22 de enero de 2007
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]l domingo día 28 de enero se celebra la Jornada de la Infancia Misionera, con el objetivo de ayudar a los más pequeños del Tercer Mundo.
La Infancia Misionera es una obra de la Santa Sede creada en el seno de las Obras Misionales Pontificias con el fin de suscitar en los niños el deseo de ayudar a otros niños con la oración y la colaboración económica, motivados en la Buena Noticia del Evangelio. Así mismo esta obra ayuda también a los educadores -padres, catequistas y profesores- a desarrollar en la educación de los más pequeños la dimensión misionera universal. Con ello se crea una gran red solidaria -humana y espiritual- entre los niños de los países más ricos y los de aquellos que están en vías de desarrollo.
La Obra de la Infancia Misionera promueve la cooperación misionera de los niños de tres formas:
Durante más de 160 años y sin hacer discriminación de razas, cultura o nación, los niños de la Infancia Misionera han prestado ayuda a millones de niños de todo el mundo para su alimentación, su vestido y salud, para la protección de sus vidas y educación escolar y, sobre todo, para su nacimiento, crecimiento y maduración en la fe y vida cristiana.
Las ofrendas de los niños se utilizan cada año para ayudar, con «subsidios» ordinarios y extraordinarios, a unos 4.000 proyectos a favor de los niños más necesitados del mundo. En Albacete hay más de 3.000 niños pertenecientes a la Infancia Misionera y el año pasado se recaudaron más de 20.000 euros para estos proyectos de desarrollo. Los chavales participan en las actividades de la parroquia y colegio, participan en las actividades que desde la delegación de misiones se promueven (Sembradores de Estrellas, Partido de la Solidaridad, Encuentros diocesanos,…) y reciben la revista Gesto y Supergesto.
«Ponte en camino… … eres misionero». El mensaje de la Jornada de la Infancia Misionera hace referencia a los pies del mensajero que anuncia la Buena Noticia. La vocación misionera implica ponerse en camino para «pasar a la otra orilla», e ir al encuentro del otro para mostrarle con el testimonio y la palabra el amor de Dios.
El compromiso misionero entraña «salir» de uno mismo como lo hizo Jesús: sale del Padre para hacerse igual a los hombres. El bautizado, sea cual fuere su condición humana o eclesial, siempre que vive, desde la fe, la experiencia del amor al otro actualiza su vocación misionera.
Los principales objetivos de esta Obra Pontificia se centran en cuatro puntos:
Con motivo de la celebración de la Jornada de la Infancia Misionera, que en España tendrá lugar el próximo 28 de este mes de enero, Obras Misionales Pontificáis, en su dossier de prensa para esta campaña de la Infancia Misionera, recopila cifras que muestran la terrible situación que sufren los niños en el mundo.
Situaciones de hambre y deficientes condiciones sanitarias y de salud, carencias educativas, situaciones derivadas de guerras y conflictos armados, esclavitud laboral, abandono familiar y social: los niños de la calle, explotación sexual que, en la medida de lo posible, la Infancia Misionera trata de remediar con el apoyo tanto económico como aportando la labor de tantos y tantos misioneros españoles repartidos por tierras de misión.
HAMBRE, ASISTENCIA SANITARIA Y SALUD:
6 millones de niños menores de 5 años mueren cada año en el mundo por falta de alimentos; 180 millones de niños menores de 10 años padecen de desnutrición; 177 millones de niños sufren retraso en su crecimiento a causa de la desnutrición de sus madres durante el embarazo; 8 millones de recién nacidos mueren al año debido a la mala salud y la deficiente nutrición de la madre durante el embarazo; uno de cada siete niños nacidos en los países más pobres está destinado a morir antes de cumplir los cinco años; más de 250.000 niños menores de 5 años mueren cada año, por enfermedades que podrían prevenirse fácilmente; 14 millones de menores, a finales del 2001, eran huérfanos a causa del VIH/SIDA; y un millón ochocientos mil niños mueren cada año a causa de la diarrea por falta de acceso a agua potable.
EDUCACIÓN:
130 millones de niños no van a la escuela; en los países en desarrollo la proporción de niñas respecto al número de varones escolarizados alcanza, en el mejor de los casos, sólo un 75%; cada año se pierden 443 millones de días escolares a causa de enfermedades relacionadas con el agua.
GUERRAS Y CONFLICTOS ARMADOS:
2.000.000 de muertos, 6.000.000 de heridos y 1.000.000 de huérfanos han causado los conflictos armados en la última década; 600.000 niños soldado se calcula que empuñan las armas en el mundo; y 10.000 pequeños mueren cada año por las minas terrestres.
