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17 de mayo de 2008

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El día 11 de mayo tuvieron lugar los votos solemnes de María Ángeles Bolívar Jiménez en la Orden de Santa Clara de Hellín. Efectivamente en las afueras del pueblo, camino de Lietor nos encontramos con un hermoso Convento en medio del campo. La nueva Iglesia, su torre, la casa, la huerta nos están hablando de un moderno complejo monacal preparado para nuestro tiempo.

Pero no fue siempre así. Años atrás las Hermanas Clarisas de Hellín, cuando estaban en el casco viejo del pueblo, vieron cómo sus paredes se desquebrajaban y pidieron ayuda. Una petición que como veremos llegó muy lejos…

– Nos acercamos a la Hna. María Ángeles y la primera pregunta que se nos ocurre es ¿cómo una madrileña pudo llegar a este lejano Hellín?
– Yo soy vocación tardía. Era secretaria en la Dirección de Cultura y Bellas Artes cuando recibí una nota en que pedían ayuda para aquel Convento que pasaba por grandes dificultades. Me interesé mucho por el tema. Envié mi donativo. Pero tenía interés de conocerles mas cerca. Tuvimos una relación por carta, hice algunas visitas. Me encantó este ambiente. Llegué a venir con mis padres a la profesión temporal de sor Inés y sor Clara. A finales del 98 hice mi primera experiencia. Ya me quería quedar, pero la norma es que hay que volver a casa para pensarlo. En enero del 99 volví y hasta ahora.

– Y una muchacha que tiene un gran cargo, un brillante porvenir ¿cómo se le puede ocurrir hacerse monja, más aún, encerrarse en un convento de clausura?
– La historia viene de atrás. Yo tuve una formación cristiana en mi casa muy buena. Estudié en un colegio de religiosas. Luego empecé a participar en los grupos de Adoración Eucarística fundados por el P. Rubio y D. Manuel, el obispo de Málaga. Me tocó en suerte tener al famoso P. Urrutia como animador de nuestros grupos. Así pues el terreno estaba más que preparado para que yo llegase a ser religiosa.

– Ya veo que no vienes del mundo de la discoteca, ni de las noches locas de muchos jóvenes de nuestros ambientes. Pero ¿por qué precisamente con las Clarisas?
– Me fascinaba la vida de santa Clara y san Francisco. Una vida tan centrada en Jesús. Una vivida en pobreza y humildad. Es lo que yo buscaba en lo más íntimo de mi misma…

– Pero una vida aquí encerrada, para una mujer que tuvo cargos públicos tan importantes, ¿no se puede volver super aburrida?
– Aquí es imposible aburrirse. Ningún día es igual al otro. Tenemos muchas horas de oración. Profundizar en la intimidad con Dios nos abre cada día horizontes nuevos. También tenemos trabajo manual, nos ganamos el pan con nuestras manos. Y rezamos muchos, mucho por tantas necesidades de la gente.

– ¿Qué dirías a los jóvenes, sobre todo a esas chicas que parece que siempre están aburridas con la vida?
– Que se paren un poco, pues a veces están metidos en un torbellino de locura. Que hagan silencio para que puedan escuchar lo que Dios quiere de ellos. Que no tengan miedo al compromiso, que no tengan miedo a enfrentarse con su verdad. A veces buscan la felicidad donde no se encuentra. Dios quiere que seamos felices.

Gracias, Hna. María Ángeles, Sus palabras nos suenan a verdad. Que su consagración definitiva al Señor nos llene a todos de esperanza, al saber que hay jóvenes que son capaces de apostar totalmente por él.

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