8 de noviembre de 2015
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El domingo 27 de septiembre Ángel Lagunas recibió en la parroquia de la Sagrada. Familia un cálido adiós lleno de agradecimiento por los 15 años que ha servido como coadjutor. Cuando cumplió 75 años pidió el relevo en la parroquia de la Asunción de la que fue párroco durante más de cuarenta años y en diálogo con el obispo D. Francisco Cases pensó que todavía podía ayudar unos años en la Sda. Familia. Ahora, a sus 91, dada su debilidad física, pide el relevo.
PREGUNTA. ¿Cómo un salmantino llegó a Albacete como sacerdote? ¿Puede contarnos cómo se despertó su vocación?
RESPUESTA. Efectivamente, nací en Ciudad Rodrigo, en una familia profundamente cristiana. Tuve la suerte de tener cerca de mi casa el Convento de Carmelitas Descalzas, en donde en cuanto pude fui monaguillo. Amigos míos estaban en el Seminario y yo muchas veces jugaba con ellos. Esto hizo que yo también quisiera ser cura e irme también de seminarista.
P. ¿Hubo dificultades en el camino?
R. Todo fue bastante normal, los estudios me iban muy bien. Pero tuve que reflexionar y discernir mucho para sentirme más seguro en el momento de dar el paso definitivo. De tal manera que antes de recibir las órdenes mayores estuve colaborando en el Obispado. Esto hizo que el Sr. Obispo antes de ordenarme me conociera muy bien.
P. Y el venir a Albacete, ¿Cómo fue?
R. Pues todo esto tuvo su intriga, pero la Providencia del Señor lleva las cosas a su sitio. En aquel tiempo éramos muchos los curas que salíamos en cada promoción. Recuerdo que en mi curso éramos veintiuno. Algunos Obispos de diócesis necesitadas pedían a Ciudad Rodrigo sacerdotes. Así nuestro Obispo nos reunió un día y nos informó de la propuesta de quiénes estábamos dispuestas a dejar la diócesis para ir a ayudar a otras. Recuerdo que todos dijimos que sí. Algunos marcharon pero a mí no me dejaron. Pero un día, un compañero mío que estaba en Alicante me pidió que fuera a verle para ver si podía sustituirle. En el viaje pasé por Albacete para visitar a otro compañero. Al saber el Vicario que yo era de esos curas que estaban dispuestos a salir, enseguida me presentó al Obispo Tabera, el cual, comunicó con el mío. Hicieron los trámites y al ver la gran necesidad de esta nueva diócesis, pasados unos meses, me dejaron venir a Albacete.
P. ¿Y su primer destino en Albacete?
R. Coadjutor en la parroquia de San José. Pero enseguida me enviaron como párroco a la Asunción, lo que hoy es el Centro Cultural. La nueva parroquia no se había construido todavía.
P. Así, tan joven, le hicieron responsable de una gran parroquia. ¿Cómo hizo frente a la nueva vida?
R. Bien, yo estaba ya un poco rodado. Y no hice más que seguir con toda ilusión las actividades pastorales que en aquel tiempo se llevaban a cabo. La Acción Católica en todas sus ramas: niños jóvenes y adultos. También hacíamos muchas tandas de Ejercicios Espirituales en régimen de internado. Teníamos las charlas cuaresmales, Adoración Nocturna. En aquel tiempo empezaron los Cursillos de Cristiandad de los que yo en la diócesis fui el primer promotor y responsable, Cursillos que tanto bien hicieron a la Diócesis. También empezamos a trabajar en Cáritas para ayudar a las familias más necesitadas. Organizamos Talleres de Formación Profesional para preparar a las gentes que buscaban trabajo. Recuerdo con mucha emoción aquellos encuentros de final de curso que hacíamos con las familias.
En una palabra que intentábamos hacer todo aquello que era tradicional en las parroquias, pero a la vez estábamos abiertos a las nuevas directrices y reformas que iba marcando el Concilio Vaticano II. Así hicimos cursillos de formación buscando el modo de ser fieles a la nueva pastoral diocesana.
P. Y su paso por la Sagrada Familia, ¿Cómo ha ido?
R. Muy gratificante. He querido muchos a los feligreses y ellos me han querido. He ayudado en todo lo que he podido sin tener la responsabilidad de párroco, pero ha llegado ya el momento de retirarme. Entre mis actividades extras, tenía el ir a la Catedral a confesar en lo que me he sentido muy feliz y en lo que pueda seguiré ejerciendo este ministerio.
P. Para terminar, ¿cuáles son sus deseos, preocupaciones y esperanzas dentro de la Iglesia?
R. Me preocupa la falta de vocaciones sacerdotales. Me da mucha pena saber que muchos pueblos se queden apenas sin asistencia. Esto a la larga pasa factura. Me preocupa mucho la crisis familiar, ver tantas familias destrozadas. Me preocupa la falta de formación de nuestros cristianos, la secularización creciente que llega a límites inimaginables. Y me da mucha alegría ver a grupos de cristianos muy comprometidos. En nuestro tiempo teníamos mucha gente, pero a veces era por inercia, hoy son más recios, más conscientes, y responsables, dispuestos a ocupar cargos y asumir cargas.
Bien, desde esta página damos las gracias al Señor por habernos dado a la Diócesis este gran trabajador. Sesenta y dos años en el tajo pastoral de Albacete. Casi nada. ¡Cuánto bien ha hecho entre nosotros! Que Dios le bendiga y le regale unos años más para seguir siendo testigo de Jesús.