ESCLAVITUD LABORAL:
250 millones de niños entre los 5 y los 14 años están sometidos a ella. En los países del sur, estos niños trabajan como esclavos en fábricas de alfombras, juguetes, ropa y equipamiento deportivo de conocidas marcas; 200.000 niños africanos son víctimas de mafias, que los obligan a trabajar jornadas de entre 10 y 20 horas diarias. El sur de Asia presenta los peores índices de explotación laboral infantil con más de 100 millones de menores en esta situación. Se calcula que las ganancias de los menores de 17 años en Latinoamérica suponen entre un 10 y un 20% de los ingresos de sus familias.
NIÑOS DE LA CALLE:
La mitad de los pobres del mundo son niños: más de 600 millones; y 100 millones son «niños de la calle», malviven de lo que mendigan, roban o encuentran en la basura.
EXPLOTACIÓN SEXUAL:
Un millón de menores (principalmente niñas, pero no sólo ellas) caen anualmente en las redes del comercio sexual. Las cifras estimadas reflejan un número alto de menores explotados en algunas regiones: India, 400.000; USA, 325.000; Tailandia, 200.000; Europa oriental y central, 175.000; Filipinas, Taiwán y Brasil, 100.000; África occidental, 35.000.
«Seis millones de niños mueren de hambre al año en el mundo. Una tragedia que podría evitarse con la cuarta parte de lo que EE.UU. gasta en armas. Ocho millones acuden a escuelas deficientes, cuando bastaría el gasto militar de cuatro días para cubrir la educación básica universal. A falta de un compromiso claro y rotundo del mundo adulto por resolver estos males, los niños y jóvenes han decidido un año más poner manos a la obra para ayudar a sus hermanos desfavorecidos”.
Monición de Entrada
La comunidad cristiana se reúne los domingos para celebrar la Eucaristía, el memorial del amor hasta el extremo de Jesús. Hoy lo hacemos, además, con la peculiaridad de celebrar la Jornada de la Infancia Misionera. Este hecho nos recuerda la necesidad de que los niños sean iniciados en la fe y formados convenientemente para que ellos a su vez sean protagonistas de la transmisión de la fe de la Iglesia, especialmente a los demás niños, en las circunstancias del mundo actual.
El lema de esta Jornada de hoy, “Ponte en camino… eres misionero”, nos recuerda a todos que los cristianos deben tomar parte activa en la misión universal de la Iglesia. Los niños de la Infancia Misionera nos estimulan a ponernos en camino y ser misioneros. Pidamos, pues, en esta celebración por toda la Iglesia para que siga a su Maestro en los caminos que le marca para su misión hoy.
Acto Penitencial
Dirijamos nuestra mirada a Dios, nuestro Padre, pidiendo la luz de su misericordia en nuestro camino hacia Él.
* Señor Jesús, que, hecho hombre por nosotros, anduviste los caminos de la Encarnación y de la humildad. Señor, ten piedad.
* Cristo Jesús, que por amor al Padre y a los hombres recorriste la vía de la Cruz y de la Pasión. Cristo, ten piedad.
* Señor Jesús, que, resucitado y ascendido a la derecha de Dios, eres el camino de todo hombre hacia el Padre. Señor, ten piedad.
Monición a las lecturas
El lema de la Jornada de la Infancia Misionera es una invitación a ponernos en camino. La Palabra de Dios de este día es especialmente rica de significado en este aspecto. En la primera lectura se presenta la vocación de Jeremías como profeta de las naciones no judías; de igual manera, el pasaje del Evangelio recuerda el momento en que Jesús es rechazado en su propia tierra y anuncia que su mensaje es no sólo para los judíos sino también para todos los pueblos. Y es que la Buena Noticia del Evangelio es el amor, del cual habla san Pablo en el conocido “himno al amor”; y el amor es la aspiración del corazón de todo ser humano, que sólo Dios puede colmar.
Como cristianos, discípulos de Jesús, ponernos en camino y ser misioneros es escuchar la llamada que Dios hace a abrir nuestro corazón al amor de Cristo y salir de nosotros mismos, superando cualquier prejuicio o barrera humana, para ir a todo ser humano. Que la Palabra que Dios nos estimule a ponernos en camino tras Aquél que es Amor y, por eso, es “el Camino, la Verdad y la Vida”.
Sugerencias para la homilía
En la Biblia el camino, el peregrinar, el movimiento… es una constante para significar la necesidad del hombre de salir de sí mismo para llegar a conocer a Dios y a unirse a Él. Muy significativamente este ponerse en camino está unido a un envío a una misión, a una entrega de sí mismo a favor de los demás: Abrahán, Moisés, los profetas… pero también los Apóstoles de Jesús, san Pablo, etc. se ponen en camino para llevar a los hombres un mensaje de parte de Dios.
