6 de junio de 2007
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Cáritas celebra su campaña con el lema
«DERECHO A UNA EDUCACIÓN DIGNA»
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]n el último trimestre del curso escolar cabría pararnos a pensar si el derecho a la educación (derecho fundamental al que los gobiernos se comprometieron cuando firmaron en 1989 la Convención sobre los Derechos del Niño) está al alcance de todas las personas o si sigue siendo un privilegio (como tantos otros), de quienes pertenecemos al grupo de países que explota al máximo los recursos del planeta.
Pensar en educación como derecho para todos y todas es pensar en igualdad de oportunidades, en desarrollo personal, en mejoras familiares, en progreso de la comunidad, en equilibrio medioambiental. Lo proclamaba claramente Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio «la alfabetización es para el hombre un factor primordial de integración social y enriquecimiento personal, mientras que para la sociedad es un instrumento privilegiado de progreso económico y de desarrollo» (PP.35), y sigue vigente en la Enseñanza Social de la Iglesia y en las luchas de miles de misioneros y misioneras en los países empobrecidos y de las entidades como Cáritas que les apoyan.
Cada céntimo invertido en educación repercute con creces en bienestar, convivencia, respeto… Pero la educación no llega por arte de magia, es una conquista que a veces senos pasa desapercibida o no valoramos lo suficiente tal vez porque todo viene dado. En nuestros centros educativos todo parece funcionar: alumnado preparado, familiares también, aulas listas, limpias, ordenadas, profesorado en los centros, personal auxiliar con su gran dedicación. Parece milagro, pero no, ha dado resultado el esfuerzo de miles de personas para garantizar el aprendizaje y mejora personal, para que niños y adolescentes puedan desarrollar al máximo sus capacidades. ¡Qué importante! ¡Qué valioso!
Lograr que un sistema tan complejo como el educativo funcione y responda a los retos de la sociedad es un éxito no sólo de ministros y consejeros sino de la solidaridad de todas las personas trabajadoras que contribuyen a los ingresos del estado y que hacen que la sociedad más o menos funcione. Un logro también de padres y madres que asumen la importancia de la educación.
Este logro, está aún lejos del alcance de millones de personas. Cerca de 130 millones de menores están sin escolarizar. Además, por cada 100 niños que no van a la escuela, todavía hay 117 niñas en la misma situación. Aunque los Objetivos de Desarrollo del Milenio señalan que para el 2015 todos los niños y niñas podrán terminar por lo menos un ciclo completo de primaria, lo cierto es que este objetivo está lejos de cumplirse. Al ritmo actual cerca de 50 millones de niños seguirán sin escolarizar y África no alcanzará esa meta hasta el 2150.
En los países industrializados se invierten en educación 7.372 $ por niño y año, mientras que en África Subsahariana, por ejemplo, que tiene más de un tercio de sus niños sin escolarizar, se invierten 38 $ por niño y año. Es decir, 200 veces menos. Lograr el objetivo de la enseñanza primaria universal para el 2015, según el Informe del Estado Mundial de la Infancia 2005, costaría unos 9.100 millones de dólares al año. Parece mucho, pero si pensamos que el gasto militar mundial supera los 900 mil millones de dólares, podemos concluir que sólo con la reducción del 1% de los gastos militares anual podría proporcionarse educación primaria a todos los niños del mundo.
Educar a los niños y niñas contribuye a reducir la pobreza y promover la igualdad entre los géneros. Ayuda a reducir las tasas de mortalidad en la infancia y promueve la preocupación por el medio ambiente. Privar al niño o niña del acceso a una educación de calidad aumenta las posibilidades de que sea víctima del abuso, la explotación y la enfermedad. Las niñas están incluso más expuestas que los niños al riesgo de sufrir abusos cuando no van a la escuela. En muchos poblados, la escuela proporciona un refugio seguro para la infancia, un lugar donde es posible encontrar compañerismo, supervisión de adultos, letrinas, agua potable y, posiblemente, alimentos y atención de la salud.
Desgraciadamente el peso del pago de la deuda y los ajustes estructurales del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial obligan a muchos países empobrecidos a recortar sus presupuestos de educación. Las políticas de la Organización Mundial de Comercio presionan para la privatización de los servicios. El continente africano paga por la deuda cuatro veces más de los que invierte en Sanidad o Educación.
Hay quien dice que es demasiado cara la educación… ¡más caro saldría probar sin ella! El desarrollo de los pueblos ha venido siempre de la mano del desarrollo del derecho a la educación. Ya hemos comentado que en muchos lugares este derecho no existe ni por asomo. Podemos encontrar escuelas construidas sin maestros, maestros sin escuelas, escuelas, niños y maestros sin planes educativos y, lo que más condiciona, sin presupuesto para hacer realidad el derecho a la educación. O niños obligados a trabajar en duras condiciones para aliviar la pobreza de sus familias.
Por eso si nos damos cuenta de lo que tenemos cerca y nos disponemos a compartirlo con quienes están lejos, reafirmaremos un compromiso por defender una enseñanza pública de calidad. Nos falta tomar conciencia de la importancia casi sagrada del derecho a la educación, de nuestra capacidad para garantizar que se cumpla y de la necesidad de lograr que sea algo universal. Y trabajar para que se cumpla el derecho a la educación es luchar por la erradicación de la pobreza. Cáritas quiere arrimar el hombre en esta tarea ¿Contamos con el tuyo?
Desde Cáritas Diocesana de Albacete también se está trabajando en el tema de la educación con un Programa de Infancia donde se acompaña personalmente el proceso de aprendizaje y se fomentan hábitos de estudio. En este programa se trabaja con niños que no han recibido estimulación ni refuerzos positivos desde su familia, baja autoestima, relación conflictiva por parte de la familia con la escuela, dificultades para asumir normas y límites, dificultad en las relaciones sociales,…
Dentro del Programa de Infancia de Albacete se atienden a 52 niños de edades comprendidas entre los 4 y los 17 años y también se trabaja con algunos padres. Las actividades que se realizan son de apoyo escolar, ocio, deporte, guardería, formación de padres,…