22 de noviembre de 2012
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]C[/fusion_dropcap]uantas veces nos ha ocurrido en la vida que alguien nos invita a volver a empezar, o somos nosotros los que en un momento de rabia contenida por la oportunidad perdida, pedimos de nuevo volver a empezar. ¿A quién no le ha pasado alguna vez que en sus momentos difíciles, agradezca que alguien le diga “no pasa nada, vuelve a empezar…”?
Por desgracia hay personas sin hogar que están en un callejón sin salida, han perdido la esperanza de mejorar y de salir adelante; están desmotivados, ahogados en sus problemas y sin ganas de resolverlos. Además, se encuentran con la indiferencia de la sociedad que les hace ser invisibles y les aparta de la vida cotidiana.
Los resultados de varios estudios determinan que los perfiles más usuales de las personas sin hogar son los siguientes:
- Los jóvenes, desvinculados de sus medios familiares o procedentes de instituciones sin red social de apoyo.
- Personas con enfermedades mentales susceptibles de estabilizarse con el seguimiento adecuado del tratamiento.
- Personas con cualquier tipo de adicciones que no se puedan o no se quieran afrontar.
- Personas que pierden su empleo y no son capaces por si solos de encontrar una solución
- Personas que salen de prisión sin vinculación familiar.
- Personas afectadas por desahucio de viviendas de alquiler, al que han llegado a veces por desconocimiento de los recursos en épocas de crisis personales.
- Personas que llegan al sinhogarismo por paro de larga duración, con frecuencia unido a desintegración familiar por separación o divorcio.
- Personas que esperan el ingreso en centros de tratamientos específicos.
- Inmigrantes con permiso de residencia y trabajo, que después de cuatro años en España no se han estabilizado y presentan necesidades similares a los nacionales en las mismas situaciones.
- Mujeres maltratadas, excluidas, prostituidas, sin trabajo. La problemática de la mujer que llega a estar en la situación de sin hogar se agrava considerablemente simplemente por el hecho de ser mujer.
Generalizando mucho, éstas son las realidades más comunes entre las personas sin hogar. En estos momentos en España se calcula que hay más de 30.000 personas en esta situación. La tasa de pobreza de nuestro país ronda ya el 22% de la población.
Lo que realmente importa de las personas sin hogar no es la estructura que se utiliza para trabajar con ellos. Son las historias de lucha, de valentía y de intentar salir adelante.
En definitiva, creemos que estamos a tiempo de cambiar conceptos, de volver a creer en las utopías y en las personas. El ser consciente de eso supone hacer más justa a la sociedad en la que vivimos, que pasa de largo y no se detiene a contemplar las cualidades y los esfuerzos de los demás.