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22 de julio de 2011

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Queridos amigos:

 

El próximo mes de Agosto, en los días previos a vuestra participación en la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, la Iglesia de Albacete os acogerá con sumo gozo, con los brazos abiertos. Nos sentimos muy honrados de que hayáis elegido nuestra Diócesis para estar en esos días.

 

Como obispo de esta Iglesia que, desde ahora, se alegra con vuestra próxima presencia, os doy la más cordial bienvenida a vosotros, a los señores obispos y a los presbíteros que os acompañarán. ¡Bienvenidos!

 

Ser cristiano es saberse miembro de una gran familia; saber que en la Iglesia del Señor, sea en uno u otro lugar, estamos siempre en nuestra propia casa. No somos extraños, sino hermanos. Esperamos, pues, acogeros como hermanos, y que vosotros os sintáis en vuestra casa.

Somos una Diócesis situada en el extremo occidental de la Mancha, una región universalmente conocida porque en ella encarnó Cervantes, de manera genial, la gran parábola de Don Quijote y Sancho, la más noble locura y el realismo del pueblo, ambos vagando juntos, sin reñir y sin romperse. Una diócesis modesta en sus posibilidades materiales, empeñada en secundar las llamadas del Beato Juan Pablo II y de Benedicto XVI a la «nueva evangelización», porque también nosotros, como la mayor parte del hemisferio occidental, estamos experimentado las duras consecuencias del secularismo de la sociedad.

Nuestros jóvenes han preparado con admirable empeño estos días de convivencia, con el deseo de que conozcáis Albacete y algunas de las ciudades y pueblos en que residiréis, de que podáis disfrutar de nuestros monumentos, de nuestra cultura y de nuestro folclore; pero, sobre todo, con el deseo de poder compartir con vosotros el tesoro de su fe, su búsqueda de sentido y plenitud.

En medio de un mundo frecuentemente dividido, es motivo de alegría poder testimoniar juntos lo que constituye la identidad y el fin de nuestra iglesia: ser en Cristo como un sacramento o signo de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano

A la espera de encontrarnos personalmente, recibid mi afectuoso saludo y bendición.