28 de diciembre de 2014

|

40

Visitas: 40

Este domingo de los Santos Inocentes, es el día en que sale El Blanco muy de mañana recorriendo el pueblo de El Ballestero, con un fin piadoso. Es un ánima muda y anónima, que va de casa en casa y valiéndose de los toques de la campanilla que lleva, pide limosna a los vecinos, que será para misa de ánimas y para los más necesitados.

Es una de las tradiciones más antiguas de la provincia de Albacete, singular y propia de El Ballestero, que podría remontarse al siglo XVI. Esta ánima es cualquier persona, hombre o mujer, joven, adulto o mayor, que ha hecho el ofrecimiento de salir vestido de blanco, por promesa que hizo o que heredó de alguien, también por agradecimiento a la Virgen.

Es un acto de fe, de gran valor para la persona que lo hace, nos cuenta Ángel Cabezuelo Cabezuelo, campanero por devoción y un enamorado de la tradición de El Blanco, que la custodia en la actualidad junto con el cura del pueblo, Emilio Avilés Yébenes. Ángel ha sido también El Blanco, por promesa que heredó de un familiar de hace al menos ciento cincuenta años, que ha ido de generación en generación hasta llegar a su madre, que se la pasó a él y con él se cumplió.

Quien se viste de blanco lo hace en secreto. Con enagua blanca hasta los pies, camisa y guantes blancos, y paño calado que le tapa la cara, oculta su identidad: no lo puede ver descubierto persona del pueblo ni puede decir palabra alguna. Nadie sabe quién es. Sale a la calle con alforja al hombro, -en la que los vecinos van dejando su limosna-, y con lo más valioso de su pobre atuendo: la campanilla, que tiene un sonido muy característico y cientos de años también, sin la cual no se puede ser El Blanco.

Hay una lista de unas diez personas que aguardan turno para coger algún día la campanilla. Antiguamente, este instrumento se llevaba a la ermita de la Patrona en Pentecostés y el primero que la cogía salía de blanco.

Al terminar el recorrido, El Blanco entrega al cura las limosnas. Hoy en día es dinero. Antes también se daban tortas de manteca, pan, patatas… Con las limosnas, una vez se compró para una persona un remolque de leña. Otras veces, se lleva a Cáritas.