16 de junio de 2013
|
115
Visitas: 115
Nuestro Obispo, D. Ciriaco, hace una valoración de este curso, “muy intenso”, marcado por el Año de la Fe y la manera en que se está viviendo en nuestra Diócesis, con iniciativas y experiencias muy ricas, si bien aún queda mucho por hacer en lo referente a la revitalización de la fe de muchos bautizados. Tenemos un buen Plan Diocesano de Pastoral “Nos renovamos para evangelizar”, que continúa guiando nuestra labor, pues “la renovación de nuestras comunidades – redescubrir el gozo de creer- es imprescindible para seguir ofreciendo al mundo el tesoro que es el Evangelio”.
PREGUNTA. ¿Qué aspectos pastorales destaca en este año que hemos vivido? (Parroquias nuevas, actividades,….)
RESPUESTA. El curso que termina ha sido muy intenso. Ha estado marcado por la feliz iniciativa de Benedicto XVI al convocar el “año de la fe”. Momentos especialmente significativos han sido la apertura del Año de la Fe, celebraba en la S. I. Catedral con una significativa presencia de fieles de toda la Diócesis y seguida de un acto testimonial en el Auditorio Municipal de Albacete. Otro acto significativo ha sido el Congreso sobre Nueva Evangelización celebrado, a propuesta de la Delegación de Apostolado Seglar los días 23 y 24 de Noviembre. La calidad de las ponencias presentadas y la fuerza de los testimonios aducidos fueron muy clarificadoras y estimulantes. Tengo que apuntar como una realidad importante la inauguración del nuevo templo para la parroquia de Santo Domingo, un sueño, acariciado durante muchos años, que pudo hacerse realidad.
P. Este Año de la Fe se proponían peregrinaciones a Roma y a Tierra Santa. Ya se ha realizado la primera ¿Qué tal la experiencia?
R. Se programaron con motivo del Año de la Fe dos peregrinaciones de rango diocesano: una a Roma, para renovar la fe y expresar nuestra comunión eclesial con el sucesor de San Pedro y otra, a Tierra Santa. La primera, que se llevó a cabo en la Octava de Pascua, nos brindó la feliz coincidencia de poder conocer al nuevo Papa Francisco. Participamos unas ochenta personas, que vivimos unos días tan intensos como espiritualmente jugosos. A mediados de julio tendrá lugar la otra peregrinación a Tierra Santa.
P. Sobre los acontecimientos eclesiales a nivel universal, la renuncia de Benedicto XVI, la elección del Papa Francisco. ¿Qué destacaría y cómo lo ha vivido?
R. Han sido, efectivamente, dos acontecimientos eclesiales de primera magnitud. Primero, la sorpresa de la renuncia de Benedicto XVI, un gesto de gran transcendencia, que pone de manifiesto su humildad y su finura espiritual. El segundo, no menos sorprendente, de la elección, en un corto espacio de tiempo, de alguien que viene del Sur, de Latinoamérica: un pastor encarnado en “los gozos y esperanzas, en las tristezas y angustias” de su pueblo. Un Papa poco convencional, con la libertad de los hijos de Dios. Su pontificado seguirá dando que hablar para bien de la Iglesia y del mundo. Por mi parte, he vivido ambos acontecimientos con profunda emoción y con mucha esperanza.
P. Sobre el Año de la Fe, cómo se está viviendo en Albacete.
R. Ya decía que ha sido éste un curso intenso. Ha habido iniciativas y experiencias muy ricas, aunque se tenga la impresión de que queda mucho por hacer en lo referente a la revitalización de la fe de muchos bautizados.
P. Mirando al futuro, ¿Qué nos queda por hacer? ¿Cuáles son los retos para el curso que viene?
R. Queda siempre tanto por hacer que parece que hay que estar siempre comenzando. Tenemos un buen Plan Diocesano de Pastoral -“Nos renovamos para evangelizar”- en el que están señalados nuestros objetivos y nuestros retos de futuro. La renovación de nuestras comunidades – redescubrir el gozo de creer- es imprescindible para seguir ofreciendo al mundo el tesoro que es el Evangelio. Sin Dios, sin la luz de la fe, sin el calor de la caridad y sin el dinamismo de la esperanza… el mundo andará desfondado y desnortado. La motivación última para evangelizar, créemelo, no nace del deseo de recuperar las cotas de poder que se pudo tener en otras épocas, no tampoco del deseo de aumentar la clientela, sino del convencimiento de que tenemos, porque tiene su origen en un Dios que es amor, la mejor propuesta para la realización y la plenitud del hombre y de la sociedad.
P. ¿Cómo vive usted el verano?
R. En verano siguen las ocupaciones, aunque sean un poco más ralentizadas. Hay que hacer nuevos nombramientos, una tarea no fácil cuando son muchas las necesidades y escasos los efectivos. Tengo ya anotados varios compromisos con algunas parroquias, que celebran sus fiestas en verano y que quieren que vaya el obispo. Acompañaré, si Dios quiere, la peregrinación a Tierra Santa y espero sacar unos días libres para retirarme o estar con la familia.