13 de mayo de 2018
|
36
Visitas: 36
En el mensaje para la 52 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, que se celebra hoy, 13 de mayo, con el lema “La verdad os hará libres”. Las fake news y el periodismo de paz, el Papa reclama un periodismo que sirva de antídoto contra las noticias falsas y contra el mal uso de la facultad de comunicar, y propone este antídoto: periodistas educados en la verdad.
Francisco propone 4 puntos de reflexión que supongan “una aportación al esfuerzo común para prevenir la difusión de las noticias falsas, y para redescubrir el valor de la profesión periodística y la responsabilidad personal de cada uno en la comunicación de la verdad”.
1- ¿Qué hay de falso en las ‘noticias falsas’?
El término fake news, explica el Papa, “generalmente alude a la desinformación difundida online o en los medios de comunicación tradicionales”. “La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles”.
En segundo lugar, “estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración”.
La difusión de estas noticias falsas “puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen”.
Además, el Pontífice reconoce la dificultad que existe “para desenmascarar y erradicar las fake news”, que “se debe, asimismo, al hecho de que las personas a menudo interactúan dentro de ambientes digitales homogéneos e impermeables a perspectivas y opiniones divergentes”.
“El resultado de esta lógica de la desinformación es que, en lugar de realizar una sana comparación con otras fuentes de información, lo que podría poner en discusión positivamente los prejuicios y abrir un diálogo constructivo, se corre el riesgo de convertirse en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas”.
Ello lleva al perjuicio a bien común y a personas concretas: “El drama de la desinformación es el desacreditar al otro, el presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos. Las noticias falsas revelan así la presencia de actitudes intolerantes e hipersensibles al mismo tiempo, con el único resultado de extender el peligro de la arrogancia y el odio. A esto conduce, en último análisis, la falsedad”.
2- ¿Cómo podemos reconocerlas?
El Pontífice hizo hincapié en la responsabilidad que todo el mundo tiene ante la desinformación y las noticias falsas: “Ninguno de nosotros puede eximirse de la responsabilidad de hacer frente a estas falsedades”.
También afirma que el egoísmo y la codicia están detrás de este fenómeno: “Las fake news se convierten a menudo en virales, es decir, se difunden de modo veloz y difícilmente manejable, no a causa de la lógica de compartir que caracteriza a las redes sociales, sino más bien por la codicia insaciable que se enciende fácilmente en el ser humano”.
“Las mismas motivaciones económicas y oportunistas de la desinformación tienen su raíz en la sed de poder, de tener y de gozar que en último término nos hace víctimas de un engaño mucho más trágico que el de sus manifestaciones individuales: el del mal que se mueve de falsedad en falsedad para robarnos la libertad del corazón”.
Por eso, aseguró que la educación es la mejor forma de reconocer las noticias falsas: “Educar en la verdad significa educar para saber discernir, valorar y ponderar los deseos y las inclinaciones que se mueven dentro de nosotros, para no encontrarnos privados del bien ‘cayendo’ en cada tentación”.
3- “La verdad os hará libres”
Por el contrario, si se carece de esa formación para hacer frente a la desinformación, la exposición a noticias manipuladas deforma a la persona: “La continua contaminación a través de un lenguaje engañoso termina por ofuscar la interioridad de la persona”.
Frente a ello, “el antídoto más eficaz contra el virus de la falsedad es dejarse purificar por la verdad”.
“Para discernir la verdad es preciso distinguir lo que favorece la comunión y promueve el bien, y lo que, por el contrario, tiende a aislar, dividir y contraponer. La verdad, por tanto, no se alcanza realmente cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio, brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca”.
Además, “nunca se deja de buscar la verdad, porque siempre está al acecho la falsedad, también cuando se dicen cosas verdaderas. Una argumentación impecable puede apoyarse sobre hechos innegables, pero si se utiliza para herir a otro y desacreditarlo a los ojos de los demás, por más que parezca justa, no contiene en sí la verdad”.
“Por sus frutos podemos distinguir la verdad de los enunciados”, asegura Francisco. Podemos distinguir si esos enunciados “suscitan polémica, fomentan divisiones, infunden resignación; o si, por el contrario, llevan a la reflexión consciente y madura, al diálogo constructivo, a una laboriosidad provechosa”.
4- La paz es la verdadera noticia
El Papa insiste: “El mejor antídoto contra las falsedades no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje”.
Por ese motivo, “si el camino para evitar la expansión de la desinformación es la responsabilidad, quien tiene un compromiso especial es el que por su oficio tiene la responsabilidad de informar, es decir: el periodista, custodio de las noticias”.
El periodista, “en el mundo contemporáneo, no realiza sólo un trabajo, sino una verdadera y propia misión. Tiene la tarea, en el frenesí de las noticias y en el torbellino de las primicias, de recordar que en el centro de la noticia no está la velocidad en darla y el impacto sobre las cifras de audiencia, sino las personas”.
“Informar es formar, es involucrarse en la vida de las personas. Por eso la verificación de las fuentes y la custodia de la comunicación son verdaderos y propios procesos de desarrollo del bien que generan confianza y abren caminos de comunión y de paz”, concluye.