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6 de enero de 2019

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l día 6 de enero se celebra la jornada dedicada a los Catequistas Nativos, verdaderos prota­gonistas de la evangelización en las Iglesias de misión. En Amé­rica, Asia y, sobre todo, en Áfri­ca su labor es inestimable, por la cercanía al pueblo de Dios en su vida cotidiana y por cómo plantan y cultivan la semilla de la fe, por enseñar a rezar a los más peque­ños y vivir con coherencia a los mayores. 

En la fiesta de Epifanía, mani­festación del Salvador a todos los pueblos, la Iglesia llama la aten­ción sobre la urgencia misionera con este recuerdo y apoyo a los ca­tequistas en los territorios de mi­sión. La organización y animación de esta jornada está encomenda­da por la Santa Sede al Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME). Y es que, en la Epifanía, se celebra también la fiesta misio­nera de este Instituto, verdadero cauce a la misión para los sacer­dotes diocesanos en España. En Albacete, tenemos cinco misione­ros de IEME, tres de ellos, activos, en la misión: Mons. Ángel Floro, Javier Plá, y Julián Mansilla. Los demás son misioneros regresados, llevando tareas de evangelización en nuestra diócesis. 

Fue el Papa Benedicto XV quien respaldó esta puerta a la mi­sión. Un Papa que alentaba a los sacerdotes diocesanos a llevar el mensaje del Evangelio a todos los rincones del mundo. El Papa que escribió la carta apostólica «Maxi­mum Illud», el mismo año que se fundaba el IEME, y cuyo centena­rio ha llevado al Papa Francisco a convocar el Mes Misionero Ex­traordinario de octubre de 2019. Tras el cambio de mentalidad que supuso el IEME, surgieron otros cauces para vivir la misión, a par­tir de las diócesis, como las misio­nes diocesanas, los hermanamien­tos entre diócesis y parroquias, los acuerdos de colaboración… 

La fiesta misionera de la Epi­fanía tiene, por tanto, dos desti­natarios de la generosidad de los fieles: los catequistas y el IEME. La mitad de la colecta de ese día, correspondiente a los catequistas en los territorios de misión, se entrega a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, que lo destina a su sostenimien­to y formación. La otra mitad va destinada al Instituto Español de Misiones Extranjeras, pionero en la toma de conciencia de que todo cristiano es misionero, sea religio­sa o religioso, sacerdote o laico.

EL IEME 

Queremos aprovechar esta fiesta mi­sionera del IEME, el día 6 de enero, para presentar un camino misionero que comenzó hace casi 100 años en España (el próximo año celebraremos el centenario). Hasta el siglo XIX, se pensaba en la iglesia española que sólo podían ser misioneros, que solo tenían que salir en misión para otras tierras, las congregaciones religiosas (las monjas y los frailes). 

En 1929, un sacerdote de la diócesis de Burgos se dio cuenta de que el cle­ro diocesano también debería implicarse en la misión “ad Gentes” (salir de la propia diócesis como misionero). Fue grande el descubrimiento que se dio, en este sentido, en Burgos y en otros lugares de España: los sacerdotes diocesanos también son misioneros, al igual que las congregaciones religiosas. Comenzaba una nueva historia de la misión en España; las diócesis empezaban a descubrir que ellas eran y tenían que ser misioneras. 

Además de la vía del IEME, surgieron otros cauces para realizar la misión a partir de las diócesis (misiones diocesanas, hermanamientos diocesanos, acuer­dos…). Más adelante, se fue descubriendo que también los laicos podían y debían ser misioneros. Nacieron algunas organizaciones con el fin de encauzar esta di­mensión en ellos. 

El Instituto Español de Misiones Extranjeras (IEME) es, por tanto, una organi­zación de sacerdotes de diferentes diócesis de España que quieren ser misioneros. El IEME está integrado por sacerdotes de casi todas las diócesis de España, y es­tamos presentes en varios países de África, América Latina y Asia. Son varias las características propias de nuestra organización; las cuales nos diferencian de otras formas de ir a la misión. Destaco especialmente cuatro: 

  • Somos sacerdotes diocesanos de diferentes diócesis de España. Cuando sa­limos en misión, intentamos vivir también como sacerdotes diocesanos en las diócesis donde vamos. 
  • Para nosotros, es importante la vida de grupo. Es esencial no ir a la misión individualmente pues creemos que debemos trabajar, reflexionar y vivir el espíri­tu de grupo en la misión donde estemos.
  • Intentamos ir a lugares de misión en los que exista verdadera necesidad; es decir, procuramos estar, especialmente, al lado de los más pobres y excluidos en las diócesis. Por eso, no queremos estar en lugares en los que se busque el poder o se pretenda aparentar. Nuestro deseo es apoyar y ayudar aquello que se encuentra más necesitado y abandonado en las diócesis. 
  • Queremos ayudar, en las diócesis a las que vamos, a ser diócesis misioneras y que las comunidades sean una “iglesia en salida”, como nos pide el Papa. 

Esto es todo. Somos misioneros y se lo agradecemos a Dios. Es una bendición hacer la misión con otros hermanos. Por eso podemos resumir nuestra tarea y lo que somos con aquella frase que decían los primeros compañeros que fueron para la misión: “sacerdotes misioneros asociados para la misión”.