29 de marzo de 2015
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- Unos 250 millones de cristianos viven perseguidos en el mundo, por causa de su fe. Su testimonio nos ayuda a vivir mejor la fe y a valorar lo que tenemos, asegura Dominik Kustra, de Ayuda a la Iglesia Necesitada y misionero seglar.
PREGUNTA: Dominik, ¿Cuál es este Calvario del Siglo XXI que has dado a conocer en Albacete en diversos actos, invitado por el Departamento de Fe y Cultura del Secretariado Diocesano de Enseñanza?
RESPUESTA: Jesucristo recorre hoy las calles de muchas ciudades por todo el mundo, sobre todo, las de Oriente Medio, Irak, Siria y Nigeria, donde los cristianos pasan realmente un calvario, un via crucis cotidiano, perseguidos simplemente por ser cristianos: por causa de su fe. Este sufrimiento toca hoy a 250 millones de cristianos. Es un dato que es escalofriante: ¡todavía tantas personas que no puedan gozar del derecho de expresar libremente su propia fe! Este es el calvario que están pasando estas personas, muchas de ellas decapitadas, violadas, literalmente crucificadas por ser cristianas… los mártires del Siglo XXI.
La cruz es todo un símbolo para estos cristianos.
La cruz es, sobre todo, un símbolo del amor y de la misericordia de Jesús. Los cristianos perseguidos lo tienen muy claro: no se avergüenzan de esta cruz, como por ejemplo, los cristianos coptos, que llevan tatuada la cruz en su muñeca y los niños la muestran muy orgullosos. Pero no podemos olvidar, y más ahora durante la Semana Santa, que esta cruz, -que a estos cristianos les puede costar la vida o les puede provocar muchos problemas-, es la que nos salvó.
¿Qué es lo que más impacta de los testimonios de los cristianos perseguidos?
Lo que más impacta de las personas torturadas, que lo han perdido todo, que se les niega el trabajo y la educación, por el simple hecho de ser cristianas, es que no hablan de otra cosa más que del amor al enemigo y del perdón. A mí, lo que más me impactó fue el testimonio de una religiosa violada por varios hombres, que públicamente, incluso en un periódico, dijo que perdonaba a sus violadores, y unos pocos meses después va y da trabajo a uno de sus violadores, porque su familia no tenía pan que llevarse a la boca. Esto no solamente son palabras de perdón: son actos de perdón. Podemos aprender muchísimo de estas personas.
¿Cómo podemos ayudarles desde aquí?
En esta Semana Santa, sobre todo en el Triduo Pascual, cuando estemos delante del Santísimo en Jueves Santo, y cuando estemos delante de la cruz el Viernes Santo, recemos mucho por ellos, porque estas personas necesitan nuestra oración y tenemos que creer realmente que nuestra oración delante del Santísimo puede cambiar el mundo, si así lo creemos. Estas personas también rezan por nosotros, están muy preocupadas por nosotros, por cómo vivimos nuestra fe en Europa, por cómo nos alejamos de Cristo, cómo vivimos nuestros valores, a veces olvidamos estos valores… creo que es una oración mutua, de nuestra parte y de su parte y es signo de que realmente la Iglesia es universal y es el cuerpo de Cristo.
También aportando nuestro donativo a Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Sí. Otra forma de ayudar a los cristianos perseguidos, que también es importante, es con nuestro donativo a Ayuda a la Iglesia Necesitada –una fundación de la Santa Sede con oficinas en 20 países del mundo-, para estas personas que lo han perdido todo: sus casas, sus negocios, sus escuelas, parroquias… todo. Podemos hacerlo por Internet, accediendo a la página de Ayuda a la Iglesia Necesitada, o bien preguntando dónde estamos, en las parroquias.
Conocer esta realidad nos ayudará a vivir mejor la fe y a valorar lo que tenemos.
A mí me ha ayudado y confío que también a los demás. Mira que se habla hoy mucho de todo tipo de terrorismo, de las violaciones, de las guerras, pero se habla poco del sufrimiento de los cristianos, que son muchos millones de personas. Yo estuve en Irak y para mí fue un auténtico retiro, como unos ejercicios espirituales. Y no son palabras vacías lo que digo: me ha ayudado a valorar la misa, la cruz que llevo en mi pecho, los sacramentos y a sentirme orgulloso de mi fe. Porque mis hermanos cristianos en otros países dan la vida por Cristo y a mí me cuesta a veces hacer la señal de la cruz en un restaurante, porque me da vergüenza. Ellos tienen que celebrar la Semana Santa a escondidas y aquí tenemos toda la libertad.