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12 de abril de 2015

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]J[/fusion_dropcap]osé María Rodríguez Olaizola, jesuita, teólogo y sociólogo, experto en la pastoral con jóvenes y en evangelización a través de internet en proyectos como rezandovoy o pastoralsj, nos explica cómo acercar al hombre de hoy a Dios.

 PREGUNTA: José María has venido a Albacete invitado por el Secretariado Diocesano de Juventud, en la búsqueda de los jóvenes por encontrar su lugar en el mundo, ¿Hay espiritualidad?
Creo que sí, porque, en el fondo, todos, creyentes e incluso aquellos que hacia lo creyente no sienten una vinculación clara, ni por educación, formación, etc., tenemos preguntas, intuiciones, la búsqueda muy profunda de respuestas para las cuestiones como el sufrimiento, el sentido real de la vida, la felicidad, el amor, y eso es una búsqueda espiritual.

¿Cómo podemos llevar a Dios a estos jóvenes? ¿Cómo anunciarles el Evangelio?
Cualquiera de nosotros que intente anunciar el Evangelio en el contexto actual a los jóvenes, el primer reto que tiene es traducir: Tenemos que ser capaces de traducir las cosas que muchas veces nosotros damos por sentado, al lenguaje de las experiencias, de las vivencias, a lo cotidiano, porque, si no, parece que estamos hablando de algo que es muy lejano a las vidas de muchas personas y eso yo creo que es el gran problema en muchos casos.

Muchos tienen la sensación que desde la Iglesia estamos hablando de cosas que serán muy interesantes, pero que no tienen nada que ver con su vida.
Y el gran reto es decir: mira, no. Dios y la vivencia de la fe y la comunidad tienen mucho que ver con cosas que te pasan todos los días. Entonces, esa traducción la tenemos que hacer nosotros, no podemos exigir al que escucha que inmediatamente entienda cosas que a lo mejor están muy lejanas de su experiencia cotidiana.

Tu libro “Los forjadores de historias” indica que cada persona tiene una historia distinta.
Ahí el gran esfuerzo ha sido ayudar a tender puentes para vincular los tiempos litúrgicos con la experiencia cotidiana de las personas, porque si estamos hablando de Adviento, Cuaresma, Pascua… para muchos parece algo muy intraeclesial, de liturgia dominical… desvinculado a veces de la vida del día a día de las personas. Entonces, ser capaces de decir, mira, si es que esto está hablando de la espera, de la impaciencia, de la fragilidad humana, de las dificultades que tenemos en el camino, de la alegría verdadera.

Los tiempos litúrgicos los llevas a ejemplos de la vida ordinaria.
Sí, por ejemplo la Cuaresma sería cómo lidia uno los conflictos con su familia, o en el trabajo, y no simplemente con una experiencia de Jesús en el desierto. O la tentación, que no sólo es una experiencia que tiene que ver con una concepción moral de la vida, sino que hay tantas tentaciones cotidianas que forman parte de nuestra lucha diaria de tantas cosas… y los jóvenes tienen muchas. Y si tú les dices: mira, las batallas terribles, los complejos, la presión que uno tiene a veces por cuestiones como la imagen… toda esa lucha es algo contra lo que uno tiene que ser capaz de plantarse y decir ¡basta! Esto es religioso, aunque a veces la gente no lo entienda.

Cuatro áreas de trabajo en la pastoral juvenil

José María Rodríguez Olaizola afirma que “hemos de ser capaces de abordar estas cuatro áreas en el trabajo con los jóvenes”:

  • Dar la oportunidad de tener la experiencia de Dios: La cuestión de Dios, para mucha gente, es algo desconocido y muy cargado de prejuicios que hemos de quitar diciendo: mira, lo de Dios, es algo universal, no es para unos pocos convencidos: todos nos acercamos a la fe desde nuestras muchas preguntas, sobre la trascendencia, la búsqueda de sentido… con alguna pequeña certidumbre y muchas dudas.
  • Hablar de la realidad plural de la Iglesia: Hay gente que identifica lo eclesial con determinadas maneras de entender las cosas, sensibilidades o ideologías. Son estereotipos que hay que romper, diciendo que la experiencia eclesial es infinitamente plural, amplia; tiene cabida gente en situaciones muy diferentes y todo eso es Iglesia.
  • Hacer ver que el “otro” me importa: En una sociedad egocentrada donde los mensajes que los jóvenes reciben tienen que ver muchas veces con “yo, yo, yo, yo…”, hemos de ser capaces de abrir la mirada hacia afuera y decir: mira, el otro importa, e importa no por lo que te aporta a ti, importa por su dignidad, por sí, por su situación y entonces, aprender a relacionarnos desde ahí.
  • Insistir sobre la importancia de la fe en el crecimiento personal: Integrar la fe en la propia vida es encontrar un camino para la verdadera libertad y a esto, todo el mundo aspira.