La iniciativa nunca es de la propia persona. El que se pone en camino es un enviado de Dios y, como tal, ha sido escogido, llamado y capacitado para la misión. Nadie puede arrogarse el ser enviado si antes no ha sido llamado. La vocación de Jeremías es un caso especialmente paradigmático. Se produce en un periodo de la historia de Israel de gran convulsión. El profeta se resiste ante las dificultades que intuye que va a encontrar; sin embargo, Dios no sólo le capacita para ello, sino que además le da a su misión un alcance universal.
Jesús, en un paralelismo muy grande con Jeremías, sufre el mismo rechazo por parte de la gente de su tierra. A ésta, que cree conocerle y saber lo que les va a decir, les responde que la autenticidad de su mensaje estriba en que, aunque ellos no lo acojan, los más ajenos a la fe judía sí lo entenderán y lo acogerán.
La misión implica a veces sufrir la incomprensión, el rechazo y hasta la persecución. Pero Jesús “se abrió camino en medio de ellos y se fue”. Nunca las dificultades son un freno para el que se sabe enviado de Dios y hecho por Dios como “plaza fuerte, en pilar de hierro, en muralla de bronce”. No se trata de la arrogancia de la testarudez, sino de la fidelidad a un mensaje de salvación que proviene de Dios.
Porque el enviado lleva un mensaje de amor de Dios a su pueblo; si en el Antiguo Testamento este mensaje a veces está velado por las expresiones, en el Nuevo la propia persona de Jesús y la literalidad de las palabras nos hablan de un amor que no conoce límites ni barreras: el amor infinitamente misericordioso de Dios que el cristiano debe vivir y reproducir en su vida.
Como decía el Papa Benedicto XVI en su mensaje para el DOMUND pasado: “la caridad es el alma de la misión”. Por tanto “ser misioneros es inclinarse, como el buen Samaritano, sobre las necesidades de todos, especialmente de los más pobres y necesitados, porque quien ama con el amor de Cristo, no busca el propio interés, sino únicamente la gloria del Padre y el bien del prójimo. Se encuentra aquí el secreto de la fecundidad apostólica de la acción misionera, que traspasa las fronteras y las culturas, llega a los pueblos y se difunde hasta los extremos confines del mundo”.
Oración de los fieles
A Dios, que está siempre con nosotros en el camino de la vida, dirigimos nuestra oración de peregrinos que confían en Él:
1. Por toda la Iglesia, para que recorra con alegría el camino de tu Hijo Jesucristo que le lleva hacia todo ser humano. Camina con nosotros, Señor.
2. Por el Papa, los Obispos y todos los que tienen responsabilidad en la Iglesia, para que conduzcan a todos los fieles a escuchar la llamada y el envío de Dios. Camina con nosotros, Señor.
3. Por los que ejercen la autoridad en los países del mundo, para que lo hagan movidos por el espíritu de servicio y el amor a las personas. Camina con nosotros, Señor.
4. Por todos los niños del mundo, especialmente los que más sufren en su cuerpo o en su espíritu, para que experimenten la cercanía y el amor. Camina con nosotros, Señor.
5. Por los niños de la Infancia Misionera, para que se pongan en camino y sean verdaderos misioneros en sus familias y colegios. Camina con nosotros, Señor.
6. Por todos los misioneros, que se fatigan en recorrer los caminos para llegar a todas las personas, para que les llenes de alegría y constancia en su misión. Camina con nosotros, Señor.
7. Por los que nos hemos reunido aquí a celebrar la Eucaristía, para que el contacto con Jesús en su Palabra y en el Sacramento nos impulse a ir a quienes más necesitan de su amor. Camina con nosotros, Señor.
Escucha, Padre, la oración de tu pueblo que peregrina en este mundo y que necesita de ti para no desfallecer en su camino y poder cumplir con la misión que le encomiendas. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Monición a las ofrendas
La presentación de las ofrendas se realiza como una procesión. Este hecho indica la disponibilidad del Pueblo de Dios a dar no sólo de sus cosas sino a ponerse a disposición de Dios para cumplir con la misión que le encomienda, a ponerse en camino y ser enviado.
Procedamos en este momento litúrgico siguiendo el camino interior, espiritual, que nos sugiere también el lema de la Jornada de Infancia Misionera: ponernos en camino para ser misioneros, ofreciendo la ayuda de nuestro amor a los niños del mundo que pasan necesidad a través de la Pontificia Obra de la Infancia Misionera.
Monición de despedida
Llega el final de nuestra celebración. Es el momento de llevar a los demás todo lo vivido en la Eucaristía. El Señor nos invita con el «Podéis ir en paz» a ponernos en camino… para anunciar a los demás la Buena Noticia del Evangelio. Fortalezcamos nuestro deseo de ser misioneros y anuciadores de Jesús. Ésta es nuestra tarea, nuestra misión. La bendición del Señor nos ayudará.