24 de noviembre de 2011
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Todos somos ciudadanos. Nadie sin hogar.
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]C[/fusion_dropcap]omenzamos el Adviento y recordamos hoy a las personas sin hogar como hermanos nuestros que son.
Estar en la calle es mucho más que no tener techo. Es estar sin familia cerca, sin un domicilio donde poder hacer una llamada o enviar una carta; sin recuerdos, que se han ido perdiendo en el caminar de los días; sin alimentos, sin poder decidir qué comer hoy. Sin afecto, cariño de gente cercana, sin formación y por tanto sin posibilidades de encontrar un trabajo.
Las personas sin hogar forman un colectivo de extrema pobreza y de exclusión social. Para tratar de erradicarlo, las administraciones deben descender a analizar los mecanismos que mantienen este problema. Esto es de una dificultad extrema, por la diversidad de políticas que hay que movilizar y el reparto de responsabilidades entre las distintas autoridades públicas (construcción de viviendas, política social y de empleo, salud). A pesar de todo, no nos podemos quedar de brazos cruzados pensando que no se puede hacer nada.
Ser una persona sin hogar no quita a nadie ni un ápice de dignidad como ser humano. Reivindicamos que los derechos sean para todos y pedimos que a la hora de realizar cualquier gestión burocrática los trámites se agilicen permitiendo así el acceso a la salud pública y otros servicios sociales. En esta jornada se nos pide que miremos a nuestro alrededor y no ignoremos a nadie, especialmente a aquellos que viven en la calle.
El amor del Padre por los últimos así nos lo exige.