú me lo enseñes!
Hno. Bernardo, ¿qué sientes en estos momentos previos a la ordenación?
En estos momentos siento multitud de emociones. En primer lugar un gran gozo por ser llamado con mis muchas limitaciones, miedos y, sin embrago, Dios confía en mí y quiere entregarme lo que para Él es más precioso: su rebaño.
Siento estupor. Lo que siempre ha sido un sueño, un deseo, una esperanza, ahora ya lo veo como una realidad que de brazos abiertos se acerca, puedo decir corriendo, faltando solo una semana.
Hay momentos en que siento miedo ante las dificultades del mundo de hoy pero es cuando recurro aun más a la oración para arraigarme en cristo, único y verdadero Pastor, de quien yo seré sólo instrumento en sus manos.
Este momento también quiero sentirlo en la soledad e intimidad del encuentro, para vivirlo en plenitud en mi oración para sentir esa unidad en el sacrifico, en el amor. Una comunión profunda que se alimenta retirado en el monte y luego bajando al valle para convertirse en misión.
José, si algún joven o no tan joven está pensando en ser sacerdote, ¿qué le dirías?
Eso es, joven o mayor, que nosotros tampoco somos ya unos críos, de hecho, yo ya pinto canas. Yo lo que digo siempre es que hay que fiarse. Cuando uno siente la llamada tiene que dar pasos para acercarse al Señor. Quien ha sido llamado o quien se está planteando la vocación es porque realmente el Señor lo está llamando y hay que seguir el proceso para descubrir hasta dónde nos quiere llevar Él, pero lo importante es fiarse, esa fue mi experiencia. Yo durante muchos años, pensaba que quizás era posible, pero lo dejé, hasta que dije: Señor, me voy a fiar de ti, y a medida que yo me fiaba, Él me fue dando, dando, dando… es decir, que no lo cambio por ninguna otra cosa en el mundo y no encuentro el modo de ser más feliz.