8 de noviembre de 2009
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LAS HH DOMINICAS DE LA ANUNCIATA ESTUVIERON ALLÍ
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]D[/fusion_dropcap]e vuelta de Roma, con las emociones recientes y con la resaca del cansancio, entrevistamos a la madre Anunciación Hernando García priora de la Comunidad de las Dominicas de la Anunciata de Albacete, (C/ Salamanca), para que nos cuente algo de su vida como religiosa dominica y también cómo vivió en Roma la canonización de su fundador el P. Coll.
– Anunciación, ¿Cómo entró en las Dominicas?
– En mi pueblo, había ya religiosas dominicas. Vengo de una familia con hondas raíces cristianas. Tuvimos un párroco que trabajaba muy bien la catequesis con los niños, y los jóvenes. Teníamos la Acción Católica. Todo esto hizo que con toda sencillez yo me fuera primero al Postulantado, y después al Noviciado que las monjas tenían en Valladolid.
– ¿Qué les decían entonces del P. Coll?
– Nos hacían comprender que nuestro padre fundador era un hombre totalmente entregado a Dios, con una gran pasión como dominico por extender el evangelio. Nos daban biografías adaptadas a niños y jóvenes donde veíamos qué amor tenía el padre a los pobres, cómo le preocupaba que las chicas pobres no tuvieran escuela, y su radical compromiso para que todas las niñas tuvieran una buena formación cristiana. Veíamos en él a un hombre muy sencillo, muy cercano a todos, metido en el mundo, pero a la vez con mucha pasión y amor por Dios.
– ¿Cómo llegó a Albacete?
– Una vez que hice mi profesión en Valladolid, me enviaron a hacer estudios en Vich y en Madrid. Al acabar mis estudios mi primer destino fue un colegio de Valencia. Estos años juveniles fueron muy hermosos, al ver cómo las niñas iban creciendo en su formación humana y cristiana. Con esta experiencia, en el año 1972 me enviaron a Albacete. En esta ciudad, todo fue muy semejante a lo de los años de Valencia. Entonces éramos muchas hermanas en la Comunidad y también participábamos en muchas actividades parroquiales, catequéticas y culturales de nuestra ciudad. Ciertamente vivíamos con gran ilusión nuestra tarea educativa.
– ¿Todo el tiempo ha estado en Albacete?
– No. He estado unos años de nuevo en pueblos de la comunidad valenciana hasta que me destinaron de nuevo en 2008 a la comunidad de Albacete.
– ¿Entre aquel entonces y el ahora qué cambios ha habido?
– Hoy todo es muy diferente. Ya no somos tantas hermanas como entonces. Pero seguimos con la misma ilusión en la tarea educativa. Nuestra vocación de educadoras cristianas sigue viva. Creo que en el día de hoy estamos impartiendo una formación cristiana, humana y académica muy seria. Es verdad que dado el ambiente en que vivimos parece que los frutos no se ven, por lo menos a corto plazo. Toda la comunidad está volcada en este empeño y colaborando con el colegio, cada quien como puede, en la oración, en el sacrificio, en la colaboración directa intentando sembrar la buena semilla. También se ha abierto el colegio a los seglares que van asumiendo cada día más responsabilidades, incluso directivas. A la vez se están implicando mas las familias en el proceso educativo haciendo lo posible para que nuestros colegios respondan el carisma que nos dejó nuestro padre fundador S. Francisco Coll.
– Vuestro Padre fundador ya es santo, ¿cómo vivió este acontecimiento en Roma?
– Con una gran emoción y con profunda gratitud. Allí estaba toda la familia dominicana de tantos países viviendo este gran acontecimiento, la glorificación de nuestro padre fundador. Al ver al P. Coll y a los otros cuatro beatos que ese día fueron glorificados, uno se da cuenta de qué regalo más grande ha sido la vida de estos hombres y mujeres para la humanidad en su compromiso por elevar la dignidad de las personas, por ayudar a los pobres. Fue todo aquello tan extraordinario que me creo haber quedado marcada para no olvidar nunca este gozoso día. Es inimaginable ver tanta fe, tanto amor, tanto fervor juntos en una multitud tan grande.
– ¿Cómo atraer hoy a nuevas chicas, a nuevas vocaciones para llevar adelante la formidable aventura educativa que por inspiración del cielo proyectó vuestro Santo Fundador?
– En nuestro mundo occidental no es nada fácil, pero en otras latitudes hay un florecer vocacional. Esperamos que también lo haya un día entre nosotros. Por lo demás a nosotras nos queda seguir dando testimonio con nuestra vida, y orando por las vocaciones. El Señor seguirá ayudándonos y nuestro San Francisco Coll intercederá desde el cielo por nosotras.
– Para terminar, ¿qué diría como última palabra a los jóvenes de hoy?
– Que no tengan miedo a dejarse interpelar por Jesús y seguirle. Yo en mi vida soy muy feliz, he sido muy feliz siempre. Me duele mucho ver un mundo a veces tan injusto y tan poco fraterno. Nosotras seguiremos aportando lo mejor que tenemos a favor de la juventud. Esta fue la pasión de nuestro santo fundador y en esta pasión queremos consumir nuestra vida. Queremos ayudar a los jóvenes a encontrar su felicidad desde Dios.