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16 de junio de 2019

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]n este domingo, 16 de junio, celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad, día que la Iglesia española dedica a recordar y orar por nuestras monjas contemplativas, es decir, por todas aquellas religiosas que viven en monasterios de clausura, de tal forma que su vida de oración, de trabajo, de apostolado se realiza dentro de los muros del convento. Se conoce este domingo como el “Día pro Orantibus” y por ello la Iglesia nos invita hoy, y todos los días, a orar por aquellos que han tomado como misión primordial en su vida el orar por nosotros.

En la Diócesis de Albacete tenemos siete monasterios de clausura. Tres en Villarrobledo: las Hermanas Carmelitas Descalzas, hijas de Santa Teresa; las Clarisas, hijas de Santa Clara y S. Francisco; las Cistercienses Bernardas que siguen el espíritu de S. Bernardo, inspirado a su vez en S. Benito. En la Ciudad de Albacete, en el conocido barrio de La Vereda, se encuentran las Carmelitas Descalzas, que el Cardenal Tabera, al fundar la Diócesis, quiso tener un Monasterio aquí en el corazón de la Diócesis, pues en aquel tiempo Villarrobledo era diócesis de Toledo. En Hellín tenemos otra Comunidad, las Clarisas. En Caudete están las Carmelitas de la Antigua Observancia ya que son anteriores a las Carmelitas fundadas por Santa Teresa. En Alcaraz tenemos el convento de las Franciscanas de la Tercera Orden.

Desde hace unos años, el Delegado Diocesano para la Vida Consagrada es Manuel de Diego. Nos comenta que su tarea consiste en acompañar en lo posible a las comunidades religiosas de vida activa y de una manera especial a las de vidas contemplativa, algo que intenta realizar con todo cariño y dedicación. Reconoce que, si les hago algún bien, es infinitamente mayor el bien que recibe de las religiosas, sobre todo de las contemplativas. Manuel es consciente del bien inmenso que ellas hacen a nuestras comunidades parroquiales. Constata, cada día, el esfuerzo y energías que emplean para conservar los edificios, es admirable ver cómo lo tienen todo tan hermosamente bien cuidado. En la actualidad viven sesenta y tres religiosas. Esto lleva consigo que en algunos monasterios sean pocas y mayores, lo cual crea ciertos problemas.

Hace dos años el Papa Francisco escribió una Exhortación “Vultum Dei quaerere” en la cual, después de animar a las religiosas a seguir buscando el rostro de Dios, a crecer en fidelidad en su vocación y encomiar la hermosa tarea que ellas llevan adelante dentro de la Iglesia y cómo ellas son la palanca de la evangelización, también les recordaba que en aquellos Monasterios en que hayan disminuido mucho tienen el deber de federarse, de abandonar unos monasterios y concentrarse en otros. Ahora en la Instrucción “Cor Orans” van concretando en qué condiciones debe hacerse el cierre de estos monasterios. La tormenta se ha desatado un poco y un gran sufrimiento al pensar que mi monasterio puede ser cerrado. Las monjas normalmente quieren morir donde han vivido desde su juventud. Una abadesa le confesaba a de Diego, no hace mucho este sufrimiento de vivir cada día bajo la espada de Damocles sin saber lo que va a pasar con ellas.

Aquí no nos queda más que rezar por ellas, para que encuentren las mejores salidas ya que ellas tanto rezan por nosotros. Tenemos que hacer que nuestras parroquias sean más vivas, con más jóvenes, para que ocurra aquello que sucedió con S. Bernardo, que al enterarse de que un Monasterio se iba a cerrar por falta de gente, fue capaz de encerrase en él con un grupo de amigos y hacer que aquel monasterio fuera después lo más floreciente en aquel tiempo. Tenemos que pensar que cerrar un Monasterio es una pérdida muy grande para los pueblos, para las comunidades cristianas, porque es de alguna manera perder parte de su alma. Es perder un tesoro.

Este año el lema del “Día Pro Orantibus” reza así: “la vida contemplativa, corazón orante y misionero”. Esto es un recordatorio para saber que, si los contemplativos deben emplear todas sus energías en la vida de oración para llevar adelante la misión, todos los que nos sentimos cristianos, bautizados, tenemos que entrar en esta dinámica, orar, es decir, hablar con Dios, para después sentir pasión por la misión. Estamos llamados todos a ser misioneros. Tenemos que conseguir que nuestras muchachas jóvenes, desde su amor a Jesús, sientan la responsabilidad de que nuestros Monasterios no pueden, no deben cerrarse, porque ellos son el mejor faro, la mejor brújula, que ayuda a las gentes a encontrarse con Jesús que colma de sentido nuestras vidas. Para ello, ellas deben preguntarse, ¿no estará el Señor pidiéndome en esta hora que dé un paso adelante para que no se cierre ningún Monasterio en nuestra Diócesis de Albacete?