26 de mayo de 2019
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El pasado 10 de mayo, fiesta de San Juan de Ávila, patrono del clero secular español, se reunió el presbiterio de Albacete convocado por el Sr. Obispo. Son varios los años en los que se aprovecha esta efeméride para celebrar las bodas de oro y de plata sacerdotales. Este año también se celebraron las bodas de platino de D. Antonio Pascual de Teresa que, por motivos de salud, no estuvo presente. San Juan de Ávila se ha convertido en una fecha señalada para toda la comunidad diocesana, pues bien sabemos lo importantes que son los ministros de la Iglesia para el día a día de las comunidades cristianas.
Se aprovechó el encuentro sacerdotal, organizado por la recientemente creada Delegación del Clero, para escuchar la conferencia “La misericordia en San Juan de Ávila”, a cargo de D. Francisco Juan Martínez Rojas, Vicario General de Jaén. En ella, se recordó la biografía del santo, incluida su estancia de tres años en las cárceles de Sevilla por sentencia del Santo Oficio de la Iglesia, la misma que siglos más tarde lo proclamó santo y doctor. Con tono pausado y sentido, el ponente habló del amor de Dios, que es misericordia infinita y de la importancia de pregonar la gloria de Dios. Precisamente, de ahí, viene el lema del año jubilar avilista, en Baeza, con motivo del 450 aniversario de la muerte de San Juan de Ávila.
Después, comenzaron los testimonios de los sacerdotes que fueron ordenados en 1969 y en 1994.
De las Bodas de Oro
- D. Alonso del Olmo Ros relataba como, a los 16 años, había aprobado una oposición a Renfe. Como, después de su trabajo, asistía a eucaristías donde escuchó la llamada al sacerdocio. Como se incorporó al Seminario de Albacete y, aun siendo vocación tardía, convivió diez años en él, y valoraba cómo fue modelado en la vida de comunidad. Al final de su exposición, afirmaba: he sido feliz.
- D. Pío Paterna Callado dividió su alocución en tres partes: actividad, penitencia y gracias, al modo del esquema de las témporas de principios del mes de octubre. Recordó su pueblo natal, Tobarra, con sus tres cerros, con las llamadas de las campanas de sus iglesias. De allí surgió su amor por la Eucaristía y por la Virgen María. También recordó su etapa con los filipenses, su ingreso en el seminario de Albacete, sus 3 años de estudios en Roma, su trabajo en la Delegación de Liturgia, en Apostolado Seglar, y, sobre todo, en la Acción Católica. También, su ministerio en las parroquias de Pozo Cañada y del Espíritu Santo de Albacete. Finalmente, nombró a sus padres, su hermana, su salud, su día a día y su entrega total a Cristo.
De las Bodas de Plata
- D. Alberto García Ruiz, miembro del Opus Dei, celebró también sus bodas de plata sacerdotales destacando la acogida que había recibido del Arciprestazgo nº 1 de la ciudad de Albacete. Dio gracias por sus padres y por la fraternidad sacerdotal.
- D. Damián Picornell Gallar, con las palabras llamado, amado y perdonado, expresó su recorrido ministerial. Nombró la multiplicidad de sus trabajos pastorales, y se definió como nómada e itinerante. Respecto a su espiritualidad, habló de sus inicios salesianos, de D. Emeterio y de la espiritualidad ignaciana. Los Ejercicios Espirituales, que ha recibido y ha dirigido, son un referente en su vida.
- D. Francisco de Asís Prados Garrido habló de ministerio sacerdotal en el mundo rural, en los pueblos de Letur, Casas de Ves y, ahora, en Montealegre del Castillo y Bonete. Han sido 25 años llenos de kilómetros y muchas tardes de invierno en soledad. Se reconfortó en el ejercicio del ministerio de la reconciliación. Ahora, desde su nombramiento en el pasado marzo como Rector del Seminario afirmó, que se siente reconocido.
- D. Francisco José Sevilla Calixto comenzó hablando de que, a la edad de catorce años, estando en el instituto, recibió una estampa con la oración de Juan Pablo II para la Jornada Mundial por las vocaciones. De cómo marcó su vida el encuentro con San Juan Pablo II, en 1982, en una vigilia de oración por las vocaciones en el Santiago Bernabéu de Madrid. De sus inicios ministeriales, nombró a tres curas: D. Antonio Muñoz, D. José Luis García y D. Jaime Fernández. Rememoró sus nueve años en Pétrola, la enfermedad rara de su voz y su trabajo como secretario personal del Sr. Obispo, D. Ciriaco.
- D. Francisco Javier Valero Picazo comenzó citando la carta a Timoteo que habla del ministerio como regalo. Dio gracias por estos 25 años; también pidió perdón por las veces en las que un instrumento puede convertirse en un fin en la vida sacerdotal. Acabó con el versículo evangélico: siervo inútil soy, he hecho lo que tenía que hacer.
A Dios, gracias por su llamada, que se hace realidad en las vidas de sus servidores, ministros. Los sacerdotes visibilizan la cercanía de Dios con su pueblo; con su presencia, entregada y desinteresada, hacen ver el ministerio de Jesús, el que lavó los pies a sus discípulos, el que está entre nosotros como el que sirve.