10 de septiembre de 2008

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– Tras su primera Feria de Albacete, el año pasado, ¿qué le pareció la festividad?
– Me habían ponderado de tal manera la Feria que casi la había idealizado, pero le aseguro que no me decepcionó. Realmente la Feria de Albacete es mucha feria. No sé si hay algún otro sitio en que la Feria vaya tan unidad a la Virgen como acontece en Albacete. Ella la abre y la cierra. Ella ocupa durante esos días el corazón del recinto ferial.

– ¿Cómo afronta, como obispo, la llegada de una nueva edición de la Feria?
– Con toda normalidad, una vez que pasó la curiosidad de la primera vez. A mí me corresponde centrarme más en las celebraciones religiosas. Eso no quita para que uno se dé alguna vuelta por los otros festejos populares. Es una buena ocasión para disfrutar de amistad y de los buenos productos de la tierra.

– ¿Cómo se prepara la Diócesis para tal ocasión?
– Creo que la Feria, salvo en los momentos de celebración religiosa, es más asunto del Ayuntamiento y de los ciudadanos que de la Diócesis. En esos días aprovecharemos las mañanas para programar el curso.

– ¿Le parece que es real la devoción de los albaceteños a la Virgen de Los Llanos?
– Si, y en los días de la Feria se manifiesta esta devoción con singular fuerza.
Es admirable ver cómo siempre hay una larga fila para subir a la capilla desde la que la Virgen preside la Feria. Son especialmente impresionantes la ofrenda floral, así como la celebración eucarística del último día. Yo espero que ningún católico albacetense deje de expresar su amor y gratitud a la Sma. Virgen, que nos dio al Salvador.

– En tiempos de Feria, ¿es compatible la fiesta lúdica con la festividad religiosa?
– Claro. Así ha sido y espero que así siga siendo en el futuro. La mayor parte de nuestras fiestas populares surgieron como prolongación de las celebraciones en honor de Jesucristo, de la Virgen o de algún santo, que constituían el motivo más hondo de la fiesta y lo que le daba su sentido. No hay fiesta sin festejos. Nada que sea profundamente humano está reñido con lo religioso. Sólo está reñido lo inhumano. Espero que, a pesar de vivir en una sociedad fuertemente secularizada, lo religioso siga dando, para los creyentes, sentido hondo a lo humano, y que lo humano dé cuerpo y expresión a lo religioso.

– ¿Cómo ve la vocación religiosa entre las nuevas generaciones para ingresar en las diócesis? ¿Y en Albacete en particular?
– No se trata de ingresar en la Diócesis, sino de seguir a Jesucristo. Eso se produce cuando el creyente descubre la novedad de la persona de Jesús y la belleza de su evangelio. Entonces se tiene el convencimiento de que se ha encontrado un tesoro por el que vale la pena dejar cualquier otra cosa por valiosa que sea.
Mientras en otros continentes, incluso en ambientes en que la Iglesia sufre la persecución, se asiste a una floración vocacional admirable, en Europa estamos experimentando una fuerte sequía vocacional. Lo material y lo inmediato acaparan toda la atención y el interés de las personas, sobre todo de los jóvenes. Nosotros en la diócesis de Albacete participamos también de esa sequía. No es la primera vez que esto sucede en la historia de la Iglesia. Asombra a los historiadores cómo después de épocas de crisis, en que parecía que había llegado el final, surgen en la Iglesia figuras con una capacidad de arrastre admirable. Así pasó con el monacato tras las persecuciones. Y así fue en los siglos XII y XIII de cambio social; así en el renacimiento y tras la ruptura protestante; así en el último tramo del siglo XIX. Nuestra misión es seguir anunciando el Evangelio y promoviendo comunidades con fe viva, iluminada y comprometida.

– ¿Cuál es su deseo para los albaceteños en la Feria de este año?
– La Feria es un oasis de frescura y regocijo en medio de la actividad febril y fabril del año. No hay fiesta en soledad y sin gratuidad. Yo deseo a los albacetenses que la disfruten sanamente; que la Feria acreciente nuestro sentido de gran familia, que nos enriquezca humanamente para que, cuando pase, nos quede algo más que el amargo y frustrante sabor de la resaca. La Virgen, por ser madre, contribuye a hacer familia; es maestra en el amor y la gratuidad. ¡Feliz Feria!

(Entrevista concedida por el Obispo de Albacete al periódico el ´Día de Albacete´)