11 de marzo de 2009

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¿Qué puede hacer en Albacete un sacerdote venido de Sudamérica?

Hace un par de semanas me encontraba en ese mar que es la estación de Chamartin… en Madrid… con muchísimos temores pero también con muchísima esperanza. Había llegado después de más de 10 largas horas al aeropuerto de Madrid-Barajas, procedente de mi país de nacimiento Colombia.

Atrás quedo mi padre y el resto de familia, atrás quedo Barranquilla y su Carnaval con todo su sabor, atrás quedo el tun-tum de los tambores de mi ciudad amada, atrás deje el sufrimiento de muchas familias que aun tienen secuestrados a sus seres queridos en la inhóspita selva de mi país, quedo atrás Macondo y los cien años de soledad, Shakira y Juanes… quedó atrás el suave aroma del café y las otras riquezas de Colombia…

Les confieso que fueron más los temores que las esperanzas cuando decidí después de rezar mucho emprender esta nueva aventura en mi vida sacerdotal. Una vez en la Estación de Tren de Albacete encontré un poco de tranquilidad al ver que me estaba esperando Francisco Sevilla, el secretario de mi nuevo Obispo, y desde ese momento para acá, sentí que pertenecía a esta bella región de la Provincia de Albacete, donde vengo con muchas ilusiones de entregarme completamente al servicio de esta porción de la Iglesia de Cristo; mi entrega sin limites, donación generosa, tratando de seguir aprendiendo de ustedes y haciéndome uno con ustedes. Y tratando de predicar lo que me enseñaron: que Dios nos ama inmensamente, que Él está pendiente de nosotros, de nuestras enfermedades y carencias, de nuestras tristezas y fracasos, de nuestros proyectos y temores. Que su Presencia, llena de amor, debe traslucir en nuestras comunidades alegría sin fin, gozo de compartir nuestra fe.

Aquí llegue con el ánimo de seguir poniendo los peces y los panes para que el Señor los multiplique. A ejemplo de ese muchacho del Evangelio que no tenia nada mas que ofrecer sino sus panes y sus peces. Y el Señor sabía que eso era lo único que poseía y no le pidió nada más porque el muchacho lo había entregado todo… y lo hizo con alegría inmensa.

¿Qué puede hacer en Albacete un sacerdote venido de Sudamérica? Pues primero que todo identificarse con este pueblo santo de Dios, acompañar a nuestros hermanos y hermanas en el caminar hacia el Padre, administrar la Palabra y los Sacramentos, entregando los panes y los peces, no dejando nada para ti, porque cuanto más lo entregues todo, mas sientes la alegría que goza de Aquél que entrega todo con Amor.

¿A que viene un sacerdote de Sudamérica a Albacete? Pienso que la gran herencia que un día nos dieron ustedes, a pesar de los desaciertos y equivocaciones, fue, entre otras muchas, la herencia de la fe y de la espiritualidad. La Iglesia de America Latina aporta nuevamente esa frescura de la fe, esa nueva brisa, tan fuerte como la que hemos disfrutado por estos días.

En una sociedad que pasa de todo o de casi todo, es necesario que con el acompañamiento y la oración aportemos desde nuestras Iglesias con valentía y decisión la espiritualidad y la firme convicción de que ¡¡¡Dios nos ama!!!