12 de octubre de 2014
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l cura párroco de la Parroquia de San Pablo, José Joaquín Tárraga Torres, pregonó ayer, en la Iglesia Catedral de Albacete, el DOMUND 2014 en nuestra diócesis: el Domingo Mundial de las Misiones, día en el que toda la Iglesia reza y colabora económicamente en favor de la actividad evangelizadora de los misioneros y misioneras, y que con el lema Renace la alegría #Yo soy Domund, vamos a celebrar el 19 de octubre.
“Es el momento de apoyar a nuestros misioneros, que necesitan nuestra oración y reconocimiento, y del compromiso con nuestro dinero, con nuestro compartir. De ser DOMUND. Hacernos de todos y para todos. Ayudemos con generosidad”, proclamó con fuerza José Joaquín Tárraga, en un pregón cargado de emoción y profundo reconocimiento a estos hombres y mujeres, que en España son 13.000 repartidos en 130 países. Con ellos, los españoles hemos realizado 438 proyectos en 77 países, el año pasado.
“Los misioneros son nuestros mejores embajadores de la grandeza humana. Son signo de humanidad frente a un mundo manchado por el egoísmo y la sin razón de la injusticia”, defendió este sacerdote.
“Las mujeres son mayoría. También los laicos misioneros van creciendo. Misioneros de por vida, entregados a la causa de la alegría. Rostros concretos como el de Miguel y Manuel, víctimas del ébola, que han entregado su vida por ayudar a los enfermos y desahuciados”, afirmó José Joaquín Tárraga, gran conocedor y admirador del mundo de la misión Ad gentes, por la que ha trabajado intensamente durante los doce años que ha sido delegado diocesano de Misiones, y conocido como el cura de las Misiones, como muchos continúan nombrándole aquí, en la Diócesis de Albacete.
“Aún recuerdo a los jóvenes de confirmación cuando en mis años de seminarista, Ruben me decía que me iba a ir con los leones a África. Amo las misiones, sí, y admiro a los misioneros. Y lo hago sin haber tenido la suerte de ser misionero Ad gentes. Para mí, ha sido un regalo de Dios poder trabajar tantos años con los misioneros. Conocer sus rostros, saber de sus sueños, compartir fracasos o sufrimientos”.
Misioneros de la Palabra, como Adrián en Tanzania, que dice que para él su vida misionera tiene dos caras, las de los proyectos realizados y la más importante para él, la de ser enviado a llevar el Evangelio de Jesús a pueblos que nunca oyeron hablar de él. Darles a conocer el modelo de persona que Dios propone. Para los no creyentes y para los de otras religiones, ellos son rostros del Resucitado.
Misioneros de la pobreza, como Isabel, en el Congo, donde salen a la calle buscando personas excluidas de todo, al límite del abandono.
Misioneros de la salud, como Raquel en Mozambique, que cada día es testigo de milagros de esperanza que dan fuerza para combatir el mal en un pequeño hospital y creer que la realidad no es simplemente lo que vemos y que nunca está todo perdido.
Misioneros de la educación, como Jesús, que está en Bolivia, que comenzó una escuela con creatividad e ingenio con 159 alumnos al aire libre, con pizarras colgadas en los árboles. Y los niños iban dando la vuelta al árbol según giraba el fuerte sol.
Misioneros de la justicia y la paz, como Benedicto en Angola, que desde 1986 en plena guerra civil en Angola marchó para tratar con huérfanos de guerra, viudas, mutilados y refugiados. Había que convertir este país desde el perdón en un lugar de diálogo.
Misioneros de la entrega, como Miguel y Manuel, víctimas del ébola.
Es el momento de anunciar a Dios
“Merece la pena darse”, anunció José Joaquín Tárraga. “Esto contrasta con una sociedad en la que nos encontramos todos nosotros, donde parece que la alegría está en tener y en el bienestar”.
“Sin embargo, con los misioneros renace la alegría. La fuente de su alegría está en la experiencia de donarse, de entregarse ellos mismos. Renace la alegría en rostros concretos como el que ve cada día Rafael, en Ecuador, que ve cómo el viejecito indígena Wanpuch, que siempre buscó la venganza, ahora sabe perdonar y pide ser cristiano, bautizarse y casarse por la Iglesia. O Asunción, en Filipinas, que ha descubierto cómo es feliz dándose a los demás en un parvulario con comedor para niños malnutridos”.
“Los misioneros son los protagonistas de este envío de Jesús, id por todo el mundo y proclamar el Evangelio de la alegría. Por eso Renace la Alegría. Es el momento de disfrutar de los signos de paz, de compartir gestos de amor, es el gozo de la vida dada. Es momento de anunciar a Dios. Cada uno de nosotros somos signos de su amor, sabemos que viviendo su Palabra esta tierra cambiará el ser”, manifestó José Joaquín Tárraga, que recordó que por el bautismo todos somos misioneros.
“Los misioneros no están solos, no salen por su voluntad, sino enviados. Su tarea es mi tarea. Su misión es mi misión, al tiempo que nuestra identidad es ser misioneros, salir de nosotros, salir al mundo”.
Al principio del pregón, José Joaquín Tárraga agradeció al actual delegado diocesano de Misiones, Fernando Zapata, su invitación a “este privilegio de pregonar el Domund” y su tarea al frente de esta delegación, y destacó la labor de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, “que a lo largo de todos los años habéis trabajado codo a codo conmigo”, con un recuerdo especial a la Hermana Clara, Pilar, Mariana, María José, Sole… “todo lo hacéis con gratuidad”.
También al equipo de Misiones: Juan, Alfonso, Herminio, Paco… y a todos quienes trabajan para hacer de Albacete una diócesis misionera.