25 de noviembre de 2015
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En consonancia con la Encíclica Laudato sì, el pasado 26 de octubre fue firmado por cardenales y obispos de los cinco continentes una “llamamiento” de la Iglesia católica dirigido a la próxima reunión de la COP21, que tendrá lugar en Paris con las diez propuestas que adjunto al dorso.
En consonancia también con Laudato sì´, el próximo 29 de noviembre, alrededor de un millón de hombres, mujeres y niños, participarán en la “Marcha mundial por el clima”, manifestaciones que tendrán lugar en Londres, Berlín, Madrid, Ámsterdam, Bogotá, Johannesburgo, Daca, Kampala, Roma, San Pablo, Sidney, Seúl, Ottawa, Tokio y en otras 3000 ciudades. Será un verdadero “ejercicio de ciudadanía ecológica mundial”. Quienes se reunirán en la COP21, necesitan escuchar el mensaje de la Laudato si’ y la voz del pueblo de Dios.
A instancias del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, os invito a ofrecer la celebración de las Misas, el domingo 29 de noviembre, por el éxito de este evento internacional, a animar a los fieles a sumarse a los actos que en este sentido se realicen y ejercer ellos mismos la “ciudadanía ecológica” en el espíritu pacífico y humilde de la Laudato sí, en comunión con la Iglesia universal.
Una manera de sencilla incorporarse al espectacular movimiento que ha suscitado la Encíclica es unirse en la oración con las palabras finales del “Llamamiento” mundial:
“Dios de amor, enséñanos a cuidar este mundo que es nuestra casa común. Inspira a los jefes de gobierno mientras se reúnen en París: a escuchar y atender el llamado de la tierra y de los pobres; a que se unan de corazón y de espíritu para responder con valentía; a buscar el bien común y la protección de este hermoso jardín terrenal que has creado para nosotros, para nuestros hermanos y hermanas, y las generaciones futuras. Amén.”
Con todo afecto en el Señor
+ Ciriaco Benavente
Obispo de Albacete
PROPUESTAS DEL LLAMAMIENTO MUNDIAL:
1. Tener en cuenta no solo los aspectos técnicos del cambio climático sino también, y sobre todo, los aspectos éticos y morales de conformidad con el artículo 3 de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
2. Aceptar que el clima y la atmósfera son bienes globales comunes de todos y para todos.
3. Adoptar un acuerdo mundial justo, motor de un cambio transformacional y legalmente vinculante fundamentado en nuestra visión del mundo que reconoce la necesidad de vivir en armonía con la naturaleza y de garantizar el ejercicio de los derechos humanos de todos, incluyendo los de los Pueblos Indígenas, las mujeres, los jóvenes y los trabajadores.
4. Limitar el aumento de la temperatura global y establecer un objetivo para alcanzar una completa descarbonización para mediados de siglo, con el fin de proteger a las comunidades más afectadas por los efectos del cambio climático, especialmente las que viven en las islas del Pacífico y las regiones costeras.
5. Explorar nuevos modelos de desarrollo y estilos de vida que sean compatibles con el clima, combatan la desigualdad y saquen a los pobres de la miseria. En este sentido, resulta esencial poner fin a la era de los combustibles fósiles, eliminar de forma gradual las emisiones de combustibles fósiles y proporcionar un acceso a la energía renovable que sea asequible, fiable y seguro para todos
6. Garantizar el acceso de todos al agua y a la tierra para la consolidación de sistemas alimentarios resilientes y sostenibles que prioricen las soluciones impulsadas por las personas y no por los beneficios.
7. Garantizar la inclusión y la participación de los más pobres, de los más vulnerables y de aquellos sobre los que repercuten mayoritariamente las decisiones tomadas a todos los niveles.
8. Garantizar que el acuerdo adoptado en 2015 lleve consigo un proceso de adaptación que responda de forma adecuada a las necesidades inmediatas de las comunidades más afectadas y refuerce las soluciones locales.
9. Reconocer que las necesidades de adaptación están supeditadas al éxito de las medidas de mitigación adoptadas. Los responsables del cambio climático tienen la obligación de ayudar a los más vulnerables en la adaptación y la gestión de las pérdidas y daños; y de compartir la tecnología y los conocimientos necesarios.
10. Establecer hojas de ruta claras sobre cómo los países deberán cumplir sus compromisos financieros adicionales, coherentes y previsibles, de forma que se garantice una financiación equilibrada de las acciones de mitigación y de las necesidades de adaptación.