20 de diciembre de 2007
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]n estos días, miles de postales navideñas saltan de pueblo en pueblo, corren de casa en casa, pasan de corazón a corazón. Vuestro Obispo, a través de las página web de nuestra diócesis, se suma a este revuelo de palomas mensajeras para desear a todos los albaceteños, a todos los diocesanos de Albacete, una feliz y santa Navidad.
Quisiera que esta felicitación fuera un eco humilde de aquella Buena Nueva que, hace más de dos mil años, resonó en la NOCHE MÁS BUENA de la historia, envuelta en música de ángeles, ante el estupor de los pastores que velaban al raso sus rebaños.
La Navidad, incluso para aquellos que la quisieran puramente laica, ablanda el corazón y endulza el alma. En cada Navidad el Niño de Belén nos pide prestadas, como a María, las entrañas, para seguir encarnando los más hondos y limpios sentimientos de paz, de amor, de solidaridad; para dar la posibilidad, a los que creen en Él, de hacerse hijos de Dios.
Si en la primera Navidad no hubo sitio en la posada, hagámosle sito este año. Hagamos sitio en el corazón a todos aquellos con los que Él se identificó: Los que están solos, los que no cuentan con el calor del cariño, los enfermos, los presos, los inmigrantes… ¡Que encuentren siempre en nuestras casas y en nuestra Iglesia la lumbre encendida y los brazos abiertos!
Sentiremos, entonces, que el silencio trae ecos de villancicos, que el rocío de la noche huele a ternura, que en nuestras almas, en cada familia, en la oscuridad de nuestro viejo mundo, vuelven a brillar estrellas de Navidad.
Con afecto fraterno.
¡Feliz Navidad!