24 de diciembre de 2007

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– ¿Cuál es el balance de su primer año como obispo de la Diócesis de Albacete?
– Eso tendrían que hacerlo los demás. Por mi parte, me siento discretamente satisfecho. Digo lo de discretamente satisfecho porque me queda la sensación de que se podría haber hecho seguramente más y mejor.

Hemos puesto en marcha las estructuras diocesanas que, al faltar el obispo, cesan, y se han renovado algunas de las que permanecían: Vicarías, consejo presbiteral, consejo de pastoral, nuevos arciprestes, delegaciones episcopales, etc. Contamos también ya, para los próximos años, con un nuevo programa pastoral, que en estos días está siendo presentado en parroquias y arciprestazgos. Lo que más satisfacción me da es que existe un presbiterio dispuesto a afrontar el futuro con buen ánimo y deseos de trabajar cada vez mejor y en comunión fraterna; que existe una presencia de religiosos y religiosas admirables, entregados a la tarea de la evangelización desde sus propios carismas, que contamos con miles de laicos, hombres y mujeres, profundamente comprometidos en la pastoral diocesana.

– ¿Qué es lo que más destacaría de los albaceteños?
– No he notado diferencias significativas respecto a las personas de otros lugares que he conocido. Como en todas partes, las personas contamos con virtudes admirables y también con defectos. Los defectos seguramente son como los recortes de la personalidad, que los albaceteños tienen bien definida. Sois gente cariñosa y acogedora.

– ¿Cómo vivió su primera feria en honor a la Virgen de Los Llanos?
– Con mucha curiosidad. ¡Me habían hablado tanto y tan bien de la Feria…! He de reconocer que la realidad supera a lo imaginado. ¡Admirable también la devoción de los albacetenses a la Virgen de los Llanos! Espero y deseo que esta devoción no sea flor de un día o de unos días.

– ¿Qué le parece la nueva campaña de concienciación de la iglesia en televisión, para que los cristianos tengan una colaboración más directa con los proyectos humanos y solidarios de la Iglesia Católica?
Creo que reproduce en el momento oportuno. A partir de los recientes acuerdos con el Gobierno nuestra Iglesia no contará con el paraguas de seguridad con que contaba antes Se mantendrá exclusivamente con las aportaciones personales de los fieles y con las de aquellos que deseen que una parte mínima de sus impuestos vaya a la Iglesia católica.

Me parece también oportuna porque muchas personas no conocen ni lo que es la Iglesia, ni lo que hace la Iglesia, ni lo que al Estado ahorra la Iglesia. Existen muchos tópicos y prejuicios. Sorprendentemente, quienes están cerca de la Iglesia y la conocen por dentro admiran cada vez más su misión y su servicio. Me parece que nadie puede hablar sensatamente ya de privilegios.

¿Creería cualquiera que el total de lo que recibía directamente del Gobierno la Diócesis de Albacete , hasta ahora, era menos de lo que reciben bastantes residencias públicas de ancianos, donde éstos contribuyen con una parte importante de su pensión? Es un dato que cualquiera puede verificar.

– ¿Cree que hace falta la construcción de iglesias en los nuevos barrios que se están creando en nuestra ciudad?
– Si, es una necesidad urgente. Yo he tenido la satisfacción de inaugurar y consagrar, a los pocos meses de mi llegada la Diócesis, una nueva parroquia, pero hacen faltan varias más, que nos están reclamando los fieles cristianos de otras nuevas barriadas. Vamos más lentos de lo que desearíamos. Cualquiera que conozca nuestro funcionamiento económico se sorprendería de la escasa liquidez con que contamos para afrontar estas y otras necesidades.

– ¿A que cree que se debe la falta de seminaristas en la iglesia, sobre todo en nuestra provincia?
– Hay, creo, causas plurales: Una, la más importante, es el pobre nivel de fe de bastantes familias. También cuenta mucho el descenso de la natalidad; en las familias numerosas era frecuente enviar algún hijo al Seminario, pero hoy, o no hay hijos, o éstos son escasos. Quizá tampoco se aprecia excesivamente en nosotros el gozo de seguir a Jesús. Se podrían añadir otras muchas causas. Sin embargo, vemos que, donde se vive con hondura la fe en las familias, sigue naciendo hijos y siguen surgiendo vocaciones. Estoy convencido de que el problema fundamental es de fe y de generosidad.

– En estos días de Navidad, ¿qué recuerdos tiene para los misioneros?… ¿sabe cuántos misioneros albaceteños hay fuera?
– Tenemos alrededor de cien misioneros y misioneras dispersos por distintos lugares del mundo. Entre ellos hay un Obispo y nueve sacerdotes diocesanos. Nos sentimos profundamente orgullosos de ellos. En la Eucaristía del pasado día 3, en la parroquia de la Purísima, les hemos recordado. Y en estos días precisamente, con la información de la Diócesis que les hace llegar nuestra a Delegación de Misiones, les he escrito a todos, felicitándoles las próximas Navidades.

– ¿Qué le parece la iniciativa en Hellín para que los ciudadanos en vez de colgar a Papá Noel, cuelguen a los reyes magos?
– Me parece excelente. Los Reyes Magos, como el belén y los villancicos, han formado parte siempre de nuestra cultura navideña. Lo de Papá Noel es más bien nórdico. Con todo respeto, alguien me decía que le sonaba a Coca-cola.

¿Cuáles son sus reflexiones para los albaceteños en esta Navidad?
– Que a todos la Navidad nos ablandara el corazón y nos endulzara el alma. Hace veinte siglos no hubo sitio para Jesús en la posada. Desearía que este año encontrara un hueco en el corazón de todos los albacetenses. Y que encontraran hueco en nuestras casas y en nuestras parroquias todos aquellos con los que El se ha identificado de manera especial: los inmigrantes, los que están solos, los enfermos, los pobres….Entonces sentiríamos que en nuestro corazón sen enciende la estrella de Navidad.