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30 de enero de 2012

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Organizado por el Secretariado Diocesano de Catequesis, el próximo sábado, día 4 de febrero, a las 10 de la mañana, en el Salón de la parroquia de San José tendrá lugar la presentación a nuestra diócesis de la Catequesis de “EL BUEN PASTOR”. El ponente será el sacerdote Javier Costa Catalán con quien conversamos:

– ¿Qué es la catequesis de El Buen Pastor? ¿a quién va dirigida? ¿qué nos aporta…?
– Es una experiencia (no una idea de laboratorio) que nació alrededor de los años 50 en Roma por María Montessori y se extiende ahora por todo el mundo en muchas culturas y ámbitos diferentes. Los destinatarios principales son los niños a partir de 3 años. Nos llena de alegría comprobar la recepción tan honda que hacen desde esa edad al núcleo de la Palabra de Dios y cómo responden todos los niños con el gozo la alegría al mensaje central del Evangelio. Nos damos cuenta de lo que decía Jesús: que su Reino es para los niños pequeños porque tienen en esta edad una sensibilidad exquisita para acoger el misterio de Dios.

– Los métodos y la didáctica deben ser muy distintos a los que se usan en otras edades…
– Es una forma concreta de acercarse al niño. Observar y ver cómo piensa el niño y adaptarnos a él. La sesión de catequesis dura casi dos horas pero la intervención del catequista es de 15 minutos (como máximo) el resto del tiempo es trabajo personal del niño. Se le dan materiales que él trabaja (dibujos, objetos, etc.) según se le ha explicado para que él pueda dar “su” respuesta al tema tratado. Los niños viven su momento de trabajo con una seriedad tremenda y le dan una importancia muy grande a lo que hacen. No es un juego, es su trabajo. Se le dan muchas formas para trabajar lo mismo. Luego cada uno elige una palabra, una frase, la idea en general y su forma de plasmarla con sus mismas palabras o con el dibujo que pinta. Se le dan pocas cosas pero de muchas maneras. No es entretener al niño sino facilitar con los medios que le ponemos para que profundice y trabaje.

– Parece que se trata de algo completamente opuesto, al revés, de como se hace la  catequesis habitualmente: mucho ‘rollo’ del catequista o del cura y poca intervención del niño…
– Así es. Cuando hablamos de esta catequesis observamos que la mayor dificultad no está en los niños sino en el cambio de mentalidad del catequista. Con esta pedagogía puede haber grupos hasta de cuarenta niños porque el grupo se auto regula a sí mismo y puede estar en silencio todo el tiempo sin ningún problema porque entra de lleno en sus intereses. Cada niño escoge aquellas cosas que más le dicen a él para escuchar en profundidad y trabajar.

Valgan dos ejemplos que recuerdo ahora para ver hasta dónde puede llegar el niño en su reflexión: Un niño que para el tema de la eucaristía eligió el vino y el agua, después de varias sesiones con los mismos elementos, el catequista le oyó decir: “¡Claro! Mucho vino y poca agua porque nosotros nos debemos perder en Jesús”.

Recuerdo también que el primer día de la catequesis estábamos explicando la señal de la cruz y la presentamos como el abrazo que Dios da a todo el mundo como centro del misterio pascual. Cada uno en su trabajo personal ponía la cruz donde quería: unos dibujaban una cruz muy grande, otros la ponían en el mapa del mundo. Otro niño mientras hacía su trabajo decía: “Yo cuando muera no resucitaré porque estaré vagando por los planetas”. La catequista no dijo nada. Pero un poco tiempo después el niño mirando el dibujo le pregunta a la catequista: “¿Este abrazo que da Jesús es sólo a la tierra o a todo el mundo?” La catequista le respondió: “A todo el mundo”. Entonces el niño dijo: “¡Ah! entonces sí que voy a resucitar”.

– Este tipo de catequesis llevará un proceso
– Sí, por supuesto; pero lo principal es la formación y el cambio de rol del catequista. Lo primero que tiene que hacer el catequista es saber que él no es el maestro. Que el Maestro es Jesús y su Palabra. El catequista es otro discípulo con el niño y que Jesucristo es el único Maestro. Por lo tanto se trata de poner al niño ante Jesús y su Palabra y ya está, porque Jesús y el niño se entienden perfectamente. Esto para la mentalidad de nuestros catequistas es muy difícil. Pero una vez conseguido es muy gratificante.