21 de mayo de 2010
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]O[/fusion_dropcap]tra gente de la diócesis antes pasó por estas tierras lejanas incluso para los mismos guatemaltecos pero ya es sabido que ahora somos cinco los sacerdotes de Albacete que colaboramos en la tarea pastoral de la iglesia acá en Petén.
Maneras diferentes de entender el ministerio sacerdotal las hay allá en España y también aquí en Guate, todas importantes y quizás todas imprescindibles y necesarias, donde no llega una siempre puede llegar la otra. Así de singular es pues el caso del padre Ángel que desempeña su trabajo pastoral en La Puente, una aldea cerca del Chal.
Desde hace ya un tiempo en esta aldea Ángel trabaja con ilusión en su huerto y hace sus experimentos ganaderos con cabras y conejos. Hoy, 20 de Mayo, la pastoral de la tierra ha tenido en dicho lugar la formación programada con sus promotores sobre la semilla de caña. Como quizás se conozca la tradición de estos lugares del país es sobre todo “milpera” luego de cultivo casi exclusivo del maíz y es por eso y otras circunstancias que vienen tiempos donde va a ser casi obligado apostar por una diversificación de los cultivos que ayude a una mejor explotación y comercio familiar –lo cual a su vez respetará más la tierra y al medio ambiente pues el monocultivo la agota-.
Curiosamente el huerto de Ángel es un ejemplo de esta explotación diversificada del cultivo y a su vez un ejemplo de organización del terreno, cosas no tan asimiladas por los agricultores del lugar… con esto no queremos parecer ni colonialistas, ni poco inculturados pero es una realidad que la propia pastoral de la tierra ha descubierto.
El problema del futuro en Petén depende en gran parte de la gestión de la tierra, así algunos hablan de que la imagen de la zona de hace unos veinte años ya es irrecuperable. Por escasez de recursos o de formación, la tierra se vende y a continuación el nuevo propietario –finquero- tala toda la vegetación sobre ella –quiero acenturar lo de “toda”- para posteriormente sembrar zacate del que se alimentaran las vacas –una raza cebú braman que cuando uno viene por primera vez no espera encontrar para nada y que ahora está omnipresente-.
Entre esto y las quemas incontroladas, que estos días pasados de aldeas nos regalaban unas imágenes apocalíticas, la fisonomía de Petén ya no la reconoce nadie. Muchas cosas tendrán que cambiar pero algo también deberá ser distinto en la conciencia del “agricultor” y en su relación con la tierra y una parte de ese “algo nuevo” nos lo enseña el huerto del padre Ángel.