6 de mayo de 2014
|
67
Visitas: 67
[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]a película “De Dioses y Hombres”, (2010) de nacionalidad francesa, dirigida por Xavier Beauvois, Gran Premio del Jurado y el Premio del Jurado Ecuménico del Festival de Cannes de 2010, ofrece al espectador la oportunidad de hacer un gran retiro espiritual, para profundizar en su fe y sobre su propia historia personal que va dando fisionomía al encuentro con Dios, señaló Francisco Javier Avilés, sacerdote, licenciado en Teología Fundamental y profesor de Fenomenología de la Religión, en la conferencia que ofreció ayer para presentar esta película, que forma parte de la cartelera del II Ciclo Fe en el Cine, de la Diócesis de Albacete.
“De Dioses y Hombres” será proyectada mañana miércoles día 7 de mayo en la Filmoteca de Albacete, en dos sesiones: a las 20:00 horas y a las 22:15 horas. Está basada en la historia real de siete monjes trapenses que vivieron el martirio, durante la guerra civil que azotó a Argelia entre 1991 y 2002. La acción se sitúa en un monasterio en la región de los Montes Atlas en Argelia, donde los monjes, dedicados a la vida contemplativa, vivían en armonía con la población musulmana de aquel lugar, a la que apoyaban para paliar los efectos de la pobreza ocasionados por un régimen en decadencia, hasta que la muerte les llegó violentamente, víctimas del terrorismo.
Fue en el año 1996: Christian de Chergé, abad del monasterio, y otros seis monjes fueron secuestrados en la noche del 26 al 27 de marzo. El 21 de mayo se informó de su asesinato. Fueron degollados, sus cabezas fueron encontradas el 31 de mayo por el gobierno argelino. Estos monjes, a pesar del creciente peligro que los rodeaba y de las amenazas de los terroristas, decidieron quedarse y resistir.
Francisco Javier Avilés inició su conferencia entregando a los asistentes el testamento espiritual que Christian de Chergé dejó escrito, con motivo de una circunstancia que le hizo ver que el martirio era una situación ya próxima. El testamento fue abierto el Domingo de Pentecostés de 1996, y empieza así:
“Cuando un A-Dios se vislumbra… Si me sucediera un día –y ese día podría ser hoy-, ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a todos los extranjeros que viven en Argelia, yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país”. (…) “Yo no podría desear una muerte semejante. Me parece importante proclamarlo. En efecto, no veo cómo podría alegrarme que este pueblo al que yo amo sea acusado, sin distinción, de mi asesinato”.
El camino particular donde se aprende a ser hijos
Señaló Avilés que “estos monjes no quieren que su muerte sea achacada a musulmanes, no quieren que sea atribuida al Islam. No son mártires de una guerra de religiones, sino de un amor que quiere entregarse y darse a los demás salvando lo bueno que ellos tienen”. El martirio no es entendido como una autoafirmación, sino como una corriente de amor a toda la humanidad. Son mártires por amor, para dar a luz al Hijo de Dios, porque todo creyente tiene que alumbrar en su propia vida este hijo de Dios que él es”, expresó, refiriéndose también con esta película “al camino particular donde se aprende a ser hijos”.
“A Dios caminamos por los caminos concretos e históricos que la biografía nos ha marcado. De ahí el título, “De Dioses y hombres”. La película suscita interrogantes concretos, particulares: nombres de personas, un país, un lugar, siglas de entidades oficiales de seguridad argelinas… y universales, aquello que nos une a todos los hombres por encima de todo”. Trata sobre lo concreto, lo particular y lo universal, que el cine como arte y concretamente esta película, anuda tan bien.
“El camino que cada uno lleva marca, porque le da cuerpo y alma. El camino es el cuerpo, que va dando fisionomía propia al encuentro con Dios. En la película, llega un momento en que los personajes, sus huellas, se funden en la inmensidad blanca que es el amor de Dios”, apuntó Francisco Javier Avilés, que recordó el poema de León Felipe: Nadie fue ayer/, ni va hoy/, ni irá mañana/ hacia Dios/por este mismo camino/que yo voy./ Para cada hombre guarda/un rayo nuevo de luz el sol…/y un camino virgen/Dios.
Avilés invitó a no quedarnos sólo con el argumento de la película, “para no perdernos otras verdades que están en la ambientación”, y resaltó que la fe es una de las primeras bondades y riquezas de “De Dioses y Hombres”: “La fe es el fruto, más que una lucha personal, del intercambio fraterno: nos prestamos la fuerza, el apoyo, la esperanza, la certeza cuando hay duda, los unos a los otros. La fe de la comunidad aúna recorridos personales en una vivencia de trabajo común”.