5 de julio de 2015
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]C[/fusion_dropcap]omo en años anteriores, desde la Comisión Episcopal de Migraciones de la Conferencia Episcopal, en la tarea que corresponde al Departamento de la Pastoral de la Carretera, os hacemos llegar nuestro saludo afectuoso a todos vosotros, cuya vida y actividad están relacionadas con la carretera.
Desde la DGT continuamente nos están invitando a todos los conductores a la prudencia y al respeto de las normas. Es lógico, porque en ello está en juego la vida de muchas personas. Cumplen con su deber velando por la seguridad de los demás, aunque en ello vaya incluida la consecuencia desagradable de sancionar las infracciones.
Cuando conducimos un vehículo, es mucha la responsabilidad que asumimos con respecto a nuestra integridad física y en relación con los otros usuarios de la vía pública, a los que, debido a un mal comportamiento, podemos herir o matar, aunque no sea esa nuestra intención.
“Dios ha creado al hombre racional confiriéndole la dignidad de una persona dotada de iniciativa y del dominio de sus actos” capaz de “hacer el bien y evitar el mal”.
“La Prudencia, guía experta para el camino”.
La prudencia es una de las cuatro virtudes cardinales con la justicia, la fortaleza y la templanza y la hemos escogido como guía de la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico de 2015.
La sabiduría popular nos ha dejado no pocos ejemplos referidos en forma de refranes que seguramente, con relativa frecuencia, repetimos: “Lo importante es llegar”. “Vale más tarde que nunca”, “Las prisas para nada son buenas”. “Vísteme despacio, que tengo prisa”. “Dar tiempo al tiempo”…
Estamos en pleno Año Jubilar del V Centenario de Santa Teresa de Jesús y, desde el Departamento de Pastoral de la Carretera, queremos verla de nuevo por nuestras calles y caminos. A su pluma debemos estas bellas palabras que hacemos nuestras: “el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega” (Vida 19, 12).
Refiriéndose a Santa Teresa, dice el Papa Francisco: “La imagen del camino puede sintetizar muy bien la lección de su vida y de su obra. Ella entendió su vida como camino de perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los hombres. ¿Por qué caminos quiere llevarnos el Señor tras las huellas y de la mano de santa Teresa? Quisiera recordar cuatro que me hacen mucho bien: el camino de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo”.
Camino de la alegría
Una cualidad sobresaliente en santa Teresa de Jesús es la alegría: «Tristeza y melancolía – dice ella – no las quiero en mi casa” y se enfrentaba a la vida, no sólo con serenidad, sino con buen humor y con gozo “No dejen de andar alegres y sirviendo”, recomendaba. (Camino 18, 5).
Cuánto debemos aprender de ella. Cuando viajamos en familia o en compañía. Qué buenos momentos podemos aprovechar para dialogar en un clima distendido y hacer un viaje feliz. Desgraciadamente, con demasiada frecuencia, al menor contratiempo, nos enfadamos y perdemos la serenidad y la compostura, con la correspondiente distracción y falta de atención a la carretera.
Camino de la oración
Si “entre los pucheros anda Dios” (Fundaciones 5,8), como dice la Santa, también anda Dios en nuestras carreteras y vehículos. Nuestro coche, nuestra cabina, nuestro taxi y demás vehículos, pueden ser lugares de oración, que ella describe «no ser otra cosa, sino tratar de amistad,… con quien sabemos que nos ama” (Vida 8,5).
No se trata de convertir nuestro vehículo en una capilla, pero sí de crear un clima que nos invite a dirigirnos a Dios con una breve oración, una sencilla mirada al cielo, haciendo la señal de la cruz al iniciar o terminar el viaje, o escuchando orar a los acompañantes o por la radio, con tal de que sea compatible con nuestra atención a la conducción.
Camino de fraternidad
Qué bien suenan estas palabras, “camino de fraternidad”. Aplicadas a la carretera, nos invitan a ser positivos a la hora de compartir vehículo y camino.
El camino ha hecho muchos amigos y ha dado múltiples oportunidades para ayudar al prójimo en algún problema. Cuando se comparte vehículo, no es momento de sacar trapos sucios de familia o de amigos, que, aparte de amargarnos el viaje, pueden alterarnos y repercutir en la seguridad vial.
Camino del propio tiempo
“Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta. ¡Sólo Dios basta!” (Poesía de la Santa).
Seguro que a muchos de vosotros, estas palabras de santa Teresa os son familiares y, referidas ahora, al ajetreo del tráfico, nos invitan a la prudencia, al sosiego, a dar tiempo al tiempo y a no dejarnos atrapar por las prisas, que nunca son buenas consejeras.
Prisas y volante, generalmente se llevan muy mal; así lo dicen las estadísticas de la DGT con un 22% de los accidentes mortales en nuestras carreteras.
“Nada te turbe… la paciencia todo lo alcanza.” Sería bueno repetirnos estas palabras de la Santa una y mil veces cuando sufrimos un atasco, tenemos una avería u otro contratiempo.
✠ Ciriaco Benavente Mateos
Presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones